La comunidad educativa de Foz Calanda se ha movilizado para atraer la atención de nuevos pobladores ante el último y brusco descenso de matrículas.
Con los primeros días del verano, los alumnos del colegio de Foz Calanda ya disfrutan de unas merecidas vacaciones. Unos días de descanso durante los cuales esperan que surta efecto la campaña que han iniciado para que lleguen más niños.
Este es su deseo y lo han expresado a través de un vídeo grabado en el tercer trimestre y que han comenzado a difundir en redes sociales. El colegio ha pasado de 11 alumnos a 5 matrículas para el próximo curso, un descenso que lleva implícito pasar de tener dos maestras a una debido al cierre de una de las dos aulas.
En este vídeo enumeran todas las ventajas del pueblo y del centro que pertenece al CRA Olea en el que se incluyen además las poblaciones de Castellote, Bordón, Aguaviva, Cuevas de Cañart y La Ginebrosa. Hace años contaba también con centro en Ladruñán y en La Cañada de Verich. Ambos tuvieron que cerrar por falta de niños.
En Foz, aunque no han llegado al extremo, quieren evitarlo. El descenso de alumnos han sido progresivo pero este curso que acaba de terminar ha sido especialmente brusco. Ser pocos no es el problema pero sí estar en un límite tan peligroso ya que el cierre de un colegio está en tres alumnos.
Aurora Sánchez comenzó a dar clase en Foz en 2005, una época con cerca de 30 alumnos, tres aulas y tres maestros. «En 2010 nos quedamos dos y hemos estado tres años estabilizados pero nunca con tan pocos niños como el curso que comenzará. Ha habido bajas por distintos motivos y nos preocupa el futuro», dice. Si no hay novedad, septiembre comenzará con dos alumnos en Infantil (un niño de 3 años y otro de 5) y tres niñas en Primaria (en 1º, 3º y 5º).
«Comenzamos curso con 11 niños y por motivos personales una de las familias se tuvo que llevar a dos niñas a otro colegio. Eran muy queridas y nos dio mucha pena y eso nos hizo reflexionar, por eso pensamos en hacer algo para atraer a gente al pueblo y al colegio», explica. En Lengua tocaba adentrarse en el mundo de la entrevista y las dos maestras pensaron en grabar un vídeo implicando a toda la comunidad educativa en la que los niños son los entrevistadores.
Un aprendizaje basado en proyectos
«Vine de pequeña y me lo he pasado muy bien en este colegio, un sitio donde se aprende de manera distinta, divertida y donde solo hay libros en dos asignaturas». Carla reflexiona sobre los años que deja atrás ya que en septiembre le espera el instituto. Allí dejará de ser la mayor y pasará a ser de las pequeñas. «En Foz es como estar en clases particulares. Es lo bueno de ser pocos, que la profesora puede estar más atenta», dice.
Desde hace años en el CRA Olea se trabaja con el Aprendizaje Basado en Proyectos (Tecnología ABP) y los libros solo se llevan en Matemáticas y en Lengua para Ortografía y Gramática. «El docente deja de ser transmisor de conocimientos para convertirse en un guía y que sean los alumnos los que investiguen porque se busca su participación activa enseñándoles estrategias de pensamiento para que sean críticos en la búsqueda de información», explica Nuria Brumos, maestra del centro. Los alumnos investigan los contenidos que tienen que aprender para exponer ante los compañeros.
En Matemáticas trabajan con el método ABN, es decir, Algoritmo Basado en Números. «Vemos que desde los 3 años son capaces de trabajar la numeración y el cálculo, utilizamos materiales y objetos cotidianos para que sean capaces de hacer equivalencias, contar y que para ellos las Matemáticas tengan mucho más sentido y de cara a Primaria van muy preparados», añade.
Esta metodología implica tener unas aulas equipadas con pizarras digitales, proyectores, ordenadores y las tablets para los alumnos. Implica para el personal docente una formación continuada además de un trabajo extra de coordinación que ahora recaerá en una sola maestra. Reciben formación en estas metodologías y ahora también en «braining», «mindfulness» y yoga para aplicar en el aula como técnicas de relajación con los niños también.
Para las maestras, trabajar en una escuela pequeña tiene muchas ventajas. «El acercamiento a los alumnos es mucho más personal, sabes en todo momento quién ha aprendido algo o no, la atención es muchísimo más individualizada, en el día a día podemos estar mucho más pendientes de cada uno y saber lo que necesitamos reforzar, ampliarle… Sabemos perfectamente cómo se sienten en cada momento porque te da tiempo a pasar muchos ratos con ellos y que te cuenten, se expresen… Trabajar un poco sus emociones», reflexiona Brumos. Lo mismo con los padres con los que la atención es muy personalizada y el contacto inmediato.
«Yo era bastante tradicional con la enseñanza, y digo era porque viendo los efectos del cambio de metodología reconozco que es más positivo para ellos y para nosotros», opina Ricardo Sancho, padre de dos alumnos. «No se basa en libros y es más ameno, más flexible… Vienen con tareas y les ayudamos a buscar información, es un método que nos implica bastante a los padres también», concluye. Nacido y criado en Foz, las palabras son buenas para la vida en el pueblo. «Además de la tranquilidad, tenemos todos los servicios básicos para vivir y los que no, los tenemos en Calanda a 5 kilómetros y con buena carretera».
Además de los proyectos en el aula, participan en otros como «Cantania», con el que acudieron a actuar al auditorio de Zaragoza con colegios de todo Aragón. Antes de terminar el curso, el CRA Olea recibió uno de los prestigiosos premios Palmira Pla que cada año otorga la Fundación Palmira Pla y el Servicio Provincial de Teruel a diferentes proyectos de innovación que se trabajan en los centros. El proyecto «Guardianes del territorio» que llevan a cabo entre el Parque Cultural del Maestrazgo y el colegio de Cantavieja fue reconocido con el segundo premio.