Más de 30 artistas de diferentes partes del mundo protagonizan ‘La muerte no existe. El espíritu ni nace ni muere’, la nueva exposición del Monasterio del Olivar en Estercuel. Se trata de una muestra que ha sido comisionada por Gene Martín y Alejandro Mañanas y que ha sido organizada por la orden Mercedaria con el patrocinio por la Fundación Térvalis y la colaboración de la Comarca Andorra Sierra de Arcos, la Universidad Politécnica de Valencia y el Museo de Teruel.
La nueva exposición está ubicada en el claustro del Monasterio y fue inaugurada este viernes. Podrá visitarse a lo largo de todo el verano, hasta el 24 de septiembre. El hilo conductor de las obras que la componen es la muerte, un tema universal que ha sido abordado por diversas culturas y disciplinas a lo largo de la historia de la humanidad y que todavía sigue siendo considerado tabú por muchos. El objetivo que se quiere lograr con ello es «deshacernos de estas creencias» para reflexionar sobre la vida y su finitud. «Vivimos en un mundo que da la espalda a la muerte. Considero que es una cuestión fundamental a abordar en la vida porque a todo ser humano nos va a tocar. Con esta exposición lo que buscamos es que la gente piense si están realmente vivos ahora, antes de morir», explica Gene Martín, uno de los artistas expositores y comisario de la exposición.
La muestra reúne obras de hasta 38 artistas de diferentes procedencias (Estados Unidos, México, Venezuela, Italia y España) que han explorado esta temática desde varias perspectivas. Las obras abarcan una amplia gama de disciplinas, desde la pintura y la escultura hasta la fotografía y el videoarte. Todas ellas ofreciendo una mirada diversa y compleja sobre la muerte, buscando generar una experiencia estética y emocional que invite al público que la visite a reflexionar sobre ella y su significado en nuestra vida. «Lo especial de esta exposición es la fusión de obras de distintas partes del mundo y artistas consagrados-porque alguno tiene el premio nacional de Bellas Artes-en el claustro del Monasterio, un espacio que ya de por sí es una obra de arte«, añade Martín.
Cinco áreas expositivas
Las obras se han organizado en torno a cinco áreas expositivas. En la primera área titulada «La muerte del individuo» se agrupan un óleo de gran formato del pintor turolense Diego Aznar, la actuación poética del riojano Mateo Patón, una cerámica con hierro de la turolense Lucía Villarroya, un óleo de Quinita Fogué (zaragozana afincada en Bañón-Teruel-), dos esculturas de alabastro del alcañizano Miguel Ángel Abril, una escultura cerámica del turolense Mariano Calvé y la obra del neoyorquino Robyn Chadwick.
Bajo el título «En la muerte no hay soledad» se han dispuesto la pieza de videoarte de la barcelonesa y Premio Nacional de Bellas Artes, Eulalia Valldosera, la obra de acuarela y acrílico del catalán afincado en Teruel Ramón Boter, la instalación de vidrio de la zaragozana Sandra Moneny, la obra de la ceramista de Celadas Reyes Esteban y la instalación de Ernesto Artillo artista performance de Málaga.
«Lo trascendido» es cómo se ha denominado a la tercera área de exposición compuesta por las obras de Alejandro Mañas, de Castellón y el turolense Gene Martín, comisarios de la exposición, con una instalación escultórica poética y una escultura con material reciclado, respectivamente, la fotografía del también turolense Leo Tena, una escultura del artista italiano afincado en Málaga Mijael Ruggieri y la escultura del zaragozano Hugo Casanova.
En la cuarta área de exposición «Reflejos del Espíritu» se agrupan las obras de la artista catalana Joana Cera, que participa en la exposición con una pieza sonora que se escuchará a través de un código QR labrado en piedra, la escultura de metal y madera de la mexicana Alina Rotzinger, el conjunto de 8 acuarelas del grupo Círculo del agua de Madrid, el collage de la artista estadounidense Laura Kmetz; dos pinturas japonesas de la venezolana Mariela Morales, una instalación de la también mexicana Laura Rubio y la acuarela de la artista granadina, Araceli García.
«Del principio al fin» es el título de la última zona de la muestra donde se exponen las obras del catalán Carlos Pujol que presenta una escultura, la acuarela sobre madera de la turolense Carolina Cañada, la instalación conceptual del zamorano Luis Salvador (ganador de la primera edición del premio Spiritu del Museo de Arte Sacro de Teruel), el óleo del artista barcelonés Fernando Gaya; la instalación de la también catalana Marta Ortega y la vidriera de la artista de Linares de Mora Carmen Solsona.