Días de emoción y reencuentros. La posibilidad de poder establecer reuniones de hasta 10 personas, manteniendo el distanciamiento social, ha permitido que muchas familias hayan podido ver, por primera vez en 63 días a sus padres, abuelos, bisabuelos, amigos y familiares residentes en los centros de mayores del territorio. Todo ello eso sí, manteniendo la distancia y a través, en la mayoría de los casos, de un cristal separador con el objetivo de imposibilitar una hipotética transmisión del coronavirus. De este modo la emoción se ha apoderado de las residencias en las que ha sido posible llevar a cabo este tipo de reencuentros.
Una de las residencias que tras el avance a la fase 1 de la desescalada comenzó a organizar visitas entre residentes y familiares fue la Adolfo Suárez de Caspe que cuenta con 55 residentes. Las visitas comenzaron a llevarse a cabo el lunes por la mañana por turnos de unos 15 minutos y con grupos familiares de hasta 10 personas, tal y como marca la ley. En el centro caspolino aprovecharon la disposición de la entrada principal que, a través de un vidrio, permite el contacto visual entre familiares y residentes manteniendo en todo momento la distancia. Para muchos de los residentes el primer reencuentro en más de 2 meses fue una sorpresa. La experiencia no pudo ser más emotiva. «Estuvimos valorando la posibilidad de organizar un encuentro. Hay una zona en la residencia que es perfecta para este tipo de visitas.
Los reencuentros están siendo muy muy emocionantes», explicó Noelia Gracia, trabajadora de la residencia. Gracia reconoció sentirse privilegiada por el hecho de poder ver a su abuela Mercedes Villanueva diariamente al ser una de las residentes. La sorpresa de Mercedes fue mayúscula cuando, sin esperarlo, se dirigió a la sala en la que se llevaron a cabo las visitas y allí se encontró a sus nietas y bisnietos. Por su parte el maellano Francisco Lafuente todavía se emociona de recordar el reencuentro con su madre Carmen Vallespí que a sus 90 años es más que consciente de la situación que está viviendo toda la sociedad. «No puedo dejar de emocionarme cada vez que recuerdo el momento en el que volví a ver a mi madre. Esto ha sido muy duro para todos», explicó Lafuente. El maellano espera ya con impaciencia la próxima ocasión que tenga para poder volver a ver a su madre.
Pese a que las residencias se han volcado poniendo la tecnología a disposición de residentes y familiares lo cierto es que residentes, familiares y trabajadores de las residencias coinciden todos ellos en que echan mucho de menos la falta de contacto físico. El caspolino Mariano Cebrián fue otro de los que pudo reencontrarse con su padre, también Mariano y que tiene también a su suegra María Luna como residente. Cebrián recuerda la emoción que sintió su padre al ver allí a todos sus familiares y no duda en reconocer el enorme trabajo que se está llevando a cabo en las residencias. «Hemos de alabar y reconocer todo el trabajo llevado a cabo por la residencia que ha sido excepcional», explica el caspolino. Reconoce que, pese a la enorme emoción, tanto él como su padre echaron mucho de menos no poder abrazarse. «Mi padre, a sus 95 años es totalmente consciente de todo. Se emocionó mucho preguntó por todos los nietos y por una nieta que está fuera por estudios y quiso abrazarnos, pero enseguida entendió que no podía haber contacto», añadió Cebrián.
Estos encuentros se repetirán, previsiblemente, el próximo viernes. Durante todas estas semanas las residencias han hecho un enorme esfuerzo para utilizar las tecnologías de la comunicación para que familiares y residentes pudiesen verse en la distancia. Es también el caso de Valderrobres, donde la situación y la arquitectura y disposición del edificio, como ocurre en otras residencias, ha imposibilitado, hasta el momento, algún tipo de encuentro aunque sea a través de un vidrio. El centro valderrobrense logró acotar y eliminar el brote de coronavirus aparecido a finales de marzo y que se cobró la vida de 13 residentes. Desde la dirección del centro todavía no se plantean ningún tipo de régimen de visitas. Fueron además de los primeros en eliminarlas antes de la obligatoriedad que conformó el estado de alarma.
Los residentes contactan con sus hijos, nietos y hermanos haciendo uso de las tablets que el Ayuntamiento de Valderrobres y Puyo Área Tecnológica Embou MásMóvil donaron al centro de mayores. Una situación que se repite en la residencia de mayores San Roc de Calaceite, donde los residentes se comunican con sus familiares gracias a otra de las tablets con las que cuentan. No así de forma presencial, ya que el espacio tampoco lo permite. Lo cierto es que los familiares más directos están más que mentalizados de una situación que temen pero a la vez comprenden. Es previsible que una de las últimas cosas que se retomarán en este escenario actual de epidemia sanitaria es el hecho de poder acceder a una residencia para visitar a cualquiera de los residentes.