Cuando la dureza de una roca pasa por la delicadeza de una mano el resultado de la creación supera lo eminentemente técnico. Ese don pertenece a unos pocos y logra que las tres dimensiones se apoderen de la imaginación, convirtiéndola en algo, real, palpable, único… El arte de la talla no es el más común, pero cuenta con representantes destacados en el territorio. Concor Armengod, reconocida tallista de Villarluengo y pequeña emprendedora impulsora del proyecto ‘Con Arte de Talla’, trabaja la talla directa, principalmente en piedra pero también en madera, y como ella dice, su misión principal es «hacer realidad los deseos».
Nunca ha expuesto sus obras, aunque tiene mucha demanda por parte de particulares e instituciones públicas, por lo que algunas de ellas se pueden apreciar como simple paseante por varias localidades como Ejulve, donde los detalles del pavimento de la iglesia han salido de sus manos. Una de las plazas de Abenifgo alberga también una fuente de piedra con su firma, sin olvidar la fuente de la Encamisada ubicada en Estercuel.
Concor no ha cursado estudios artísticos, pero su talento innato sí que prosigue una cierta tradición, que procede de la empresa de construcción de su familia. Siempre ha estado familiarizada con materiales como la piedra y la madera. «Desde pequeña he tenido mucha conexión con estos materiales», confirma. Las canteras de su tío han contribuido también en acercarla a este mundo. Solo le han bastado los innumerables cursos de talla que ha realizado para convertirse en una profesional. Pero más allá de todo eso «es algo con lo que ha nacido».
Hace unos cuatro años que decidió apostar por la talla de manera profesional y plantearse vivir de ello. Partiendo del «poco a poco» y de sus trabajos esporádicos, en la actualidad pasa largas horas trabajando en su taller de la Calle baja 1 de Villarluengo. «Me propuse intentarlo y aquí estoy», afirma. El proyecto tiene una pagina web, conartedetalla.com, además de un canal de Youtube y otro de Instagram a través de los cuales muestra sus obras y recibe encargos.
Siempre ha vivido en esta pequeña localidad del Maestrazgo y para ella «no ha sido un impedimento», sino al contrario. «Siendo un trabajo artesano tengo el ambiente propicio», comenta. Su experiencia de más de una década en el sector del turismo- concretamente en la oficina turística del pequeño municipio-, también le sirve como inspiración para sus obras, y le ha permitido tener un gran conocimiento de la zona que habita y de sus riquezas artísticas y patrimoniales.
«Buen gusto y buen hacer»
En la talla el proceso de trabajo es variado, atendiendo a la naturaleza de la demanda. Con el «buen gusto» y «buen hacer» como señas de identidad el tallado y el labrado- principalmente en piedra pero también en madera-, le permite realizar prácticamente todo tipo de proyectos: desde cantería tradicional, pasando por escudos, rótulos, placas, trofeos, ornamentación…, hasta imponentes esculturas. Al contrario de lo que habitualmente se cree el labrado de piedra es «más fácil» que el de la madera, a pesar de su dureza. «La piedra no tiene vetas y sin embargo la madera sí», explica Concor. Las vetas facilitan el trabajo cuando se está trabajando «a su favor», no así en su contra, ya que esto hace mucho más difícil el corte. «La madera se te puede astillar y eso en la piedra normalmente no pasa», puntualiza.
Siempre sigue una misma dinámica de trabajo. El cliente explica lo que quiere y ella hace un boceto más sencillo y otro más elaborado de lo que se pide, abierto a modificaciones posteriores. Una vez cerrado ese primer paso, sobre el bloque de piedra se hace un esbozo y directamente se talla, lo que de por sí es un valor añadido e implica mayor dificultad. «No hago un modelo para después transcribirlo a la piedra, sino que directamente trabajo en la piedra», puntualiza. Primero se sacan unos volúmenes más elaborados para posteriormente trabajar en los detalles. Sobre todo el pino, pero también la carrasca o el roble son los materiales que más utiliza en el tallado de la madera. Si trabaja con piedra casi siempre recurre al entorno. La caliza de Villarluengo es la más utilizada en sus obras, aunque también en momentos puntuales trabaja con la arenisca. Entre las calizas destaca el travertino de Montoro, una piedra marmólea que permite pulimento.
En un medio en el que los trabajos femeninos quizás estén demasiado «relegados» a cuestiones de género, ser tallista en piedra y madera es un ejemplo de que «hoy en día todo es posible». A su juicio no debería haber distinción alguna, aunque a lo largo de su carrera algunos se han mostrado «sorprendidos» por la naturaleza de su oficio- como mujer-, quizás sin entender que para aplicar la fuerza se necesita el don de la delicadeza. «La concentración, la paciencia y la maña determinan el resultado final». Estas cualidades para Concor se han convertido «en su forma de vida».