Dos cruces de madera permanecen inherentes al paso del tiempo en la pared izquierda del cementerio municipal de Valderrobres. Casi imperceptibles para el ojo humano por su color, que se desdibuja con la maleza, son en cambio la esperanza de una familia, la de Joaquín Ferrer Alaber, el secretario del Comité Revolucionario de Ráfales fusilado por los franquistas en marzo o abril de 1938. Sus nietos buscan sus restos para otorgarle un entierro digno junto a su mujer. Su historia es como la de cientos de miles de represaliados por sus ideales que yacen en fosas comunes de toda España y que luchan contra la falta de financiación, que aunque poco a poco va aumentando sigue siendo ínfima y por ende, el tiempo que corre en su contra. Los familiares estrechos con los que se les puede comparar el ADN van muriendo con el paso de los años.
De hecho, la última hija viva de Joaquín murió tan solo un mes después de que su familia recibió de DGA el kit para obtener el ADN de la allegada más próxima. Ahora van a intentar encontrar sus restos con 5.000 euros concedidos por el Gobierno Central gracias a las gestiones y el trabajo incansable de la asociación memorialista Pozos de Caudé a petición de la familia. Un equipo de expertos excavará junto a la pared izquierda del cementerio, donde permanecen dos cruces y donde se piensa que fusilaron a Joaquín, secretario del Comité Revolucionario de Ráfales y al presidente del mismo, Salvino Gisbert Demar.
«Encontramos a la asociación por internet y es encomiable su trabajo, se han encargado de todo. Lo que nos pedían era un testimonio y fue el de un hombre que cuando tenía 13 años vio que se llevaban esposados a Joaquín, a Salvino y a otro hombre; y después los fusilaban. El tercero pensamos que a lo mejor se lo llevó la familia y lo enterraron en camposanto», explica Tomàs Andreu Ferrer, uno de los nietos. Este testimonio clave para optar a la convocatoria estatal de ayudas es el de un valderrobrense que también terminó viviendo en la misma localidad que la mujer y los hijos de Joaquín, en l»Aldea, y trabajando con uno de sus yernos-el padre de Tomàs- le contó su recuerdo de juventud.
Los descendientes de Joaquín siempre le preguntaban a su abuela, Concepción Puig García, por su marido pero contaba muy poco. Ellos fueron indagando para saber más del abuelo al que nunca conocieron y la búsqueda se volvió más seria cuando una de sus nietas visitó el cementerio de Valderrobres hace tres años y encontraron las dos cruces, de las que no tenían constancia, en el lugar en el que el testimonio decía que fusilaron a su abuelo.
Su primo Tomàs ya llevaba desde 2016 recogiendo información y cuando tuvo acceso al Portal de Archivos Españoles (PARES) descubrió que en 1922 Joaquín estuvo en la Guerra de Marruecos, de donde regresó como cabo. De esa época es la única foto que conservan.

Especialmente relevante fue que en el PARES encontraron un documento de la causa general del franquismo de la provincia de Teruel en la que aparece su nombre. Un rafelino llamado Pedro Cardona, vocal de Izquierda Republicana, fue sacado de la prisión para testificar por la muerte del cura de Ráfales y en su declaración cita a los miembros del Comité Revolucionario: el presidente y el secretario que se encontraban en paradero desconocido y dos vocales, Rafael Lombarte Vidal y Rafael Albesa Antolín, que habían huido a Francia.
La familia cree que con este testimonio y un chivatazo del escondite de Joaquín y Salvino por los bosques de Valderrobres fueron detenidos y fusilados.
A la familia aún le falta saber (espera encontrarlo en el archivo de Amsterdam) si Joaquín estaba afiliado a la CNT FAI o a algún otro sindicato. Sí que saben que la familia vivía a una casa colectivizada y a su hijo le puso Prudón en homenaje a Pierre-Joseph Proudhon, uno de los padres y principales teóricos del movimiento anarquista.
Molinero en el Matarraña
La historia de Joaquín se remonta a Torre de Arcas pero transcurre por todo el Matarraña. Recorrió con su familia parte de la comarca y poblaciones de las provincias vecinas de Castellón y Tarragona por su profesión, molinero. De hecho, cada hija nació en un molino de un pueblo diferente de la zona: Ráfales, Zorita (localidad de Castellón muy cercana a Aguaviva), Bot y Arnes (Terra Alta). Su mujer, Concepción Puig García, también tenía un buen recorrido previo. Nació en Ares del Maestre y se crió en Catí, dos localidades del Alt Maestrat castellonense, y procedía de una familia de Castelserás, localidad en la que la pareja contrajo matrimonio.
Cuando fusilaron a Joaquín, a finales de marzo o principios de abril de 1938, la familia se encontraba de masovera en la ermita Virgen de la Fuente de Peñarroya y vivían donde ahora se encuentra la hospedería.
