Se han sucedido reventones de tuberías que han reducido la presión del agua
Los vecinos de Andorra llevan varios días acusando una baja presión en la red de suministro de agua, una situación motivada por una oleada de reventones de tuberías de la red municipal, alguno de ellos graves que, a priori, ya se han resuelto.
Durante el pasado fin de semana, los andorranos empezaron a denunciar la situación y, desde el lunes, la empresa encargada del mantenimiento de la red sanitaria ha detectado varias averías que ha ido arreglando. Las más graves se han encontrado en la calle Molinos, que afectaron a toda la zona e incluso provocaron cortes de agua el martes y miércoles.
Aunque ayer por la tarde ya se habían resuelto los problemas más graves, la empresa continuaba revisando la red para comprobar que no haya más fugas, algo difícil de detectar en muchos lugares. «Las fuertes lluvias y el estado de las tuberías, muy viejas, han provocado movimientos y muchos reventones», dijo la alcaldesa de la Villa Minera, Sofía Ciércoles.
La primer edil reconoció la necesidad de llevar a cabo la sustitución de la red porque tiene ya muchos años en muchas de las zonas de la Villa Minera. «Entendemos que la población no puede quedarse sin el servicio de agua así que intentamos actuar lo más rápido posible», recalcó.
Resueltos los problemas de calidad
Los andorranos llevan años denunciando la calidad del agua de boca (contenía niveles muy elevados de cal) y la escasa presión en muchas zonas del pueblo. El exceso de cal estaba provocando graves daños en los electrodomésticos y obligaba a los andorranos a consumir agua embotellada en el día a día.
A esta demanda se le puso solución hace escasamente un mes, con un sistema innovador basado en la inyección de dióxido de carbono (CO2) en la red hidráulica que consigue disminuir los niveles de pH. Se decidió implantar este proyecto después de analizar el servicio durante varias semanas, constatando que la medida era «eficaz».
El sistema lo aplica la empresa Global Omnium en la potabilizadora de la localidad y consiste en aplicar dióxido de carbono en determinados puntos del sistema de tratamiento. La implantación de esta tecnología ha tenido un presupuesto de 60.000 euros, que financia en su totalidad el Instituto Aragonés de Aguas.