Responder a los dilemas éticos relacionados con cualquier aspecto de la asistencia sanitaria. Es la función fundamental del Comité de Ética Asistencial del Hospital de Alcañiz formado por una veintena de profesionales de distintas disciplinas. Médicos, enfermeras, auxiliares, letrados, personal en formación y personal de administración del centro hospitalario, así como representantes de los ciudadanos, conforman este organismo cuya labor es a menudo «desconocida» por parte de la sociedad, pero muy valiosa a la hora de emitir sus recomendaciones, puesto que ayudan a tomar decisiones muchas veces trascendentales.
Sobre los aspectos éticos en la aplicación de la eutanasia, algunos de sus integrantes hablaron este viernes en el Liceo de Alcañiz, con el objetivo de «crear reflexión», ante uno de los temas que mayor debate ha generado en los dos años en los que que lleva vigente la Ley orgánica que la regula. España reguló el derecho de las personas a solicitar la prestación de ayuda para morir con el objeto de evitar su sufrimiento en marzo de 2021, sumándose así a los otros 6 Estados en todo el mundo que tienen una ley de eutanasia: Nueva Zelanda, Canadá, Colombia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. «Hay mucho desconocimiento social, no solamente entre la ciudadanía, sino entre los propios sanitarios. Nuestra función va más allá del debate entre eutanasia sí o eutanasia no. En el momento en que está aprobada tenernos que aceptar que es un derecho que tienen los pacientes y nuestra misión como Comité de Bioética es informar, formar y establecer un criterio de pensamiento sobre sus distintas aristas éticas que son muchas», explica José Antonio Oliván, presidente del Comité de Ética Asistencial del Hospital de Alcañiz y neurólogo.
En Aragón 10 pacientes han recibido la eutanasia en los dos años que lleva en vigor la ley, según los datos de la Consejería de Sanidad. El contexto de su aprobación fue «excepcional», marcada por el coronavirus, algo que no permitió una plena formación en esta materia. «La ley aterrizó en un momento muy delicado de pandemia, en el que los profesionales ni siquiera atendíamos nuestras patologías habituales, como para prestar atención a esta ley fundamental que exige un gran esfuerzo de participación e implicación del personal sanitario. Estamos llegando tarde, pero estamos llegando para concienciar a la ciudadanía y a los propios profesionales sanitarios».
El Comité atiende todo tipo de consultas, tanto por parte de los profesionales sanitarios como de otros usuarios, no necesariamente pacientes, explica Oliván. Una vez planteado el caso, el organismo lo analiza pormenorizadamente, delibera y valora cuáles son los conflictos y los valores en contraposición del mismo, con el objetivo último de elevar la respuesta «más oportuna» al consultante atendiendo a criterios éticos, siempre de carácter no vinculante. «Lo que hacemos es plantear aquellos aspectos que pueden resultar un poco más dificultosos a la hora de aplicar la Ley. Por ejemplo sobre qué es el sufrimiento insoportable, hasta qué punto un paciente está capacitado para tomar las decisiones, la autonomía del paciente que es un aspecto fundamental de la ley, si la familia debe participar o no….También podemos abordar conceptos teóricos que están cerca de la eutanasia como la sedación paliativa, el encarnizamiento terapéutico o la abstención de tratamientos», detalla el presidente del Comité.
La charla ha servido para acercar la labor del organismo al público general, además de repasar los aspectos fundamentales de la Ley de Eutanasia y su normativa vigente. Los asistentes han debatido sobre diferentes supuestos prácticos de su aplicación, por ejemplo los que introducen aspectos como una enfermedad mental del solicitante de la eutanasia o la existencia de una voluntad anticipada de los pacientes. Se han puesto algunos ejemplos reales en los que la norma ha entrado en conflictos éticos.
Desde el Comité tienen claro que su función tiene que ir más allá del hospital y llegar a toda la sociedad para que se haga partícipe, y en el caso de enfrentar un problema de cualquier tipo, no solo relacionado con la eutanasia, pueda disponer del servicio de los profesionales. «El número de casos que tratamos no son muchos, quizás esto venga motivado por el hecho de que la sociedad no ha calado demasiado nuestra existencia , pero cada vez estamos notando que tiene mayor constancia de nuestra utilidad», explica Manuel Jesús Zapater, miembro del Comité y abogado experto en legislación sanitaria. «Pretendemos dar una orientación a la persona que plantea sus dilemas éticos y arrojar luz para que sea ella misma la que luego tome la decisión de acuerdo a sus intereses y al interés del paciente», aclara.
Sobre la práctica de la eutanasia, los expertos destacan que en el momento en que la ley establece una serie de preceptos, la bioética «pasa a un segundo plano», pero la labor del Comité es «esencial» para formar a la ciudadanía sobre todos los aspectos de la norma. «Es tremendamente útil pensar que ha habido un grupo de personas con una forma de pensar heterogénea de muy distintos campos del saber, no estrictamente sanitario, que ha tomado una decisión. Si la decisión del Comité coincide con la propia decisión del consultante, esto lo refuerza en su criterio y si no es así le hace reflexionar sobre su pensamiento, que puede estar sesgado o puede ser muy subjetivo», matiza José Antonio Oliván.
En los 10 años de andadura del Comité los profesionales destacan su utilidad a la hora de gestionar los conflictos éticos que se pueden presentar en el ejercicio de su trabajo, no solo en cuanto a la eutanasia, siempre con transparencia y rigor. «A veces los integrantes del Comité podemos tener un vínculo con el paciente, familiar o profesional que hace la consulta. En este caso nos quedamos fuera de la deliberación para no condicionar el caso», explica Laura Palos, enfermera del Hospital de Alcañiz, otra de las integrantes del organismo.
La representación ciudadana a la hora de analizar los casos es otro de los pilares del Comité de ética Asistencial. En este caso María Eugenia Señas, profesora del IES Bajo Aragón forma parte del colectivo, tras pasar un proceso de selección previo. «Es importante que la ciudadanía pueda formar parte de un instrumento muy útil para la sociedad, y que haya una visión diferente, más allá de la que aportan desde el ámbito sanitario», destaca.