La pareja de belgas emprendió un viaje para buscar un lugar que reuniese todo con lo que soñaban
Tranquilidad en medio de la naturaleza. Laura Hambrouck y Robin Loris siempre tuvieron claro que construirían su hogar en un lugar tranquilo y por ello dejaron su ciudad natal, la bella urbe de Gante en Bélgica para irse a vivir en el corazón de las montañas del Matarraña en Fuentespalda.
Cuando llegaron a España lo primero que les llamó la atención fue la belleza del mundo rural y la gran cantidad de pequeños pueblos distribuidos por todo el territorio. De igual modo les fascinó lo abrupto y montañoso del relieve. «En Bélgica todo es llano y hay ciudades muy bonitas, pero no hay pueblos como los de aquí», explica Robin.
Por ello fueron a la búsqueda de un lugar que reuniese todo lo que soñaban para su futuro hogar. Pese a que conocían el Sur, se decantaron por Aragón por estar al Norte con el consiguiente ahorro de tiempo a la hora de poder viajar a su país de origen. Tras visitar varios lugares como el Bajo Aragón-Caspe, acabaron en el Matarraña donde se quedaron cautivados por la tranquilidad del lugar , el paisaje y la frondosidad de sus bosques.
Una vez tuvieron claro que el lugar para establecerse era el Matarraña, finalmente encontraron una antigua masía abandonada en Fuentespalda muy cerca de la Coveta de l»aigua y en la cara Norte de la Sierra de la Picosa, rodeados de frondosos bosques de carrascas y pino laricio y carrasco. Desde la cocina de su hogar se divisa el bello casco urbano de Fuentespalda así como los campos aterrazados de olivos y almendros. Durante nuestro encuentro, las montañas se encontraban envueltas en niebla y aún se divisaban restos de la débil nevada con la que amaneció el alto Matarraña el 11 de abril, añadiendo mayor belleza, si cabe, al entorno.
Después de trabajar como agente inmobiliario, en el caso de Robin y Laura como diseño web, tras haber podido construir su hogar, el proyecto de ambos es ahora poder acondicionar parte de la vivienda para turismo rural y habilitar un pequeño bar o merendero; compatibilizándolo además con el trabajo de diseño web. «La vivienda la ha reformado Robin con muchas horas de trabajo», explica su mujer Laura. Ambos están todavía más entusiasmados desde que el día 2 de enero ampliaron la familia con el nacimiento en Alcañiz del pequeño Roan, que sin duda va a disfrutar de un entorno sin igual y lleno de libertad.
Pese a que ya hablan español, reconocen que es muy diferente a su lengua materna, el neerlandés que se habla en Flandes. Una de las cosas que más les gusta de España y del Matarraña es la calidez de la gente. «En España es fácil entablar conversación y la gente es muy abierta», explican ambos. De igual modo les gusta la «solemnidad» con la que se come en los hogares del Matarraña. «Nos gusta mucho lo en serio que se toma aquí la gente la hora de comer. Se toman su tiempo y disfrutan de la comida; allí la gente como mucho más deprisa», explica Laura. Sin embargo y como es de esperar en uno de los países del mundo con más cultura cervecera, echan en falta las cervezas belgas. «Cuando vienen a visitarnos nuestros amigos siempre nos traen cervezas de nuestro país», añade Robin.