Desde Jatiel, Antonio Gimeno crea inventos para mejorar la calidad de vida de la gente. Lo último es una bici-triciclo
Antonio Gimeno Clavero (1941) pasa largas horas en el taller de su casa en Jatiel donde crea inventos destinados a mejorar su calidad de vida, la de sus vecinos y la de todo aquel que desee informarse sobre alguno de ellos. Una bici-triciclo con motor es la última de sus muchas creaciones pero ya piensa en lo siguiente.
Han pasado quince años desde que Antonio Gimeno pasó a engrosar la lista de jubilados. Tres lustros muy productivos ya que en este tiempo, y desde su casa de Jatiel, ha dado (y sigue dando) rienda suelta a su faceta creadora.
La localidad no solo es la que tiene el censo más reducido de la comarca del Bajo Martín con 40 censados, también es en la que se cuecen los artilugios más variados. Todos, con el único fin de facilitar la vida de la gente.
La bici-triciclo es una buena muestra de ello. Es la última creación de Antonio y nació, como por todo, por cubrir una necesidad. Él mismo se mueve con ella por el pueblo y hace sus incursiones en el vecino de Castelnou, lugar donde se presenta en diez minutos.
«Tengo la idea, la desarrollo y cuando veo que funciona, deshago todo y me pongo con otra cosa», dice. Lo hace desde el taller que tiene en su casa, una vivienda completamente conectada y que maneja desde un cuadro de mandos. «De aquí controlo el foco, las persianas… La gatera», dice mientras muestra un control remoto. «Son chorradicas que he ido haciendo durante años», añade restando importancia.
Lo que llama «chorradas» son pequeños detalles que pueden hacer más fácil la vida de una persona, como por ejemplo, una alarma que avisa cuando el cartero echa una carta, otra que avisa de la hora de la medicación o un elevador que conecta la planta baja de su casa con el piso superior y que instaló hace 20 años.
En estos calurosos días se afana en mejorar la bici-triciclo que está hecha a base de «distintos proveedores», ríe. Esto es, de piezas que le entregan vecinos y conocidos sabedores de que él les dará una segunda vida. «La clave es el eje, esta pieza en la que se insertan las dos ruedas traseras. Si se quita y se coloca la rueda original, vuelve a ser la bici que era», dice enseñando la pieza. Detrás del sillín ha colocado una caja en la que va la batería ya que el vehículo puede funcionar solo con energía accionando el circuito eléctrico, a pedales o combinando ambas.
«Para moverte por el pueblo es ideal, sobre todo, para gente de una cierta edad o que no se maneja muy bien en dos ruedas como es mi caso. Yo de bicis no tengo ni idea, así que esto lo puede hacer cualquiera. Todo lo hace la necesidad», añade. «¿Qué haré mañana? No lo sé pero algo que sea de utilidad, hay que avanzar», advierte.
Un pionero
Comenzó como tornero con 14 años y más tarde entró en un taller con «muy buenos maestros» antes de cruzar a Francia. «Comenzó la Era del Control Numérico -la automatización de las máquinas industriales- y tuve la gran suerte de que me cogieran, era una tecnología muy joven y no había gente preparada», dice.
Son incontables las ideas que ha desarrollado y todas las guarda en papel ya que antes del desmontaje apunta croquis y esquemas de todos los circuitos eléctricos. «Mucha gente me dice que qué bien le vendría la bici-triciclo… Pues quien quiera la puede hacer y mejorarla. Yo no se la hago pero le doy toda la información», explica.
Mantiene que todo lo da los años y la gente con la que tratas. «Creo que lo tienes que devolver aunque haya quien diga que no le ha dado nada la vida. Claro que te da… A mí al menos», sigue. «Quiero que la gente se aproveche. Lo que sé me lo ha enseñado la gente y solo hago lo que han hecho otros conmigo. Hago esto porque quiero», concluye sonriendo.