Más formación, más apoyo de la administración pública y apostar por la especialización son las principales cuestiones que la industria textil del Bajo Aragón-Caspe considera imprescindible para que este sector continúe generando empleo en el medio rural. Esta fue la conclusión de la jornada ‘Café entre hilos: el presente y el futuro de la industria textil en el ámbito rural’, un evento dentro de la Semana del Emprendimiento en Aragón que tuvo lugar este viernes en Fayón y sirvió para alertar sobre la necesidad de un cambio para que esta industria pueda perdurar en el tiempo. «Ya hemos perdido dos generaciones que no se han dedicado al textil. Necesitamos encontrar ese personal cualificado y formación», dijo José Arbonés Vicente, de la Sociedad Cooperativa Textil Costura de Fayón, uno de los empresarios participantes en la jornada.
La industria textil sigue siendo uno de los principales motores económicos en esta zona del Bajo Aragón Histórico. En la actualidad, hasta seis empresas textiles son las que mantienen empleos fijos desde hace años con proyectos que nacieron en gran parte como emprendimientos en pueblos como Fabara, Nonaspe, Caspe o Fayón. En este último, por ejemplo, este tipo de empresa da trabajo hasta a 35 vecinos, una cifra que resulta realmente positiva teniendo en cuenta que el pueblo apenas supera los 300 habitantes. Y por ello mismo impulsar este tipo de industria resulta crucial para los empresarios textiles, quienes en estos últimos meses también se han visto afectados por la falta de profesionales que también está creando preocupación en otros sectores.
En su caso en concreto, el sector textil no encuentra profesionales especializados en confección y patronaje, algo que, según los empresarios, podría solucionarse a través de «más formación profesional» que anime a los jóvenes a apostar por este sector, según concluyeron durante la jornada. «Creo que hay que dar más difusión a la FP. Que nuestra juventud apueste por formarse a través de esta opción es algo básico para el crecimiento industrial y el desarrollo empresarial no solo del medio rural, sino de Aragón», afirmó Jesús Lázaro, de Anfer Punto, en Caspe, junto a quien coincidió Eva del Ruste, impulsora del proyecto de moda social Segundas Vidas. «No todos podemos tener nuestra propia marca, para el sector también son cruciales los trabajadores. Por eso hay que cambiar el chip y apostar por la especialización», especificó.
De hecho, la revalorización de estos estudios no solo es para ellos una aspiración, sino también una reivindicación. «Apostar por la FP es algo que se ha perdido bastante. El diseño es muy importante, pero también es crucial trasladar lo que se ha creado a un patrón que sea productivo. De nada sirve ser muy creativo si luego no tenemos quien nos fabrique una prenda. ¿Para qué queremos un ingeniero si en nuestro sector necesitamos un patronista?», reflexionó Encarna García, de Carmen Taberner, cuya sede está en Fabara.
A esta problemática, según ha detectado el tejido empresarial, también se suma el desconocimiento que gran parte de la sociedad tiene sobre las ayudas o mecanismos para poder emprender, algo frente a lo que se pide un mayor apoyo desde la administración pública.
Preocupación ante la reducción de la jornada laboral
Estas, sin embargo, no son las únicas problemáticas a la que la industria textil se enfrenta actualmente. Aparte de trabajadores, este sector también necesita una renovación que debe pasar por la innovación, un objetivo que, no obstante, «resulta complicado conseguir» si se tiene en cuenta que «las empresas llevan trabajando por debajo del precio del coste desde la pandemia». Además, a todo ello ahora se suma la posible reducción de la jornada laboral de los empleados, un tema que también ocupó gran parte del debate de la jornada de este viernes y frente al cual también se mostró gran preocupación. «Hay determinados procesos en los que la parte productiva es muy automatizada y no es preocupante. Pero en los que respecta a la confección los tiempos son los que son. Si se redujeran las jornadas tendríamos que contratar más personal y eso conlleva un coste que a veces resulta difícil afrontar», defendió Heriberto Arbonés, de Corte Textil Arbonés, S.C, en Fayón.
¿Qué se puede hacer frente a todo este panorama?, se preguntaban unos a otros durante esta jornada empresarial. Entre las posibles soluciones, además de una mayor formación y difusión, también se incluía la posibilidad de unirse a otros empresarios a través de la Federación de Industrias Textiles y de la Confección de Aragón, un organismo capaz de «canalizar las reivindicaciones del sector». No obstante, posiblemente la más apoyada fue la petición de que se tuviera en cuenta la realidad de este tipo de empresas en el mundo rural, la cual sigue siendo muy diferente a la de las grandes empresas ubicadas en ciudades. «Deberían pensar en este tejido empresarial de la pequeña y mediana empresa. Somos pequeños autónomos, que en algunos casos damos empleo a dos personas con una economía muy limitada. Los gobiernos que dirigen sus parámetros económicos deben antes pararse a pensar en cómo se administran este tipo de empresa en una zona rural para llegar a fin de mes«, sentenció Arbonés.