El Tambor de Honor de Alcorisa 2019 está vinculado a la Semana Santa desde los inicios y sigue tocando en todos los actos
Jorge Martín recoge el Tambor de Honor de Alcorisa 2019 con orgullo y agradecimiento aunque, si por él fuera, lo habría evitado. No le gusta el protagonismo y prefiere disfrutar de la Semana Santa pasando desapercibido junto a su bombo. «Cuando me lo comunicaron les dije que buscaran a otra persona, pero al final tuve que aceptar», cuenta.
Tiene 77 años camino de 78 y a los 18 se marchó a Barcelona para trabajar, aunque siempre reservaba vacaciones para volver a Alcorisa. «Nunca he perdido el contacto con mi pueblo y mucho menos con la Semana Santa, ¡que para mí es la semana grande!», destaca uno de los más veteranos y que no ha faltado a ningún acontecimiento. Empezó a tocar después de casarse, a finales de los 60, cuando un grupo de jóvenes alcorisanos intentó animar las procesiones de Semana Santa porque poco a poco se estaban perdiendo. «Unos se marcharon a Alcañiz a comprar bombos, otros a Zaragoza… Nos fuimos moviendo y uno de los promotores me dijo que si quería salir a tocar. Acepté y desde entonces no he parado», explica Jorge Martín, que también destaca la paciencia que tuvo su mujer porque tan pronto como llegaba a Alcorisa dejaba las maletas en casa y se marchaba a ensayar.
Siempre fue de bombo y todavía hoy sigue tocando como el que más con el mismo con el que empezó, hace más de 40 años. La edad le ha hecho perder la energía de antaño pero sigue saliendo a todas las procesiones con el mismo ímpetu. «Mentiría si dijera que no me canso, pero es tanta la ilusión que cuando llega la hora y cojo el bombo me olvido del cansancio», comenta feliz este alcorisano.
«Mentiría si dijera que no me canso, pero es tanta la ilusión que cuando llega la hora y cojo el bombo me olvido del cansancio»
De sus tiempos mozos recuerda la buena convivencia entre cuadrillas, la armonía y cómo eran las madrugadas del jueves al viernes. «Rompíamos la hora y si alguno se iba a dormir cuando nos dábamos cuenta íbamos a buscarlo a casa», rememora entre risas. De esos primeros años destaca la antigua bodega el Cantal, ubicada en la parte de abajo del Caracas, a la que los tamborileros solían asistir para recenar y reponer fuerzas. Como dato curioso subraya que la cofradía a la que pertenece, la de San Juan, se fundó precisamente en esa bodega poco después de Romper la Hora.

Recuerdo a los promotores
No quiere dejar pasar la ocasión de nombrar con cariño a los cofrades y tamborileros que estuvieron junto a él en los inicios de la Semana Santa, especialmente a los de San Juan. «Carrillo, Roberto, Andrés, Florián, Manolillo ‘el andaluz’, y los últimos en desaparecer: Alberto Belenguer y José Martín, el tío Zuquerero, que fue el promotor de todo», recuerda.