El ritmo de vida se ralentiza pero no para porque detrás de las mascarillas, guantes y cascos hay mujeres y hombres que están dando lo mejor de sí mismos para tratar de minimizar al máximo los efectos de la pandemia. La COMARCA continúa recopilando sus testimonios.
Unión y trabajo en Caspe contra el coronavirus

Agricultores caspolinos trabajan de forma voluntaria junto a la empresas de desinfección Planas Martínez y la brigada municipal para que la Ciudad del Compromiso se vea limpia frente a la propagación del coronavirus y los negocios de la localidad puedan desarrollar su actividad de una forma adecuada.
«De la misma forma que hemos desinfectado los núcleos urbanos de las localidades de la zona, estamos haciendo labores de limpieza en el entorno y polígonos industriales, ya que ahora mucha gente trabaja en estos momentos en la campaña», explica Abraham Martínez, gerente de Planas Martínez.
Las desinfecciones están teniendo lugar en zonas del entorno de la ciudad, como en el polígono El Castillo, las cooperativas, el cementerio, y otras zonas no residenciales de la carretera de Chiprana, de Camino Batán y el polígono Los Arcos – Adidas. En estas labores están participando agricultores voluntarios que incluso ponen sus propios vehículos y maquinaria. Todos ellos pertenecen a la la Asociación de Agricultores y Ganaderos y la Cooperativa frutícola de Caspe. La limpieza tanto de suelo como de elementos urbanísticos se lleva a cabo con una frecuencia de 3 días, y se utiliza una mezcla del producto químico formado por una mezcla de lejía (hipoclorito de sodio) y 10.000 litros de agua. Todo el trabajo está supervisado por el Ayuntamiento y Planas Martínez.
«Con más tacto y cariño que nunca»

«Tratamos de hacer nuestro trabajo todavía con más tacto, más delicadeza y más cariño que nunca». Son palabras de José María Jover, gerente de la Funeraria San Macario y Los Sitios de Zaragoza que subraya que «si el trabajo ya es delicado de por si, en estos momentos lo es todavía más».
La crisis del Covid-19 ha afectado a este sector en su forma de realizar los servicios. No pueden arreglar a los difuntos y tampoco apoyar personalmente a las familias. «Todos los trámites los tenemos que hacer por email o teléfono. Es todo muy frío porque, además, las condiciones no son las habituales», reconoce. Y es que, cuando una persona fallece por coronavirus, los familiares tienen restringida la entrada. Suele morir en la soledad de una habitación de hospital y, al entierro, sólo está permitida la asistencia de tres personas.
Además, no hay opción de velatorios, algo que tampoco se puede hacer aunque el fallecimiento no sea provocado por covid-19 y el difunto sea negativo. Los entierros suponen una masificación de personas y el estado de alarma los prohibió. «Estamos viviendo situaciones muy dolorosas para las familias», explica José María. Trasladan a los fallecidos a los cementerios o a los hornos crematorios, donde deseen las familias.
La funeraria San Macario cuenta con once empleados que están muy expuestos al virus. Para ello, usan equipos de máxima protección que la empresa ha puesto a su disposición «gracias a nuestros proveedores, porque del Gobierno no hemos recibido nada».
Jover lamenta las fraudulentas prácticas que se estaban llevando a cabo en el sector funerario en las grandes ciudades y que llevó al Gobierno a intervenir algunas grandes compañías. «Aquí no pasa porque somos pequeñas empresas vinculadas con las familias del territorio», señala. Aunque ha habido días de mucho trabajo, José María destaca que se han realizado todos los servicios en tiempo y forma.
«Sentimos impotencia por lo que ha pasado en Valderrobres, es muy duro»

