Bajoaragoneses por el mundo: la alcañizana Mónica Marín lleva varios años viajando por todo el mundo
Viajera. Hace años que Mónica decidió que su ocupación iba a ser la de viajar y según lo va poniendo en práctica, más argumentos encuentra para no dejar de serlo. Al menos no a corto plazo. Como ella misma dice a sus 27 años y con más de una decena de países recorridos, «entre otras muchas cosas, viajar me ha hecho ver que cada uno tenemos el poder de decidir qué tipo de vida queremos vivir. Ahora un trabajo fijo, casa, coche e hipoteca no me darían la felicidad que el viajar me puede dar», dice.
La alcañizana reflexiona desde Camboya, país junto al que colocó Laos como siguiente destino al trazar la ruta sobre el papel. Este último viaje lo inició en noviembre y calcula que estará por el sudeste asiático entre siete u ocho meses en total. Comenzó en Tailandia, de donde se marchó después de dos meses a Malasia para pasar otro mes. «Un país más desconocido pero increíble, es un paraíso tropical», dice.
Voló a Camboya y después de tres semanas en sus planes se fijó Laos, comprar una moto de segunda mano y viajar por el país, «una cosa muy común entre los mochileros», apunta, y de ahí cruzar a Vietnam y recorrer el país de norte a sur. Filipinas se baraja en el horizonte pero ya se verá. «Es un viaje sin duración fija», dice pero advierte que en verano seguro que vuelve unos meses a España. Procura pasar por Alcañiz, al menos una vez al año. «Allí me crié y allí tengo a mis amigos y mi familia», dice. También tiene su recuerdo para La Portellada, el pueblo de su abuela.
El inicio de todo
Una vez terminó el Bachillerato Tecnológico en Alcañiz se marchó a Barcelona para estudiar Ingeniería electrónica, carrera que cambió por un Grado Superior en Salud Ambiental. El explorador que dicen que todo ser humano lleva dentro, empezó a querer salir y Mónica decidió ponerse con el inglés.
«Así podía viajar a muchos lugares», añade. Conoció una web que ofrece intercambio de trabajo alrededor de todo el mundo, una fórmula que probó en 2012. Se fue como voluntaria al norte de Inglaterra y luego a varios puntos de Escocia donde llegó a conseguir trabajo en una marisquería.
Agotada por el clima triste, en 2014 decidió recargar pilas en un lugar cálido y se fue dos meses a Nicaragua con una excedencia. «Fue mi primer viaje mochilero y todo me sorprendió. Vi mucha pobreza pero me quedé con la forma de ser de la gente», cuenta con cariño de la primera experiencia en la que se dio cuenta «de todas las cosas positivas que un viaje así te puede aportar». Ahí decidió que sería el primero de muchos».
Volvió a Escocia pero con un plan: regresar a Sudamérica. Trabajó, ahorró y en 2015 se plantó allí. Fue un viaje con su pareja por aquel entonces, que empezó en Buenos Aires y durante ocho meses siguió por Uruguay, la Patagonia argentina desde Tierra de fuego, la Patagonia chilena, las cataratas de Iguazú, Paraguay, Bolivia y Perú. Esa travesía la llevó a instalarse en Tenerife. «Mi pasión es viajar pero el dinero no es infinito», ríe. Allí trabajó en hostelería con otro plan: el Sudeste asiático.
Ahora que habla inglés fluido ya está con el francés y el motivo está claro: África está en sus planes de viajera.
ÁNIMO, MENUDA ENVIDIA QUE ME DAS… MUCHAS FELICIDADES POR TU DECISIÓN.