El pintor y escultor fue nombrado el pasado fin de semana Hijo Predilecto de Calanda
A pesar de sus 93 años, José Lamiel goza de una salud excelente y de una memoria prodigiosa. Acaba de ser nombrado Hijo Predilecto de Calanda, su pueblo natal, y no para de mostrar al Ayuntamiento y a los vecinos su agradecimiento por darle tanto cariño. Después de descubrir una placa en su honor en su casa familiar, en la que ahora vive su hermano, atiende a LA COMARCA sin soltar ninguno de los regalos recibidos. Por fin un poco de calma después de una mañana llena de recuerdos y en la que fue muy fotografiado. «Es posible que haya sido uno de los días en los que más fotos me he hecho», bromeó.
¿Qué se siente después de ser nombra Hijo Predilecto de su pueblo?
Me siento muy agradecido al Ayuntamiento de Calanda, se han portado muy buen conmigo. Al final es un reconocimiento a la dedicación que he tenido por el arte durante toda mi vida. Es un honor muy grande ser Hijo Predilecto de Calanda.
Ha vuelto a Calanda después de mucho tiempo sin hacerlo. Se le habrán venido muchos recuerdos a la mente…
He sentido una emoción interna muy grande porque me han venido a la memoria recuerdos de niño, cuando yo ya soñaba en otro mundo más ideal y más creativo.
Precisamente en su discurso ha hablado de la inspiración que le suscitó en su juventud el entorno natural de Calanda…
Toda esa fuerza que tienen las montañas que hay enfrente de Calanda, todo eso, me inspiraba mucho para hacer un mundo con más fuerza. Cuando era niño notaba, y veía, una especie de lucha entre la piedra que salía de las montañas y la tierra. Eso me inspiraba e intentaba plasmarlo en mis obras.
Entender Calanda sin el tambor es muy complicado, usted lo sabe. Tengo entendido que es un gran apasionado de este instrumento y que todavía conserva uno.
Sí, la Semana Santa siempre me ha gustado mucho. Esa sonoridad y ese sentimiento que le pone todo el mundo es emocionante. Yo tengo un tambor de cuando era niño, tiene casi un siglo. Me lo regalaron de niño y lo guardo como un recuerdo de cuando era pequeño.
Ha trabajado en Colombia, en Estados Unidos y desde hace mucho años ha estado afincado en Madrid. ¿También les ha hablado de cómo se vive la Semana Santa en Calanda?
Al final siempre he llevado a Calanda en mi corazón. Siempre recordaba a mi pueblo y era algo que les decía a todos mis conocidos. Recuerdo que cuando les hablaba de la Semana Santa y el tambor, les contaba hasta los horarios que tenía el pueblo para tocar.
Su pasión por la Semana Santa le ha llevado a idear su próxima escultura, que tiene por nombre «Tradición». ¿Qué simboliza esta obra?
Es un monumento hecho en bronce de tres metros de altura. Se titula «Tradición», simboliza un poco el paso de este sentimiento de los padres a los hijos. La maqueta que tengo hecha a escala consta de una peana de granito y sobre eso va montada la figura de un hombre, con la túnica tradicional de aquí, con un niño delante, que es su hijo, tocando el tambor. Es un proyecto que tenemos junto al Ayuntamiento. La verdad es que me gustaría que este monumento pudiera estar ubicado en la entrada del pueblo…
Aquí en Calanda existen varios vestigios de sus obras. Uno de ellos es el busto de Goya que realizó cuando era un adolescente. ¿Cómo ha evolucionado Lamiel como artista desde entonces?
Yo tendría unos 10 ó 12 años cuando empecé a hacer el busto de Goya. Es cierto que la escultura religiosa, la más tradicional, hay que mantenerla. Tiene que ser más realista, por lo que seguramente no ha variado mucho. Pero la profana sí que lo ha hecho, siempre he intentado esforzarme para hacer esculturas mucho más simples y en la que predominan los volúmenes. Si uno tiene imaginación y talento, puede hacer grandes esculturas simplificando mucho. Tanto en la pintura como en la escultura, siempre he intentado anticiparme a mi época, pensar en lo que se va a hacer dentro de unos años. Esa lucha siempre la he tenido muy presente, el hacer algo diferente.
Ya para terminar. Entre la escultura y la pintura, ¿con cuál se queda?
Es complicado porque son diferentes. En la pintura se puede plasmar más el sentimiento y la sensibilidad, mientras que en la escultura es diferente. En la escultura tiene que predominar la imaginación de un arte que puede adaptarse muy bien en tiempos futuro. Esa es mi manera de pensar.