La IGP de los vinos del Bajo Aragón trabaja para su conversión en Denominación de Origen
Las bodegas del Bajo Aragón Histórico afrontan estos días una de las fases más importantes en la creación del vino: la vendimia. Se espera que la campaña sea buena tanto en cantidad como en calidad, algo que el sector agradece tras un 2017 que fue desastroso: las heladas tardías, la pronunciada sequía y el granizo provocaron una merma en la producción de en torno al 50%, que en algunos casos particulares llegó hasta el 70%.
Este año la climatología ha respetado y se ha mostrado favorable para las vides, con un tiempo más fresco y mayores precipitaciones, sobre todo en primavera. La bonanza climatológica también ha provocado que la vendimia vuelva a su fecha habitual, ya que en los últimos años se había adelantado. «Se espera una buena campaña, tanto en calidad como en cantidad. La producción será normal, de en torno a 16.000 o 17.000 hectolitros, como la de la campaña 2015-2016», explica Javier Azuara, presidente de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Vino del Bajo Aragón.
Con la D.O. en el horizonte
La IGP continúa trabajando para aumentar la visibilidad de los vinos que produce. En este sentido, desde la organización tienen la vista puesta en un objetivo de cara al futuro: la conversión de la IGP en Denominación de Origen, si bien este cambio todavía se encuentra en fase de evaluación. «Estamos estudiando la viabilidad de pasarla a D.O., aunque es un tema que todavía no está avanzado porque tenemos que contactar con las bodegas y los viticultores», explica Azuara, quien destaca que si hay voluntad por parte de los agentes «se peleará para sacarlo adelante».
Cabe destacar que las diferencias entre una IGP y una D.O. son mínimas en cuanto a calidad y características del producto. Sin embargo, en España las D.O. suelen gozar de un mayor reconocimiento por parte del gran público. «La gente desconoce las IGP mucho más que las D.O., pese a que son figuras muy similares que garantizan el origen de un producto y que éste reúne unas condiciones. Creemos que convirtiéndonos en D.O. se puede conseguir visibilidad y ese plus en concepto de imagen», comenta el presidente de la Indicación Protegida.
Además de hacer la marca más reconocible para el público general, la posible conversión a D.O. podría traer más noticias positivas como el hecho de optar a ayudas de DGA o de otras administraciones. Este hecho sería importante ya que la IGP trabaja en varias comarcas de las provincias de Teruel y Zaragoza, con lo que «es más complicado entrar en programas como los de desarrollo rural».
Otro de los objetivos que se plantea actualmente la IGP es darse a conocer entre el público de su zona de producción: el Bajo Aragón Histórico. «Queremos que la gente vea que aquí se está creando un producto de muy alta calidad, que sepan que las bodegas priorizan este aspecto», explica Azuara.