«A nivel sanitario lo que nos está pasando es un reto. En el Centro de Salud de Valderrobres hemos vivido momentos duros pero estamos aguantando con un gran trabajo en equipo. El coronavirus supone un aprendizaje continuo y a veces equivale a cambiar decisiones que has tomado previamente». Quien habla es Daniel Ferrer, médico de los consultorios de Monroyo, Torre de Arcas y Herbés, pertenecientes a la zona de Valderrobres.
Lo más duro de este equipo unido ha sido afrontar la situación de la residencia, en la que ya han muerto 11 ancianos. «Sientes impotencia porque estamos haciendo todo lo que podemos, sobre todo, la médico y la enfermera que están al frente. Emocionalmente es muy duro ver que tanto nosotros como las trabajadoras, que les tienen además un gran cariño, damos todo lo que está en nuestras manos y aún así se suceden los fallecidos y los positivos…», apunta el joven, que, como tantos profesionales ha dejado su casa para evitar riesgos a su familia y se encarga a distancia y con la ayuda del teniente alcalde, Jorge López, del día a día de su pueblo, Fórnoles, donde es alcalde.
También hay situaciones para la esperanza como las de los primeros infectados en el Matarraña, a causa de un viaje a Benidorm, que ya se han curado. Algunos de ellos personas mayores cuyos primeros informes eran malos pero que han salido adelante y ya tienen el alta.
«Era muy triste ver el colapso en hospitales»

Gabriela Tapalaga es la cara visible del personal de servicios que trabaja en el hotel Ciudad de Alcañiz, convertido en centro medicalizado desde que se intensificó la crisis sanitaria en Aragón. Es la directora del hotel y se encarga de coordinar los servicios que el establecimiento presta al ala sanitaria. «No nos vemos con ellos ni con los pacientes, pero estamos en contacto directo por teléfono. Hablamos muchísimas veces al día», detalla. «Cuando termine todo esto, queremos quedar quedar y tomar unas cervezas para conocernos y ponernos caras. Sería muy bonito», adelanta.
En el edificio de las habitaciones se encuentran los pacientes y los sanitarios y, en el contiguo -unidos por una pasarela cerrada- los cinco empleados de cocina, el de mantenimiento y ella. «Se quedaron como voluntarios y sólo tengo palabras de agradecimiento. Están haciendo una labor muy importante». Se encargan de elaborar las comidas para los enfermos y sus acompañantes ya que, por las características de las habitaciones, el hotel medicalizado permite un familiar por paciente. «Eso sí, entran con el enfermo y se van con él», dice Gabriela. Han adaptado su forma de cocinar a menús basales, para diabéticos, triturados…
Gabriela recuerda que el Ayuntamiento de Alcañiz les propuso prestar el servicio cuando comenzó el estado de alarma y ya estaba en ERTE y no dudaron. «Era muy triste ver en la televisión los hospitales colapsados en Madrid. Si podíamos contribuir a que eso no pasara en el territorio, lo íbamos a hacer», dice convencida. Después de varias reuniones con el director médico del hospital y el departamento, comenzó la recepción de enfermos. «En el día a día, lo vivimos con normalidad pero, si te paras a pensar, la verdad es que me emociono porque creo que hemos hecho un buen papel», concluye.
Los alguaciles, pieza clave en los pueblos pequeños

Los alguaciles de buena parte de los municipios del territorio cumplen estos días un papel esencial para que no falte de nada en los pueblos pequeños, donde los ayuntamientos no cuentan con policía local ni con brigadas municipales. Además de solucionar incidencias y garantizar el correcto funcionamiento de los servicios públicos, estos días llevan a cabo actividades tan importantes como el reparto de bienes de primera necesidad a las personas con movilidad reducida,colectivos de riesgo y personas confinadas por haberse visto afectadas por coronavirus.
Es el caso de Beceite, donde además de velar por el buen funcionamiento de todos los servicios, los dos alguaciles se encargan estos días de que no les falte de nada a ninguno de los poco más de 550 habitantes de la localidad. «Vamos a las casas de aquellos vecinos que no pueden salir y necesitan medicamentos y alimentos. Realizamos el reparto prácticamente a diario porque buena parte de los que nos llaman son gente que realmente lo necesita», explica Ernesto Bonfill, alguacil de Beceite desde hace casi dos décadas. Todo ello haciendo uso de guantes, material sanitario como mascarillas y extremando en todo momento las precauciones. El beceitano es el encargado de dirigirse todos los días, minutos antes de las 20.00 horas, a la casa consistorial para poner por la megafonía de los pregones la canción Resistiré.
Cuando las campanas del reloj tañen la hora en punto, Bonfill pronuncia unas palabras de ánimo a todos los sanitarios y personal que está haciendo frente a la crisis e invita a todos los habitantes del pueblo a aplaudir. Lo cierto es que la convocatoria tiene un gran éxito, especialmente en las calles del entorno de la plaza, donde se encuentran los principales comercios y son muchos los vecinos que salen a aplaudir.
Los Bomberos de Alcañiz, los primeros en ponerse a desinfectar

