Quince hogueras ardieron en la noche del sábado en una arraigada tradición
La localidad de Estercuel se tornó ayer por la noche en fuego purificador con la celebración de La Santa Encamisada. Una fiesta en la que, a partir de las ocho de la tarde comenzaron a arder quince hogueras con las que los vecinos y también muchos visitantes que presenciaron la escenificación se protegieron contra enfermedades al tiempo que agradecieron a San Antón por haber librado al pueblo de una epidemia.
Del origen de esta fiesta a penas se tienen noticias. Los primeros datos se encuentran en el libro del Padre Bravo editado en 1892 titulado ‘Historia de la Virgen del Olivar’. En su escrito, este sacerdote mercedario da a conocer que la fiesta consiste en «una gran cabalgata en la que toman parte el Ayuntamiento, mayordomos de las fiestas y algunas otras personas principales, todo vestidos de gala…» En la actualidad son catorce matrimonios, siete entrantes y siete salientes, los que se encargan de todos los preparativos divididos en las figuras de procuradores, reyes, condes y mayorales. En esta ocasión, el traslado del fuego ya bendito, desde el Portal de los Santos Mártires a la Plaza de la Iglesia donde se encendió la primera hoguera se realizó a las 19.30. Antes, como marca la tradición, se cantó la Salve. Media hora después comenzó la procesión. Los festeros, tras reunirse en casa del procurador, salieron montados en caballerías y se dirigieron al punto de partida donde comenzó la celebración al son de la música y las campanas y con la única iluminación del fuego.
Como ya es tradicional al frente se colocaron los portantes de los tederos, seguidos por los gaiteros, el Procurador portando el estandarte de San Antón, el Rey, el Conde y los Mayorales, con los festeros entrantes llevando las riendas de las caballerías. Responsables del ayuntamiento, autoridades, invitados y mucho público, atraído por la tradición y que esta fiesta está declarada de Interés Turístico Regional, cerraban la comitiva.
Tras recorrer y pasar por la quincena de hogueras preparadas para la ocasión y una vez finalizada la procesión, los vecinos utilizaron las brasas para asar carne y cenar en hermandad en una noche algo ventosa pero en absoluto fría.
La fiesta continuó el domingo con el bendición de los animales, la ‘llega’, la misa mayor y los bailes del Reinau y de las Coronas, cuando tuvo lugar la quema de aliaga ganadora y el traspaso de poderes a los matrimonios entrantes.