En la provincia de Teruel se produjeron 9 partos menos en 2018 que en el año anterior, un descenso que además es generalizado
Aragón registró durante el 2018 un total de 9.541 partos, 556 menos que en 2017. Esta cifra supone mantener la tendencia decreciente de los últimos años, con una reducción en el número de partos del 25% respecto a los datos de 2010, cuando se produjeron 12.661 partos en los hospitales de nuestra Comunidad Autónoma. El pasado año los centros públicos aragoneses acogieron la mayoría, el 84%.
En la provincia de Teruel se registraron el 9% del total de los partos de 2018. Respecto al año anterior, nacieron 9 turolenses menos. Cifra que se explica al tener en cuenta los datos de los diferentes hospitales de la provincia: en el de Alcañiz nacieron 414 niños, 16 menos que el año anterior; y en el Obispo Polanco de Teruel, 471, 7 más. El descenso de partos resulta aún más llamativo si atendemos a las cifras de ambos hospitales en 2010, que señalan un 23% y un 33% de descenso respectivamente.
El Doctor Sergio Castán, jefe de obstetricia del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, señaló que son varias las causas de este descenso de los alumbramientos, que además es generalizado. «La tendencia, al igual que en Europa y que, por ejemplo, Estados Unidos, es a la baja en cuanto al índice de natalidad. Una baja que está siendo progresiva, porque los múltiples factores que la condicionan se siguen dando desde el punto de vista social, laboral y de la situación de la mujer», señaló.
Uno de los principales factores que hacen que cada vez se registren menos partos es la cantidad de mujeres en edad fértil. Ante esto, conocer la edad a la que estas mujeres se quedan embarazadas por primera vez -32 años- unido a la perspectiva histórica ayuda a comprender este fenómeno. «Si nos remontamos 32 años atrás, en 1986 y 1987, teóricamente en esos años tenemos una baja de partos importantes en España. En el año 76 hubo 650.000 partos y en el año 95 bajaron hasta 360.000. Por lo tanto tenemos, fruto de esa época, menos nacimientos y por tanto menos mujeres en edad fértil», explicó Castán.
Es decir, menos nacimientos en la década de los 80 que se manifiestan ahora con menos mujeres en edad fértil, cuya consecuencia son menos partos. Una pescadilla que se muerde la cola y que describe un fenómeno al que se suman los condicionantes sociales y laborales, que afectan al número de hijos y que también hacen que la edad para tener el primer hijo se retrase cada vez más.
Castán apunta, en definitiva, hacia un fenómeno muy complejo que debe atajarse con políticas a largo plazo y no a corto, como los «cheques bebé». «Las medidas a corto plazo que se planteaban no tienen ninguna repercusión, son prácticamente inútiles porque mientras que la situación social y laboral de la mujer y la posibilidad de que tenga ayudas no cambie no vamos a modificar nada», señaló.