Iba a ser su primera Semana Santa como presidente de la Ruta del Tambor y Bombo y su primera jornada de convivencia en Alcañiz, con la celebración del 50 aniversario de la entidad. No obstante y aunque con tristeza, no pierde la sonrisa y asegura que, «con salud», habrá más jornadas, más Semana Santas y más pregones. «Tocaremos el tambor más fuerte si cabe», dice.
Cumples un año como presidente pero no eres nuevo en esto de los tambores.
He estado los últimos 9 años como presidente en la cofradía del Cristo de los Tambores de Andorra y, ya desde 1992,estoy en la junta con Ángel Lorenz. Esto te lleva a estar en las reuniones de la Ruta y a conocerla bien. Además, en el Consorcio Nacional he estado en la directiva con Antonio Mesa. Como tamborilero, también he formado parte de la cuadrilla de la Ruta varios años y representado a Andorra tanto en las Jornadas de la Ruta como en las nacionales.
¿Qué te impulsó a dar el paso para presidir la Ruta?
Cuando dejé la política, entendí que sería posible. Me animó mucho mi familia, amigos… y la exalcaldesa de Andorra, Sofía Ciércoles. Cuando Segundo dijo que ya no seguía y vi que no había sucesión, tomé la decisión.
Después de recibir los máximos galardones y adquirir visibilidad mundial, ¿qué queda por hacer en la Ruta?
Después de conseguir la internacionalidad y ser Patrimonio de la Humanidad, ¿qué metas te pones? (ríe). La mía es mantener, consolidar y difundir para legar una mejor tradición a las generaciones futuras. Ya tenemos los máximos galardones así que lo difícil ahora es seguir manteniéndolos. Por supuesto que se pueden mejorar cosas, pero yo siempre digo que mi labor va a ser continuista, de continuar el trabajo que se ha hecho y ser consciente de que hemos llegado aquí por la labor de muchísima gente. Te paras a pensarlo, y ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad quiere decir estar a la altura de las manifestaciones culturales más importantes del mundo. Casi da vértigo.
Ahora eres presidente, pero has formado también parte de la Cuadrilla durante varios años...
Sí, recuerdo especialmente nuestra actuación en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992. Fuimos los únicos aragoneses y fue muy curioso porque, aunque en el estadio olímpico tocamos en directo, grabamos el sonido en la plaza de Toros de Alcañiz días antes para la emisión de las televisiones. Tiraron unos claves que iban enganchados a unos cascos que llevábamos nosotros. Nos hablaban por los cascos desde un camión que era tipo el de kit, del coche fantástico. Grabamos varias veces. Fue alucinante.
Hablábamos de la importancia del legado, ¿de quién recibes tu ese legado?
De mi padre. Mi padre fue una persona que tocó desde crío y participaba activamente en la Semana Santa hasta que por cuestiones laborales no pudo. Recuerdo perfectamente, como si fuese hoy, cuando me compró el primer tambor en Calanda. Túnicas ya había en casa, porque esa es una de las peculiaridades que tiene la Ruta, que con una túnica y un tambor tú ya puedes participar en la Semana Santa de cualquiera de los pueblos. Eso solo pasa aquí.
Tu pareja es calandina, ¿cómo os repartís?
(Risas) Nos compaginamos bien. Ella se va a romper la hora a Calanda con nuestros hijos y yo me quedo aquí. Pasan allí la Rompida y regresan para terminar el cese en Andorra, que es el Sábado Santo por la tarde. Precisamente uno de los momentos más importantes de mi vida como tamborilero es poder sacar a mis hijos a tocar. Cuando los ves en la exaltación local o los llevas de la mano en los desfiles de las nacionales… vas muy hueco y muy orgulloso, se te cae la baba.