El samperino Miguel Franco Anadón es historia viva de la Ruta. Fue elegido presidente en 1975 y estuvo 25 años al frente. Recuerda con especial ilusión el primer pregón, el estreno de las jornadas de convivencia y el debut de las actuaciones a nivel internacional. Desde su piso de Zaragoza y con 84 años lamenta no estar ahora mismo en Samper con su hija, posando en la puerta de casa para comenzar con el ritual.
Llegó en 1975 a la presidencia...
Samper entró en la Ruta en 1971, unos meses después de su fundación. Cuando nos enteramos de que se estaba fraguando la entidad, nos interesamos. A Samper le correspondía entrar por tradición. Desde entonces, fui vocal hasta que Mariano Laborda lo dejó. Estábamos gente muy volcada en la Semana Santa y en el tambor y me entusiasmó la idea.
¿Cómo fue trabajar con Mariano Laborda?
Aunque Mariano y yo políticamente no coincidíamos, siempre reconozco que le pregunté cantidad de dudas y me apoyó. Él era un enamorado de la Semana Santa y de Híjar, particularmente. Creó el concurso de Híjar precisamente para hacer una especie de punto de encuentro para los pueblos. Cualquiera que sienta y viva la Ruta del Tambor y el Bombo y la Semana Santa le debe algo a Mariano Laborda.
Estuvo 25 años, ¿cómo es lidiar con tantos pueblos y diferentes alcaldes? ¿Es difícil no barrer para casa?
Si de algo me siento orgulloso es de que nadie me puede echar en cara haberme movido por tendencias políticas ni intereses. Quizá mi pueblo puede estar hasta un poco quejoso (ríe). Ya desde el principio intentamos dar protagonismo a todos los pueblos. Intentábamos, por ejemplo, que no coincidieran a la misma hora las principales procesiones. Es cierto que no es la misma repercusión la que tienen los municipios más grandes que los más pequeños, pero nos hemos preocupado de hacer por todos. Y siempre se ha hecho.
Precisamente en 1976 se celebró el primer pregón, ¿cómo lo vivió?
Fue en el teatro de Alcañiz y lo pronunció un catedrático de Calanda, don Miguel Sancho Izquierdo. No fue tan visual ni tan espectacular como ahora, pero fue muy bonito. Después, los tambores y bombos de todos los pueblos tocaron en la plaza de Toros. Fue maravilloso ver la convivencia de todos los grupos, las cuadrillas de todos los pueblos… A partir de entonces ya se hizo todos los años.
En su etapa llegaron también las grandes actuaciones.
La Expo de Sevilla y las Olimpiadas fueron mis dos grandes hitos. Para la Expo, era la primera vez que salíamos y sufrimos algún percance. Uno de los tambores tuvo un pequeño accidente y tuvimos que abandonar el autobús. No fue grave pero luego casi no llegamos a Sevilla. Y luego las olimpiadas fueron el novamás. Y podemos decir que somos olímpicos porque en cada asiento de Monjuic había un libro con todos los participantes en la inauguración y ahí estábamos nosotros. El alcalde de Barcelona entonces, Pascual Maragall, tenía un interés especial en que actuáramos allí. Nos agasajaron, nos trataron muy bien… Guardo un recuerdo extraordinario.
¿Qué más le queda por conseguir a la Ruta?
Yo creo que la gente, y sobre todo la gente joven, tendría que valorar lo que se ha conseguido y cómo. Echar la vista atrás, no olvidarlo e incluso reconocerlo.
Te debes de conocer todas las semanas santas al dedillo.
Ha sido un orgullo ser el presidente pero a partir de ahí me quedo con el placer de haber conocido a tanta gente con el mismo vicio y afición que yo. De todos los pueblos tengo algún recuerdo especial. En Calanda, donde me han concedido el Tambor de Oro, he sido uno más, sobre todo en el Nazareno. En Alcorisa -allí me hicieron Tambor de Honor- tengo buenísimos amigos… Hay algo destacado en cada pueblo que merece la pena.
¿Y qué es lo mejor de Samper?
El abajamiento. Un grupo de amigos conseguimos recuperarlo y la verdad es que a mi me gustaría que se dedicase más dinero. Podría ser un espectáculo impresionante.
¿Cómo vive ahora Miguel Franco el tambor y la Semana Santa?
Intento llegar a todo y de momento lo he conseguido. A las jornadas nacionales, a las de la Ruta… Este año, con un amigo de Alcañiz que vive aquí, ya teníamos sitio tanto para cambiarnos en Alcorisa como allí. Soy cofundador de las jornadas y creo que es una obligación para mí estar. Estaré y tocaré el tambor hasta que me muera. Este año, mi intención era ir a Samper aunque ya estaba suspendida la Semana Santa. Pero al menos para tocar desde la ventana. No podremos romper la hora y será la tercera mancha en el expediente.
¿Qué ocurrió las otras dos?
Una porque tuve que asistir como presidente de la Ruta a una retransmisión en directo de Romper la Hora en Híjar de TVE. Y otra porque estaba de viaje de trabajo en el extranjero. Llegaba justo el Jueves Santo a Barcelona pero tuve que hacer un transbordo en Viena y el vuelo se suspendió. Pasé el Jueves Santo en un hotel del aeropuerto.
Un deseo para otros 50 años de éxitos.
Estoy convencido de que lo van a hacer genial. Fernando Galve sabe de qué va, tiene experiencia y, lo más importante, le gusta muchísimo.