El regreso a la actividad tras la parada obligatoria por la cuarentena a las empresas no esenciales está suponiendo un reto. Cumplir con las medidas de seguridad es la prioridad pero no siempre es sencillo o las órdenes no aparecen muy clarificadas en los boletines oficiales. Sucede ahora con el sector hostelero o comercio minorista, desde donde no esconden su malestar por unas normas «poco concisas».
Poco a poco se va retomando la actividad y con ella, las llamadas a las mutuas o centros de prevención laboral desde donde velan y asesoran en este camino. Estos servicios han sido esenciales, por lo que han estado disponibles durante la cuarentena. «El 95% de las empresas que estamos viendo cumplen con todas las medidas de seguridad e higiene. Siempre se puede mejorar y para eso estamos trabajando con ellas», dice Ignacio Egea. Es el responsable del Centro MAS Prevención en Alcañiz y recorre las empresas evaluando el puesto de trabajo, que se cumplen las condiciones y si no es así, ir dando soluciones. Asegura que la recepción que se encuentra de su visita en las empresas «es buena» ya que acude a ayudar y a asesorar. «Los empresarios lo quieren hacer bien y tratamos de darles todas la facilidades y para eso nuestra página web es una gran aliada», apunta. Cada día se publica la información del BOE actualizada, además de cartelería informativa disponible para su descarga. Qué hacer en caso de tener un caso positivo o de sospecha o cómo tratar la situación de trabajadores vulnerables, son algunas de las cuestiones que recogen y a las que dan respuesta. «Para nosotros también es un nuevo reto y trabajamos con motivación», añade Egea. Respecto a la Mutua, el centro reabrió sus puertas retomando el ritmo de las atenciones aunque nunca paró de trabajar por ser servicio esencial. «Esa quincena en la que paró toda la actividad no esencial hubo un descenso importante de atención de accidentes laborales como era de esperar. Lo que hubo fue alguna atención relacionada con el sector primario que sí estaba en activo», recuerda Rebeca Ortí, administrativo de MAZ en Alcañiz. «Con la vuelta a la actividad los casos han ido subiendo de nuevo y así será según se vayan aplicando fases de desescalada», apunta. El propio centro está acondicionado para una atención segura tanto para los usuarios como para los profesionales. Mamparas, aforo limitado en la sala de espera, desinfecciones continuadas y al detalle, además de una regulación en el acceso al estrecho pasillo. «En la cuarentena se han atendido las urgencias con cita previa y también en los casos que han requerido un seguimiento, se ha hecho a través de atención telefónica», añade Pueyos Molinos.
Inquietud ante la posibilidad de riesgo de contagio en el regreso al puesto de trabajo es una de las constantes que se ha encontrado Ángel Millán, doctor de Medicina primaria en el Centro Asistencial Bajo Aragón (CAPIM). «Nosotros podríamos hacer test si nos lo permitieran porque la gente desea hacérselos antes de regresar a su trabajo», apunta. Durante la cuarentena, el doctor Millán ha continuado pasando consulta a distancia. El resto de actividad hubo de cancelarse y esperan que poco a poco se retome el pulso. De hecho, desde Tráfico ya se autorizó para que se retomasen los reconocimientos. «Haber mantenido la actividad era una manera de no dejar desamparados a muchos pacientes y también de descongestionar la Seguridad Social», reflexiona. «También por seguridad porque una persona que viene con dolor lumbar se hubiera ido al centro de salud exponiéndose de una manera innecesaria», concluye.
Ajustarse a las necesidades
Las tecnologías han sido las grandes aliadas en Loga Salud ya que «hay tratamientos que no se pueden paralizar». Desde el centro, considerado actividad esencial, las sesiones como las de logopedia se han ido ofreciendo online y se han atendido consultas telefónicas. En las últimas semanas se han ido sumando las consultas sobre nutrición. Desde el inicio del confinamiento ofrecieron apoyo psicológico gratuito y el personal «se ha estado formando para abordar esta situación», señala el responsable, Teo Álvarez. En los últimos días, el centro se ha estado adecuando con las medidas de seguridad. Desde juguetes desechables, hasta más recursos en limpieza para desinfecciones a fondo. «La misma empresa que nos realiza la recogida de agujas nos ofrece el ciclo completo en el uso de material y su desechado», dice.
Regresan con una agenda llena en tratamientos y también test psicotécnicos y horas de cita adecuadas a las franjas horarias por edades. «Pensamos que hay que ajustar precios y estar al lado del autónomo y arroparles en la medida de lo posible en esa sensación de desamparo que tienen», señala. «Creemos en el territorio», dice antes de anunciar que en su horizonte sigue la intención de abrir centros en Caspe, Valderrobres y, en mente, también Utrillas.