El conocido escritor presentó su novela hace un par de semanas en la Librería Serret de Valderrobres
Quince años después de la publicación del libro «Soldados de salamina», Javier Cercas vuelve a la Guerra Civil para, en esta ocasión, relatar la historia de su tío abuelo, Manuel Mena, que murió en la contienda con tan solo 19 años. Una historia que cuenta la vida de un chico que murió defendiendo sus ideales, una de esas personas que se fue a la guerra para no volver.
Cercas estuvo el pasado sábado 29 de julio en la Librería Serret de Valderrobres firmando ejemplares y charlando con varios de sus lectores. Javier, además, tuvo tiempo para atender a LA COMARCA y hablar sobre su nueva novela.
El Monarca de las sombras narra la historia de Manuel Mena, un tío abuelo suyo, que fue un falangista entusiasmado… O, al menos, lo fue un en principio. Al final, una historia de los tantos jóvenes que fueron a la guerra y no volvieron.
De lo que habla el libro, más que de la Guerra Civil, es de la herencia. Más que del pasado, del presente. O de un pasado que forma parte del presente. Al final, la gente tiene la idea de que el presente es solo el hoy, pero eso es mentira. El pasado que tiene memoria y del que todavía hay testigos, es el presente. Sin ese pasado, el presente está mutilado. Digamos un poco que es la herencia de la violencia con la que todos cargamos.
Pero, ¿quién fue Manuel Mena?
Este chico era como el símbolo de la herencia de la violencia de mi familia. Era un chico joven, tío de mi madre y casi como su hermano, porque vivían juntos. Era el primero de la familia que estudió, tenía inquietudes intelectuales y en el año 1936 se apuntó para el ejército de Franco. Manuel muere dos años después (con 19 años) en la Batalla del Ebro. Este chico siempre fue para mí una pregunta, ¿por qué hizo eso? Cuento su historia porque es la historia de muchos. Al final, la literatura lo que consigue es convertir lo particular en universal.
Al final, es utilizar la figura de su tío para explicar la historia, la herencia que hoy en día tenemos.
Sí, la herencia con la que yo cargo y con la que cargamos todos. ¿Por qué es tan importante esto? Si tú sabes en qué consiste tu herencia y la entiendes, puedes manejarla. Si no sabes en qué consiste y no la entiendes, es ella la que te maneja a ti. El que no sabe de dónde viene, no sabe dónde va.
El pasado está ahí. Hay que entenderlo, es necesario comprenderlo.
Claro. Entender no es justificar. Entender es darte los instrumentos para no cometer los mismos errores que cometieron nuestros antepasados. Cuando algunos dicen «esto del pasado vamos a dejarlo, porque ya no le interesa a nadie…», sobre todo lo dicen los políticos, los malos políticos. Quien dice eso miente o es un idiota, que no sé que es peor. La única forma de hacer algo útil con el futuro es tener el pasado siempre presente. En el momento en el que olvidas el pasado, y sobre todo el peor pasado, ya estás preparado para repetirlo. Que por cierto, es lo que nos está ocurriendo en los últimos años. Ya no me refiero solo a España, sino a Europa y a todo Occidente. Esta novela lo que quiere es contar la historia de este chico, de mi familia, para explicar a través de ella la historia de muchas familias y de nuestra relación con ese pasado tan complejo y tan duro. Lo he intentado hacer con el mayor coraje y la mayor complejidad posible, porque no vale edulcorar el pasado, hay que afrontarlo tal y como es.
No habrá sido nada fácil hacer esta novela. Ya no solo por el hecho sentimental, porque habla de su familia, sino porque también ha tenido que ser casi un historiador. Un trabajo de mucha documentación, bucear en archivos y realizar entrevistas…
Además de que no ha sido fácil, ha sido peligroso. Como me dice un personaje de la novela, «¿tú sabes dónde te estás metiendo?». Mi familia era franquista y en los pueblos ocurrieron cosas horribles, como en las ciudades. Las familias no quieren hablar de eso, porque quien ha vivido cosas atroces no quiere hablar de ello. Y ellos tienen el derecho de callarse, pero nosotros tenemos la obligación de saber. Y sí, fue difícil y peligroso como te he dicho, pero un escritor que no corre riesgos acaba siendo un escribano. Yo como persona puedo ser razonablemente cobarde, pero como escritor no puedo serlo. Podemos decir que la guerra la conocemos todos bastante bien, pero el pasado de nuestra familia lo ignoramos por completo.
¿Por qué se ha decidido a publicar esta novela ahora?
Es muy fácil, porque no he sabido hacerlo antes. No es fácil contar la historia de una familia y convertirla en universal. En el libro cuento el por qué de publicarlo ahora. Ha sido por muchos motivos, porque si no lo hacía ahora, no lo podría hacer nunca. Si los testigos morían, todo se acababa. Por otro lado, tampoco conocía lo que había de universal en esta historia tan personal. Es una historia universal porque ha habido millones de Miguel Mena en el mundo. Chavales idealistas que se creen que van a salvar a su familia y a su patria, que tienen una visión idealizada de la guerra y que al final se encuentran con lo que es la guerra de verdad: el horror total y la violencia sin sentido. Para escribir esta novela, yo he tenido que superar también una vergüenza y aceptar que entender es fundamental. Entender sobre todo lo peor, porque entender no significa justificar.
La frase que utiliza de «entender no significa justificar», quizás se la debería aplicar más de uno en la actualidad.
Hay una cosa que yo creo que es muy grave y es que no nos hemos puesto de acuerdo sobre nuestro pasado inmediato. Tiene que existir un mínimo acuerdo. Por ejemplo, que en España en 1936 lo que hubo fue un golpe de Estado. Eso hay una parte del país que todavía no lo ha entendido ni lo ha aceptado, y es un problema muy serio. Cuando te he dicho que la única forma de hacer algo útil con el futuro es tener el pasado siempre presente, me refiero a si utilizamos ese pasado de la forma correcta. Si mientes sobre él, si lo manipulas y si lo usas políticamente para tus propios intereses, entonces ese pasado es una bomba. Esto es lo que está ocurriendo en la actualidad, que el pasado se ha convertido en un instrumento de lucha política y eso es gravísimo.
¿Qué cree que tiene que ocurrir para que por fin se pase página y se pueda entender el pasado?
Lo ideal sería que el Rey y la derecha española condenaran taxativamente lo ocurrido. Mi libro al final habla un poco de esto en el fondo, porque habla de la herencia de la guerra. Decir que aquí lo que hubo fue un golpe de Estado contra una República Democrática y los que tenían la razón política eran los republicanos. Mi familia se equivocó. Ahora bien, ¿eso significa que todos los republicanos eran buenísimas personas?, no. Quienes mataron a más de 7.000 curas y monjas a sangre fría no eran personas decentes. Yo les llamo los canallas de las buenas causas, tenían la razón política pero no la razón moral. Pero también pasó a la inversa. Hubo gente que estuvo del lado franquista y se equivocó políticamente, aunque lo hizo de buena fe. Esas personas no tenían la razón política, pero yo no me atrevo a decir que no tuvieran la razón moral.
Yo me he pasado toda mi vida investigando sobre la vida de este chaval. Tenía 17 años cuando fue a la guerra, y no puedo decir que fuera peor persona que yo. Al contrario, tengo todos los elementos para pensar que era mejor persona que yo. Si entendiésemos esto, quizás podríamos estar preparados para llegar a un acuerdo sobre el pasado.