Alrededor de 300 alcañizanos se trasladaron el viernes hasta La Estanca para disfrutar de una miscelánea artística
Faltaban apenas unos minutos para que el sol llegara a su ocaso cuando alrededor de 300 alcañizanos y visitantes se reunieron el viernes en La Estanca de Alcañiz. La ocasión lo merecía. Todos querían disfrutar de uno de los espectáculos que se repiten pocas veces al año. Poder observar la puesta de sol a la vez que la salida de la Luna. Aunque al principio el plenilunio parecía que no se iba a poder ver, pasados unos instantes de las nueve y media de la tarde, el cielo comenzó a teñirse de un tono rosado debido a los últimos rayos de sol y la luna comenzó a asomar a través de la calima. Fue entonces cuando la mayoría de las personas que ahí estaban concentradas, cámaras y móviles en mano, no dudaron en captar el momento.
El buen tiempo acompañó durante todo el día y a última hora de la tarde el calor se atenuó. De esta manera, niños y mayores que decidieron reunirse allí disfrutaron de una gran velada. Muchos venían preparados con mantas para sentarse en el suelo, sillas de acampada para una mayor comodidad, bocadillos, cervezas, agua… Todo lo necesario para hacer que el momento fuera especial.
Este encuentro se pudo realizar con la iniciativa por parte del área de Cultura del Ayuntamiento de la capital bajoaragonesa y se bautizó con el nombre de «Entreluces 2017». No obstante, en él, participaron numerosas asociaciones culturales alcañizanas que quisieron poner su granito de arena a un evento que se pretende que sea anual.
De esta manera, se instaló delante del público uno de los elementos fundamentales en esta puesta a punto. En concreto, fue un mural con parte de la obra «El friso de Beethoven» del modernista austríaco Gustav Klimt. En él, se hace una alegoría de todos los estados por los que pasa la Humanidad y del amor fraternal entre los hombres. Hay una escena final en la que se representa un hombre abrazando a una mujer o a lo que también se ha interpretado como la Naturaleza. «Lo más hermoso es que lo han pintado personas con diferentes grados de discapacidad y han logrado hacer una obra maravillosa», explicó el director del Liceo y uno de los impulsores de esta iniciativa, Santiago Sáenz. De hecho, este mural fue pintado durante la semana anterior por los miembros del centro Atadi-Albada.
Otro de los elementos más importantes de la velada del viernes y que acompañó a todos los visitantes desde el principio hasta entrada la noche fue la banda sonora, la novena sinfonía de Beethoven. «Al menos una vez en la vida hay que escucharla y el que no lo haya hecho se preguntará por qué», aseguró Sáenz.
Gran participación
Las asociaciones culturales de Alcañiz también jugaron un gran papel. Ya había salido el plenilunio cuando comenzó la actuación de la asociación Dantai. Tan sólo con dos focos y bajo la luz de la Luna, varias mujeres realizaron diversas danzas mostrando carteles con palabras como «Libertad», «Respeto» o «Tolerancia». A continuación, llegó el turno de las jóvenes de la asociación de Ballet Clásico, que representaron el Sol y la Luna con sendas máscaras. La asociación Poiesis instaló un mural para plasmar los sentimientos. También participaron las asociaciones de Fotografía del Bajo Aragón y de Amigos del Río y los Espacios Naturales, entre otras.
«Entreluces» demostró el viernes que «el arte nos une a todos. No es cuestión de capacidad, sino de sensibilidad».