El Parque de Alcañiz fue el primero de Aragón en trabajar en la desinfección de espacios y edificios públicos sustituyendo a la UME. Desde que comenzó el estado de alarma los profesionales alcañizanos comenzaron a prepararse al entender que las desinfecciones es una de las tareas en las que podrían colaborar.
Estudiaron los instrumentos y herramientas y realizaron pruebas para ver cómo podían ser más efectivos en su trabajo en residencias y centros de salud. «Es una situación extraña pero a la vez muy reconfortante porque notamos el cariño de la gente cuando salimos a las ocho de la tarde. Nosotros también intentamos agradecer su labor a los que están en primera línea y a los que cumplen en sus casas», apunta el bombero Adrián Berge. Ahora acaban de incorporar al parque un dron que han adaptado mediante unos sistemas para que también pueda ser de utilidad en la lucha contra el coronavirus. Calibrando su temperatura se puede medir la temperatura corporal de las personas a una distancia de entre 8 y 10 metros e incluso se puede activar un altavoz para dar instrucciones.
«Queremos colaborar porque nuestra misión es ayudar»

Los Bomberos de Caspe trabajan en la desinfección de la residencia Adolfo Suarez y también colaboran con el centro apoyándoles «moralmente» y enseñándoles los nuevos hábitos que requiere el coronavirus como intentar «tocar» lo menos posible. Por ejemplo, los marcos de las puertas cuando se entra a una habitación. Estas labores de higienización son nuevas para el cuerpo.
El jefe del parque de Caspe, David Garcés, explica que lo más parecido que habían hecho es cuándo han actuado en casos de síndrome de Diógenes. «Cuando una persona fallece en su casa con acumulación de grandes cantidades de basura y desperdicios domésticos aplicamos lejía para que se vaya el olor insoportable y se pueda acceder», precisa Garcés. El martes también apoyaron a DGA realizando la logística del reparto de material a los ayuntamientos. «Queremos colaborar en todo lo que esté en nuestras manos porque nuestra misión es ayudar a la sociedad», apunta el jefe de los Bomberos de Caspe.
Un proyecto de vida en Fórnoles en stand-by a los 15 días

Los malagueños Paco Soriano y Elisa Cuartero emprendieron una nueva vida en Fórnoles 15 días antes del confinamiento, cuando se encargaron del bar y la tienda municipal. Las circunstancias les han obligado a adaptarse.
El bar, que en los primeros días tuvo muy buena acogida por sus tapas y su amplia carta de cocina casera, está cerrado; por lo que ahora centran sus esfuerzos en la tienda. Además, tienen más clientes porque los vecinos no aprovechan los desplazamientos a Alcañiz para comprar. Han ampliado el surtido de los productos de limpieza e higiene personal, los que han aumentado en demanda; e intentan conseguir todo lo que les piden y no tienen. «Todo esto ha sido una sorpresa. Comienzas con un nuevo proyecto de vida y a las dos semanas te encuentras con que tienes que cerrar la mitad. No nos hará desfallecer, seguimos con las mismas ganas e ilusión. Los vecinos cuando vienen a comprar buscan compañía y charla porque ya llevan muchas semanas en casa», explica Soriano.
Agricultores y concejales unidos por un bien común

Desde hace semanas, en Mas de las Matas se llevan a cabo desinfecciones periódicas de las calles. La última, se efectuó ayer y de ello se ocuparon las dos personas que lo hacen desde el inicio.
Son Marcos Perdiguer y Antonio Sisqués. Ambos son concejales y también disponen de maquinaria ya que se dedican a la agricultura. Entendieron desde el principio, que antes de solicitar voluntarios entre los vecinos, ellos podían encargarse como parte de su responsabilidad como ediles. En el Consistorio, Marcos Perdiguer (PSOE) y Antonio Sisqués (PAR) son gobierno y oposición respectivamente, pero en esta situación, son dos ciudadanos más colaborando por el bien del pueblo y el freno de la pandemia.
Junto al Ayuntamiento, coordinan la desinfección en días y horas concretos recorriendo las calles y zonas más sensibles con sus tractores. Van provistos de atomizadores con los que aplican una solución de agua y lejía según las recomendaciones sanitarias.