Ersi Samará es griega y llegó hace 38 años a España. Es traductora y pintora y reside en Beceite.
El casco urbano de Beceite se despliega ante la casa de Ersi y es difícil apartar la vista. Algo hipnótico lleva a recorrer cada detalle con la mirada antes de terminar en el río que discurre rodeando las faldas de la localidad.
La primera vez que puso un pie en Beceite fue hace doce años cuando vivía en Barcelona, -estudió Artes Plásticas en Atenas y Antropología cultural en Barcelona-. Llegó para dos cursos pero instaló su hogar. «Me casé y me divorcié tiempo después pero me quedé porque yo era muy feliz en Barcelona. Sin embargo, el turismo empezó a estallar a comienzos de los 2000 y dejó de ser la ciudad que me fascinó. Vivir allí empezó a ser agobiante, todo se encareció y lo comercial se puso por encima de todo y decidí alejarme. Eso nos pasó a unos cuantos», explica.
Llegó a Beceite porque una conocida compró una casa allí y buscaba con quién compartirla a temporadas. «Vine sin conocer nada y sin ningún plan pero como pintora me atrapó la belleza de la zona y del pueblo», cuenta. Tanto es así que lo bueno se queda por delante de lo menos bueno.
«Nací en Atenas y viví en Barcelona, así que, como urbanita de ciudades muy grandes y con tanta mezcla, el cambio fue grande pero me acostumbré», dice. A día de hoy, el entorno le sigue cautivando. «Encontrarme con esta naturaleza tan directa es chocante para mí», dice. «Aunque a veces me sorprendo preguntándome, ¡qué hago aquí!», ríe.
Es muy inquieta y entre sus facetas está la pintura, quizá la más popular para la gente. Al llegar conoció a Gema Noguera y la Antigua Fábrica. «Fue increíble encontrar un lugar tan maravilloso, ¡una galería de arte contemporáneo!», se sorprende aún. Cuando Gema falleció, el Ayuntamiento se hizo con la gestión y pasó a ser un espacio público con Ersi al frente cada vez que se abre.
Además, forma parte del grupo de artistas Art Matarranya. «Estoy muy a gusto con la gente, que me conoce de sobra, pero cuando el espacio cierra, me ve poco porque me paso mis días aquí», dice recorriendo su casa con la mirada.
Traductora de novelas
Es un apartamento abierto con varias habitaciones que comparte con sus gatos a los que trata con sumo cuidado. En la primera planta tiene su estudio de pintura donde trabaja sus acuarelas. «La mayor parte de mis trabajos son abstractos y yo me dejo llevar por el pincel», dice con el gesto de taparse los ojos con una mano.
Suele pintar por las tardes porque la mente despejada que le da las mañanas la entrega a la traducción. Esta, además de otra faceta, es su trabajo desde los años 90. Tiene una facilidad pasmosa para los idiomas y traduce al castellano obras literarias del inglés y del griego y se felicita porque cada vez le lleguen más obras en este último idioma. De hecho, es la traductora de las novelas de Petros Markaris.
«Es trama policíaca que engancha mucho», advierte y menciona las palabras «respeto» e «investigación». Respeto para no alterar ni lo más mínimo el sentido del texto original, e investigación como el modo de conseguirlo.
«Indago la vida del autor para tratar de entender su forma de pensar y de ver la vida y poder así entender mejor sus «tics» a la hora de escribir y ser fiel en mis traducciones».
Así pues, se puede decir que Ersi es una pintora que traduce libros a los pies de Beceite o al revés, según se mire.