Pitarque se ha convertido estos días en un gran aula para una treintena de estudiantes de Biología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Valencia. Un año más han acudido para realizar sus prácticas en el territorio, sacando partido a su gran riqueza natural y las posibilidades del entrono. «Llevamos más de 20 años realizando las prácticas aquí, lo que permite a los estudiantes universitarios de último año estar en contacto con la vegetación, con los animales y eso les aporta mucho en su desarrollo académico y personal», explicó Juan Monrós, profesor de Ecología de la Universidad de Valencia y uno de los docentes acompañantes.
Esta época del año es idónea para realizar la actividad y así se ha hecho a lo largo de los últimos años. «El bosque empieza a perder hojas y todo es precioso», matizó el profesor. Otras veces se ha venido en el mes de febrero para adquirir experiencias diferentes con las nevadas. Aunque normalmente los estudiantes acuden en un único grupo y permanecen en la localidad durante varios días, en esta ocasión las circunstancias están siendo diferentes a causa de la crisis sanitaria. Los participantes se dividieron en dos grupos, uno de 16 y otro de 14 con tres profesores acompañantes en cada uno. «La organización ha sido diferente pero no podíamos dejar de venir. Hemos tenido que hacer dos salidas. El primer grupo estuvo el miércoles y jueves y el segundo el viernes y sábado».
Los estudiantes trabajaron desde un punto de vista práctico en torno a tres asignaturas: Explotación y control de especies, Indicadores y monitorización ambiental y Estudios Integrados. Se trata de disciplinas relacionadas con el medio ambiente que permiten realizar investigaciones de campo. «Por ejemplo estuvimos en el Mirador de Pitarque intentando buscar cabras montesas e indagamos en las cuestiones de caza. También hemos ido al Nacimiento del río Pitarque para realizar un registro de la vegetación y estudiar las diferentes especies animales y vegetales», puntualizó Monrós.
A raíz de estos trabajos sobre el terreno, los estudiantes realizarán unas memorias con los resultados de sus investigaciones. A menudo estas investigaciones no les sirven solo a ellos, sino que se envían a diferentes administraciones como DGA para que las puedan utilizar.
«Ya es una tradición»
La iniciativa surgió en los años 90, y desde entonces se mantiene la «tradición». «Un compañero mío de la universidad venía a estudiar las poblaciones de buitre leonado que criaban en Pitarque. Yo vine en mi época de alumno y vimos que el lugar era idóneo», recordó Monrós.
A partir de ahí surgió este proyecto educativo fundado por estos mismos profesores, quienes vivieron esta experiencia en su época de estudiantes. «Nos dimos cuenta de todo el potencial que tiene el lugar para transmitirlo a nuestros alumnos». No solo se adquieren conocimientos científicos sino que también se inculcan valores como el turismo sostenible. «Terminan la carrera y siempre acaban volviendo, al final devuelven algo al pueblo».
La colaboración con la gente de Pitarque y con el ayuntamiento también está siendo fundamental para poder desarrollar el proyecto. «Nos han dado muchas facilidades para que podemos seguir viniendo». De hecho, a menudo las prácticas de los alumnos universitarios son presenciadas por los más pequeños del colegio de la localidad, acercándoles así al mundo de la investigación. «La interacción que tenemos con el colegio es una de las cosas que más nos gusta, sobre todo en las zonas que empiezan a tener pocos niños, donde es muy importante fomentar estos valores. Lo hemos hecho los últimos años, este no ha sido posible por el covid».
Hay un error, es «**una** gran aula», en vez de «un gran aula» (sic).
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