La Fundación Amantes de Teruel comienza el 26 de enero las representaciones de la ópera en la que sonarán dos enormes bombos hechos en Calanda
A final de mes, el 26 concretamente, la iglesia de San Pedro de Teruel albergará la primera representación del año de la Ópera de los Amantes. El último pase será el 14 de febrero por lo que será el preámbulo ideal a la recreación de las Bodas de Isabel de la ciudad.
Aquellos que decidan acudir a ver la ópera se encontrarán con dos enormes bombos. Lo son tanto, que se han ganado la categoría de gigantes por lo que antes de ser bombos fueron reto. El que se le presentó a José Antonio Plana. Desde su mostrador de Tambores Plana Conesa de Calanda atendió el pedido de la Fundación Amantes de Teruel. Aquello fue a comienzos de noviembre y, aunque el reto era grande, el día 26 estaba entregado.
Las medidas se las reservan ya que el objetivo fue hacer dos grandes bombos pero sin intención de batir ningún récord. «Sí que puedo decir que cada uno pesa unos 100 kilos, lleva unos 100 metros de cuerda y aros de casi cuatro centímetros de grosor», explica.
El principal inconveniente que se presentó aunque lo salvaron con creces fue la piel. «Es de vaca y encontrar hasta esta dimensión nos costó mucho pero la encontramos», explica. La magnitud se mide también en tiempos y no resulta complicado hacerse una idea del trabajo. «El montaje fue muy laborioso, cuando nos pusimos con el primero empleamos siete horas», cuenta José Antonio. Desgrana ese tiempo. «De seis de la mañana a diez estuvimos con el montaje y el resto, pasando los cien metros de cuerda», añade. Por no mencionar el encolado de los aros, una tarea en la que emplearon unos ocho días. Además, también se diseñaron los carros sobre los que se asientan y que se emplearán en la ópera.
El encargo fue posible porque las instalaciones son amplias y por el personal. Todo el proceso del taller lo realizaron entre los dos trabajadores y en el montaje se precisó de la ayuda de un par de personas. «Para mover las pieles, una podía pero muy justo pero en montaje era imposible. Además de por las dimensiones, por la delicadeza que se le debe al encargo», comenta el calandino. El momento del transporte se realizó con un camión grúa de la localidad.
Ahora, metido de lleno en los encargos de las cofradías locales, reconoce que está muy satisfecho. «Con tiempo, todo es posible», dice.