El fotoperiodista y periodista de guerra compartió sus experiencias con el público el jueves en Alcañiz
El nombre de su conferencia es La dignidad es lo más importante. Además de ser una simple nomenclatura, será una filosofía laboral y de vida.
Por encima de todas las reflexiones que podamos hacer, de los comentarios o las posiciones políticas de cada uno, está la dignidad. La dignidad, evidentemente, de las víctimas y de sus familiares. Es una forma de aclarar que las guerras son un gran fracaso.
Usted además de fotógrafo es periodista, haciendo una autocrítica, ¿son los medios de comunicación respetuosos con las víctimas?
En la inmensa mayoría de los casos no lo son. El trato con las víctimas es prepotente y se utilizan como una parte socorrida de la historia. Es como: «me interesa lo que me dices durante un minuto y después ya no existes». Para acercarte a las víctimas con el respeto que se merecen hay que dedicarle tiempo. Al final, los periodistas acaban siendo unos agresores más.
Hubo críticas por la publicación de fotos y vídeos de los atentados de Barcelona. ¿Qué opina al respecto?
Siempre que hay este tipo de situaciones se abre el mismo debate. Pasó este verano y pasó hace 30 años. Sorprendentemente esto nunca suele pasar en situaciones que ocurren en el denominado tercer mundo. Cuando hablamos de refugiados, de combatientes africanos, de países que no sabemos ni siquiera dónde están, entonces nadie se pone a debatir. En cuanto al tema de los vídeos, el problema es que ahora todo el mundo los puede grabar, pero eso no significa que sea periodismo. Es el periodista el que tiene que tomar la decisión de si eso se tiene que publicar o no. Si esas imágenes sirven para mejorar la percepción del ciudadano o si realmente sirven para que hagan click en tu web.
Hablaba del hecho de la percepción del ciudadano, de ofrecer un contexto. ¿Interesa contar el por qué de las cosas?
Si interesara contar lo que ocurre se mandarían periodistas sobre el terreno, se mantendría el tiempo necesario y, a fin de cuentas, se invertiría en periodismo. Da igual que sea un conflicto armado o sea una historia social que ocurre al lado de casa o a miles de kilómetros. Te pongo un ejemplo. Hemos tenido un fin de semana de incendios, incendios e incendios. De repente se ha desinflado la burbuja y ya no sabemos nada más. ¿No sería lógico contar historias personalizadas de gente que se ha quedado sin nada, cuyos ahorros se han evaporado en una finca? Ha llovido y ya se ha acabado el tema. Si esto ocurre al lado de nuestra casa, imagínate cuando ocurre a miles de kilómetros. Esto explica el por qué la prensa cada vez avanza hacia el desprestigio, porque al final no está cumpliendo con su labor. Los medios de comunicación, aunque sean privados, son un servicio público.
Durante los últimos años se ha diluido un poco esa figura de de corresponsal de guerra. Ahora se apuesta más por el periodista freelance. ¿De qué manera puede afectar esta situación?
Si no hay interés, no se invierte. El problema de todo es que ha ocurrido algo que para mí es la clave. Hay gente que piensa que las redes sociales lo resuelven todo, pero no solucionan nada. Yo sigo haciendo periodismo de la misma manera que lo hacía hace 35 años. Voy a los sitios y veo con mis propios ojos lo que ocurre. Es cierto que ahora me cuesta mucho menos transmitirlo, pero es lo único que ha cambiado. Si no estás en el sitio y tienes una capacidad crítica y autocrítica para analizar lo que pasa, no se está haciendo un buen periodismo.
¿Cómo fue su primera experiencia como enviado especial? ¿Estaba nervioso o con cierto respeto por lo que podía encontrar?
Realmente yo siempre he trabajado como freelance. Nunca he querido trabajar en un periódico, aunque es cierto que soy colaborador en algunos medios. Yo era el que decidía dónde iba, podía elegir mi destino y ser yo el que ofrecía mis historias a los medios. Entonces, digamos que ya sabía dónde iba y sabía lo que me iba a encontrar.
Y a la hora de retornar, ¿cómo es la vuelta a la ‘normalidad’?
Complicada. Si vas a un sitio donde pasan cosas brutales y vuelves a la sociedad dónde no pasa nada, hay una situación complicada de digerir. Al final es tu trabajo y bueno, personalmente tampoco me gusta hablar de mí mismo. Creo que tú decides hacer una especialidad del periodismo con todas las consecuencias, no puedes volver y quejarte… Yo tengo a mis mejores amigos muertos en zona de conflicto. Los mataron. Yo sé lo que significa trabajar en zonas de conflictos y cuál es el precio que puedes pagar.
Me gustaría recordar una frase que le he escuchado en alguna ocasión : «La historia no está en los muertos, sino en los vivos».
Yo al final tuve suerte. Muy al principio de mi carrera me di cuenta que lo importante no era mostrar a los muertos, que son incluso fáciles de fotografiar… Lo importante es fotografiar a personas vivas, son mucho más difíciles de documentar fotográfica y literalmente. Si te basabas en historias de vivos, tenías que componer historias que tuvieran fuerza visual y literaria para poder contársela al ciudadano. Los grandes protagonistas de las historias son los supervivientes, son ellos los que se enfrentan a la violencia e intentan por todos los medios mantener la dignidad propia y de sus pueblos.