Los nervios con los que las benjaminas del Club Voleibol Kasalkas de Alcañiz se despertaron el domingo dieron paso al final del día a la emoción, a las lágrimas de alegría, a los abrazos infinitos, al levantamiento de trofeos y hasta a meterse en la ducha con ropa. Su sueño de convertirse en campeonas y subcampeonas de Aragón se había vuelto realidad. Las jugadoras del A, entrenadas por Patricia Gómez, se hicieron con el oro; mientras que las del B, dirigidas por Iris Pastor, se llevaron la plata. La final del campeonato regional celebrada en Calanda se terminó jugando en familia. Los triunfos de estas pequeñas de 8 y 9 años fueron la recompensa al esfuerzo de todas y cada una de las 32 jugadoras (entre ellas, algún niño), de los cinco equipos, que compiten en benjamín. En total, en el club hay 187 jugadores y 18 equipos.
«Me emocioné mucho. Las pequeñas me preguntaban por qué lloraba tanto. Este año he sido madre de una niña y compatibilizarlo con el entrenamiento a ‘mis otras hijas’ ha sido complicado. Agradezco muchísimo a Iris, la otra entrenadora, todo su apoyo. También a los padres y al resto de club. Y, por supuesto a las niñas, que han tenido un comportamiento ejemplar. He llevado a mi hija a los entrenamientos y ellas la cuidaban mientras yo estaba explicando», cuenta con los ojos brillosos la entrenadora del equipo de benjaminas A, Patricia Gómez.
Sus pequeñas llegaron a la final tras haber vencido en Alcañiz sin ninguna derrota ni set en contra. Lo mismo ocurrió a nivel provincial, primeras sin derrotas ni sets en contra. Sin embargo, en el Campeonato de Aragón, comenzaron «muy flojitas», y sus contrincantes del C.V. Zaragoza llegaron a sacarles 8 puntos de diferencia. «Fue increíble cómo sacaron la garra y consiguieron remontar», recuerda Gómez.
Por su parte, las jugadoras del B pasaron por más altibajos, pero igualmente consiguieron llegar hasta la semifinal regional, donde se vieron las caras con el C.V. Valdefierro. Ganaron el primer set, perdieron el segundo y el triunfo en el tercer set les llevó a la final. «En nuestro caso la temporada ha sido más rara. Había partidos que los veía súper fáciles y otros más complicados, aunque nunca perdíamos la ilusión», rememora Iris Pastor, quien comenzó a ser entrenadora el año pasado, tras haber estado entrenado con Patricia Gómez en el club durante ocho años.
«Muchas veces me quedaba a ayudar tras mis entrenos. Luego fui delegada. Y en el confinamiento, aproveché para sacarme el título de entrenadora a distancia», explica. Respecto a si le resulta más difícil estar dentro o fuera del campo, confiesa que ser entrenadora es más duro «ya que no puede entrar al partido para hacerlo ella, sino que tiene que intentar explicarle a sus pequeñas cómo lo haría ella para que lo hagan».
La alegría de jugadoras y entrenadoras se extendió el domingo a voluntarias del club, familiares y amigos que les arroparon en ese histórico momento. Los trofeos «se almacenan en las estanterías y cogen polvo», sin embargo, los lazos «familiares» que se forman entre todos ellos, perduran con brillo para toda la vida.
muchas gracias por el gran trabajo q hacéis y el buen trato q nos dais, sobre todo gracias por dar información deportiva
Buen trabajo de todas ellas campeonas