La Villa Minera, además de ser motor industrial durante las últimas décadas, es una localidad de servicios a la que acuden vecinos de todos los pueblos de la comarca. Supermercados, asesorías, bancos, clínicas privadas, panaderías, carnicerías y muchos bares, entre otros establecimientos, llenan las calles del centro, sobre todo la Avenida San Jorge, que es la principal arteria comercial de la localidad.
Aunque algunos establecimientos han cerrado la persiana en los últimos meses, el número de comercios se mantiene y está más activo. De hechos, desde la Asociación de Empresarios de Andorra-Sierra de Arcos y el Bajo Martín celebran que han alcanzado los 103 socios cuando, hace cuatro años, no llegaban a 90.
En cualquier caso, reconocen que el cierre de la Central Térmica y, si nada lo remedia, la marcha de cientos de familias de la comarca, afectaría muy directamente a sus negocios. «Ilusión, tenemos mucha y ganas también. Pero falta materializar toda esa ilusión en proyectos que generen puestos de trabajo. Se habla mucho de transición justa pero ha pasado más de un año desde que la Ministra nos dio el mazazo y no hay nada. Se dicen muchas cosas pero no vemos nada», explica Alejandro Guarido Villa, propietario de un estanco en la misma avenida San Jorge. Explica que con los prejubilados de Endesa y de las minas, la localidad «se va manteniendo». «Pero claro, eso es finito», reflexiona.
También el empresario Roberto Miguel, presidente de la asociación y propietario de una tienda de muebles, intenta ver el vaso «medio lleno» y ser optimista. Subraya que sabían hacía tiempo que el cierre de la Térmica iba a llegar. «Quedamos gente que creemos que pese al carbón, algo tenemos que hacer para seguir disfrutando de la vida que tenemos aquí», dice Miguel, que incide en que hay que impedir contagiarse del «pesimismo» porque «con trabajo, con ilusión, innovación y ganas de defender lo nuestro podemos contribuir a que el pueblo siga vivo».
Ambos denuncian «promesas incumplidas» y «empresas fallidas» por parte de los políticos pero, por otra parte, destacan que Andorra es una ciudad con muy buenos servicios y con «posibilidades de que se implanten alternativas».
La Central apura el carbón
Entre tanto, la Central apura ya sus últimas 100.000 toneladas de carbón, el equivalente a entre 15 y 20 días de trabajo. Aunque la producción ha sufrido una parada forzosa por el temporal, tanto el personal de Endesa como las subcontratas asumen que la actividad, condicionada también por el mix energético nacional, no irá más allá de finales de mes.
Ni unos ni otros esperaban tener tantas dudas a estas alturas, ya que ni se ha firmado el convenio de transición justa, ni se ha aclarado si será Endesa quien desarrolle el proyecto fotovoltaico que sustituirá la potencia térmica de la central ni se ha avanzado en la elevación de aguas del Ebro a Andorra. El último jarro de agua fría ha venido de Europa, con el «injusto» reparto del Fondo de Transición, que destinará a España únicamente 307 de los 7.500 millones de euros disponibles entre 2021 y 2027.
Trabajadores de Endesa, jubilados y personal de las subcontratas hicieron visible su malestar el pasado jueves en la plaza del Torico de Teruel con su particular entierro de la transición justa, una protesta con la que reivindicaron «justicia» laboral. Estos últimos ven «con incertidumbre» lo que pueda ocurrir más allá del 30 de junio, fecha hasta la que la central estará «disponible». No descartan, de hecho, elevar el tono, manifestarse en Zaragoza y realizar una gran protesta en Madrid con el resto de contratas de España.
Los tres colectivos recuerdan que, de no haber sido por el parón provocado por la borrasca Gloria, iniciado el día 22, ya solo quedaría carbón «para una semana». No obstante, la central volverá en breve a la actividad, reanudando una cuenta atrás que, a pesar de haberse iniciado hace más de un año, ha cogido a las principales instituciones con todo a medio hacer.
El principal problema, coinciden los agentes consultados, está en que, por el momento, todos los planes están «sobre el papel», sin que este año se hayan visto avances «reales» más allá de los compromisos adquiridos por las administraciones a nivel autonómico, nacional y europeo.
El propio alcalde de Andorra, Antonio Amador, reconoce la necesidad de ir «concretando cosas». Mientras, aseguró, el Ayuntamiento sigue trabajando «con ilusión», y espera que las empresas que se instalen en la comarca cuenten con los trabajadores y eviten un «éxodo» hacia otros puntos de España. De lo contrario, la localidad se expone a unas graves consecuencias socioeconómicas que se antojan irreversibles.
Preguntas sin respuesta
Alejo Galve, secretario general de UGT en Teruel, no entiende que el carbón se acabe y Endesa no haya aclarado la situación del personal propio y las subcontratas. «Desconocemos cuántas personas se quedarán. Lo ideal sería que se aprovechasen estos meses hasta junio para formar a los trabajadores de cara al desmantelamiento», expuso. Galve espera que el Consejo de Ministros inicie «en cualquier momento» el proceso para adjudicar los mil megavatios de la central, cuya resolución aportaría «certezas» a la plantilla y a las subcontratas.
Sus palabras coinciden con las de Antonio Planas, delegado de CC. OO. en la térmica de Andorra, que esperaba que a estas alturas la transición justa, o al menos sus primeras medidas, fuesen ya una realidad. «Estamos igual que hace un año», lamentó.
Una de las prioridades, apuntó, es que Endesa aclare qué porcentaje de los 138 puestos fijos que generará su proyecto fotovoltaico a partir de 2027 irán a parar a su personal y cuántas plazas se reservarán para las subcontratas. «Hasta ahora se nos ha dicho que serán mixtos, pero no concretan», dijo.
Pese a que, como recordó el presidente de Aragón, Javier Lambán, en el último pleno ya «hay proyectos ya en marcha», como el de biomasa de Andorra, que crearía 60 puestos directos, o la planta de arcillas de Samca (58), los trabajadores reclaman soluciones a corto plazo, ya que, como recuerdan, hay gente que ya ha perdido su puesto de trabajo o ha sido recolocada a kilómetros de distancia.