Durante su conferencia en Valderrobres ha hablado de la soberanía turística de los territorios ¿Lo es el Matarraña?
La soberanía no corresponde a los territorios. Leemos mucho sobre los valores del territorio y los discursos son territoriales. Los territorios no existen, son un constructo mental. Lo que existe son personas y serán estas personas las que decidan lo que hay que hacer en el lugar y cuando digo personas no solo digo los residentes. También a los turistas. Es muy bonito decir que el Matarraña se tiene que preservar. Pero eso no lo pueden decidir solo los residentes ¿Qué hacemos entonces? ¿Ponemos fronteras y puertas y decimos que esta es mi casa y aquí no entra nadie? Yo creo que la ecuación es muy compleja. Aquí tienen que intervenir los residentes, los turistas, los operadores, los intermediarios y un montón de puertas que no solo son personales en las que intervienen también factores que escapan a lo humano como el paisaje y el clima. Todo es muy compleo y si uno toca una pieza puede desequilibrarse con consecuencias muy negativas. Creo que la defensa del territorio siempre tiene que estar contrapuesta a una visión más global y externa. Esto es como un matrimonio y hay que conocer tanto la opinión del vecino que sufre el turismo como del visitante que viene a disfrutarlo.
¿Cuál es la fórmula para ofrecer un turismo de calidad?
Los turistas tienen que comprender que este es un territorio frágil y por lo tanto desarrollar actividades que les permitan disfrutar de este lugar y por otro el residente tiene que saber que el valor que tiene su territorio no se lo da él, si no la proyección que tiene. Si la trufa negra tiene valor es porque se exporta a Francia, si no sería muy Kilómetro 0 pero ya habría desaparecido ¿Algo tendrán que decir los franceses que compran esa trufa?
Ha hablado de digilitalización y robotización ¿Pasa por ahí el futuro?
Esto al final es como una anécdota que yo siempre cuento. Hace décadas, cuando Corea del Sur estaba pasando de ser un país pobre a ser lo que es hoy, un país indistrualizado y que tiene un desarrollo industrial y económico mucho más alto que el de España, llegó el momento de construir muchas carreras y autopistas. En un momento dado un economista visitó ese país y fue recibido por el primer ministro y le llevó a visitar las obras de una autopista. Todos los obreros estaban trabajando con azadas y medios muy rudimentarios. El economista le preguntó ¿Por qué no tienen máquinas? Y el primer ministro respondió que este era el mejor plan de empleo, puesto que con máquinas harían falta la mitad de los trabajadores ¡Está usted muy equivocado! Le espetó el economista. Pues aquí lo mismo, a nadie se le ocurre prescindir de un tractor que hace el trabajo de 150 hombres en el campo ¿A que no? La tecnología existe desde que el hombre dominó el fuego y la única manera de avanzar, es abanderando ese proceso.
¿Está diciendo que hay que poner robots y prescindir de las personas?
Para nada, estoy diciendo que el futuro pasa por la digitalización y la automatización. Y hay que apostar por esos sectores.
Ha afirmado que España no es una potencia turística...
Porque no lo es. España es uno de los mayores receptores de turistas del mundo. Pero no es potencia porque ningún grupo empresarial y ninguna plataforma son importantes a nivel mundial. A los dos o tres grupos hoteleros españoles más importantes ni se les menciona a nivel mundial. En gran parte es porque en lugar de unirnos y salir a competir, en España tenemos miedo de nuestros competidores más próximos. Y eso es un error que llevo décadas subrayando. Parece que ahora me empiezan a hacer caso. En 2019 recibimos 83,7 millones de turistas internacionales que junto con los nacionales fueron 110 millones. Pero es sintomático que esta función de recibir turistas no se acompañe por una industria y un sistema competitivo y global. España suena como un gran destino pero no como una potencia industrial turística. Es una industria muy atomizada y debería de ser unificada. Igual que recibimos turistas, exportar tecnología y conocimiento turístico.
Ha sido usted también crítico con los ERTE
Tenemos un problema que es muy complejo. Pero no hay trabajadores en la hostelería ¿qué mensaje estamos lanzando si miles de personas han estado meses en casa, en ERTE sin trabajar y ahora les vuelves a pedir que trabajen?