Miguel Ganzo Mateo es madrileño y matemático de profesión. Reside en Suecia desde hace años y también es compositor y escritor. Este último motivo es el que le llevó a incluir La Puebla de Híjar en su viaje familiar y establecer un vínculo con esta localidad.
«Sesenta metros cuadrados» está protagonizado por una española que llega a Suecia, – «un país que ve con ojos de española, un poco mi experiencia»-. Ella se va a Laponia, a 1.500 kilómetros, una zona a la que Miguel se marchó algunas temporadas para escribir. Publicó en 2018 y el año pasado lo presentó en varios lugares, entre ellos, en librería Cálamo de Zaragoza. «Las presentaciones son un momento muy bonito después de tanto tiempo de escritura. La gente que viene luego coge el libro con más calidez, ya lo ve como algo más cercano», reflexiona. Las presentaciones van acompañadas de canciones porque Ganzo comenzó a componer canciones al hilo del libro «como método de relajación». Están basadas en la trama y en un momento dado aparece un personaje que está componiendo. «Sale el link para que el lector pueda ir directamente a la página web y las pueda escuchar», explica. Además de su página en Facebook (Miguel Ganzo Music), la web es una nueva ventana en la que el libro adquiere más vidas. De hecho, se puede escuchar el primer capítulo en la voz del propio autor.
En esta tierra la palabra Laponia supone una conexión inmediata con la despoblación. Siempre se compara aquel territorio con esta provincia a la que se colgó hace tiempo la etiqueta de «Laponia española». Ganzo conoce Laponia y hace unos días recorrió la provincia antes de llegar a La Puebla para la presentación. «Sí que puede tener cierto parecido, sobre todo, imaginando estos parajes nevados. Allí, al igual que aquí por lo que estoy observando son pocos pero todo el mundo está muy conectado entre sí. Desde luego, nosotros hemos estado muy a gusto, nos hemos sentido como en casa», reflexiona.
A la presentación de La Puebla le siguió Coslada (Madrid) y queda otra cita para el 7 de noviembre en Valdepeñas (Ciudad Real). «Es el pueblo de mi madre, cuando se enteró de que lo presentaba en un pueblo de Teruel con el que no tenía nada que ver ya me dijo que también en el suyo y allí estaremos, yo encantado», ríe el madrileño. Ahora ya sí que tiene que ver con los poblanos porque ‘Sesenta metros cuadrados’ se leyó en el Club de Lectura de La Puebla. El nexo de unión entre el grupo y Miguel fue Antonio Moragriega y un café en un tren.
Un café en un tren a Francia: el origen
La historia poblana siempre ha estado muy ligada al tren y en este encuentro también hay un tren. El tren que tomó Miguel para regresar a Suecia desde Madrid tras visitar a su familia en España. Decidió viajar así para tomarse su tiempo en escribir la que será su segunda novela. «Estuve concentrado todo el viaje salvo el trayecto que compartí con Antonio», ríe.
Antonio Moragriega fue su compañero de asiento desde Zaragoza donde tomó el tren para acudir a Marsella a visitar a unos familiares. «A los diez minutos me levanté para ir a la cafetería y le ofrecí un café. Me acompañó y pronto comenzamos a hablar los dos y en apenas dos horas de viaje nos contamos lo importante de nuestras vidas», recuerda Antonio, turolense y poblano de adopción desde hace décadas.
Miguel se bajó en Perpiñán y Antonio siguió hasta Marsella donde se apeó con el contacto del escritor en el bolsillo. El siguiente paso fue comprar la novela de Miguel y hablar con el bibliotecario para proponer su lectura al Club de La Puebla. «Lo aceptaron y ya le pregunté si querría venir a presentar a La Puebla el libro que se estaban leyendo en el club y se mostró encantador y quiso venir», añade. Al autor le cuadraba la proposición de su compañero de asiento con el siguiente viaje programado a España.
Moragriega ejerció de embajador y Miguel, su pareja y su hijo de once meses aprovecharon la presentación y el permiso de paternidad de ambos para conocer Albarracín. Una vez en La Puebla, Moragriega fue el perfecto guía que les mostró la localidad y parte de la comarca del Bajo Martín «hasta donde dio tiempo». «Fue un día maravilloso, lo mismo que todas las coincidencias de esta historia de cómo nos conocimos», valora Antonio agradecido además a los vecinos que se acercaron a la presentación. «Muchos me dijeron que les gustó mucho y eso ya lo redondea», añade.
Tras la presentación en La Puebla, se marcharon pero no de vacío. «Dio algunas pinceladas de su nueva novela y ya que conocemos al autor, seguro que algo podemos hacer para volver a vernos», concluye Moragriega.