Un día lo pasaron a buscar con un camión un grupo de soldados republicanos para que acudiera a trabajar a La Fresneda, lo que coincidió en el tiempo con la entrada de las tropas franquistas a la zona. Joaquín ya no pudo regresar a Peñarroya porque Valderrobres había pasado en manos de las tropas sublevadas. Se escondió pero fue denunciado y lo encerraron en la prisión de Valderrobres, municipio en el que después fue fusilado.
De Barcelona a l»Aldea
Viuda y con cinco hijos de 12 a 3 años (Rosa, Sofía, Agustina, Violeta y Prudón), Concepción estuvo esperando a su marido pero al ver que no regresaba huyó con el ejército republicano hacia Tortosa y de allí a Cànoves i Samalús, en la provincia de Barcelona, donde se refugiaron en una masía.
Allí recibía alimentos pero para colaborar hacía fajos de leña que después vendía en la Rambla de Barcelona. Un día se pinchó con una planta en el ojo y se fue al Hospital Clínico de Barcelona con su hijo pequeño, probablemente porque aún le daba el pecho. Allí le vendaron los ojos y seguidamente le dijeron que su pequeño había muerto de sarampión. No obstante, la familia sospecha que el pequeño Prudón fue un bebé robado aunque no han podido demostrarlo ni han encontrado documentación.
Al terminar la guerra y la dictadura permitió regresar a los pueblos, Concepción decidió volver a la casa de Peñarroya. Se la encontró sellada aunque algunos vecinos le entregaron unas pocas pertenencias que lograron guardar. «El alcalde le llegó a decir que «las culpas de los padres las pagan los hijos» así que con esas pocas pertenencias bajo el brazo se marchó a l»Aldea. Intentó ir a casa su hermano a Valderrobres pero no la quiso acoger, aunque creemos que le dió dinero», apunta su nieto Tomàs.
En l»Aldea (Baix Ebre, Tarragona) vivía su hermana y comenzó una nueva vida como pudo con sus cuatro hijas. «Era una vida de miseria. Siempre nos contaba que hacía aceite pisando aceitunas que colocaba en un calcetín que después escorría. Los vasos se los fabricaban con latas y picando los cantos para que las niñas no se cortasen. Del tiempo en que estuvieron en Barcelona la hija mayor se quedó trabajando de criada en una casa de señores y después acudieron el resto para quitarse una carga de encima en esos tiempos», cuenta su nieta Carme Abril Ferrer.
En los años 80 las hijas regresaron a Peñarroya para ver la casa pero no les dejaron entrar. «Terminaron pegando una patada y encontraron la hiladora de su madre, reconocieron sus sillas y una libreta y recogieron una carta. Fue un drama porque se emocionaron todas… aún estaba muy tierno», explica Carme, quien precisa que cuando explicaron hace años a sus madres que iban a comenzar a investigar la muerte de Joaquín éstas «no dijeron ni sí ni no». Ahora, 83 años después de que Joaquín muriera fusilado por pertenecer al Comité Revolucionario, su familia mantiene la esperanza de hallar sus restos y otorgarle un entierro digno junto a su querida esposa.
Mucha fuerza y ánimo. Lo encontrareis . Salud.
Tristes recuerdos para una familia que no olvida a su abuelo, miserias humanas que llevaron a tanta tragedia. Al ver Valderrobres, me viene a la memoria otro hecho ocurrido en nuestra Guerra Civil. Abelardo Bel, natural de Fórnoles, fue detenido en Santolea por los republicanos en la caseta del Tejero, en la tejería y fue conducido a Valderrobres, donde fue fusilado, su delito, era un cura.
Mucho ánimo, y que todo salga bien,y que lo encontreis,y podais darle sepultura junto a su esposa,como se merece.
Un Saludo a toda la Familia.
El abuelo , siempre es el abuelo .
Y no hay distinciones de colores
Ni pronunciación. El abuelo es el
Abuelo .
Soy un nieto de Juan Pio Ferrer Alaber, hermano mayor de Joaquín, me alegro muchísimo de que por fin podáis sacar a vuestro abuelo y ponerle en el lugar que le corresponde. Mi tío Joaquín Ferrer, primo de vuestra madre, publico una historia de sus padres, esta en: https://cmedinaf.tripod.com/ Una historia más de aquellos tiempos
Un sincero Abrazo.
taf58mdm@gmail.com
He leído toda nuestra historia hace tiempo y fue el principio de toda la búsqueda , gracias.
rafael lombarte vidal membre del comite revolucionar de rafales es mi abuelo… j’habite en france à cahors…j’ai lu avec intérêt l’histoire du probable compagnon de mon grand père , parti en france suite aux faits à l’encontre du prêtre; bon courage .
Joel Bley