Este sábado Albalate acogió la séptima feria de la cereza, una cita que ya es referente y marca el inicio de verano
Séptima edición a punto. ¿Esto no para?
Mientras en Albalate siga habiendo cerezas… Este año hemos ido más tarde porque la climatología lo ha retrasado todo un poco pero aquí estamos. Aquello que empezó hace siete años, de momento, sigue adelante.
No es el primer cultivo en el pueblo pero, ¿qué importancia tiene?
La cereza se ha cultivado desde siempre pero para consumo familiar. El cereal, el melocotón y el olivo son los cultivos principales y la cereza es un añadido, un extra, pero hay empresas en Albalate que continúan a fondo con ella y que han sabido darle el componente comercial acorde a los tiempos. Son pocas empresas pero con mucha extensión y eso se nota en el tiempo de la recogida con la gente que se ve que viene a trabajar.
¿Qué tiene la cereza albalatina?
No tenemos tanto nombre como por ejemplo la de Bolea, pero tenemos nuestra fama y el público la busca.
Mucha gente espera esta feria, ¿cuál es el perfil del visitante?
Absolutamente todo. La clave creo que está en que es una cita agroalimentaria, por lo que se puede encontrar además artesanía, productos alimentarios típicos… Muchas cosas que abren el abanico de interés. Vienen muchos vecinos de los pueblos de alrededor también.
El programa, aunque mantiene la esencia primigenia, trata de incluir algún aliciente cada año.
Sí, este año por ejemplo hemos tenido una master class de nutrición, algo novedoso.
No es novedad pero sí destacable el regreso a la plaza del Convento. ¿Cómo han acogido los vecinos el estreno de un sitio ahora accesible?
El reestreno, mejor dicho. La plaza lleva siglos allí… (Ríe). Bien, la gente está satisfecha pero ¿sabes qué falla? Que sigue habiendo coches. Tenemos dos aparcamientos a las afueras pero no tenemos esa concienciación de caminar 200 metros y eso hay que trabajarlo. Un pueblo como Albalate, tarde o temprano, tendrá un casco urbano peatonal. Creo que es inevitable.
Además, pronto podrá verse uno de los tesoros que esconde la plaza con la restauración del aljibe del Convento. ¿En qué punto está esta reforma?
El Gobierno de Aragón lo ha sacado a licitación y lo siguiente será adjudicar las obras. El aljibe está a un lado de la plaza, en la zona del consultorio, y nunca se ha tenido cuidado con él. De hecho, durante más de cien años hubo una palmera encima y las raíces han hecho mella. La intención es limpiarlo bien y recuperarlo para que la gente lo pueda disfrutar, realmente es una parte del patrimonio muy interesante.
Este año ha coincidido la feria con una intensa actividad en el Centro Integral para el Alabastro y la presencia de una decena de artistas internacionales que también se dejan ver por el pueblo.
Estamos encantados de recibir este tipo de iniciativas y ellos, por lo que me han trasladado, también. Es importante la implicación de la sociedad, como es este caso.