Con «estupor y enorme tristeza» han recibido los amigos, compañeros y personas cercanas de Darío Vidal la noticia de su fallecimiento este viernes. Para todos ellos acaba de partir un «referente de la amistad y de la bondad», además de su enorme talante cultural y su gran aporte en la vida de cada uno de ellos.
«Sorprendido y dolido» ha recibido la noticia uno de sus grandes compañeros, el que hasta hace poco fue Técnico de Cultura del Ayuntamiento de Alcañiz, Ignacio Micolau.»Ha sido una persona muy querida en Alcañiz y en Aragón. Era un hombre de muchas ideas, muy preocupado siempre de que su ciudad tuviera el brillo y el eco que deseaba«, ha dicho Micolau, destacando uno de sus grandes legados, la recreación del Vencimiento del Dragón.
«La amistad que les ha unido durante años» permitirá a Alicia Justes, Bajoaragonesa de Honor, recordar la figura de Darío Vidal con «enorme cariño y respeto». «Hace muchos años nos presentó un amigo común y siempre hemos mantenido una relación muy buena aunque no muy fluida», ha destacado Justes, a quien siempre le quedará «una llamada pendiente». «Ha sido un alcañizano ultranza y siempre que ha podido intervenir o mediar lo ha hecho para mejorar el territorio y sobre todo el Alcañiz de sus amores», tal como Vidal se refería a su tierra.
A parte de compañero en las mesas académicas de Bellas Artes y de Gastronomía y haber compartido prólogos y presentaciones de libros, para Miguel Caballú, Darío Vidal ha representado «el valor de la amistad». «Tenía un concepto de la amistad de lo que no se lleva, del tipo antiguo, muy de verdad», ha destacado. Precisamente con él esa amistad ha sido acrecentada por sus agradables discusiones sobre sus pueblos. «Él era muy alcañizano, yo muy caspolino y nos gustaba mucho discutir sobre nuestros pueblos y de la gente del Bajo Aragón a la que amábamos los dos mucho». También ha destacado «el gran maestro» que para él ha sido. «Tenía unas ideas muy originales , regalaba sonrisas y decía unos tacos con la mayor gracia posible». Un hombre «a lo bajoaragonés», «sencillo» y «noble» , que «nunca engañaba», al que vio por última vez el pasado verano. «Le llevé un montón de columnas recortadas que había publicado en ABC y que yo había guardado. Se alegró, se nos hacía siempre tarde», ha destacado.

Sus compañeros de la Academia Aragonesa de Gastronomía destacaron su enorme labor en impulsar este organismo. «Es una pérdida muy triste, fue un gran amigo y me ayudó muchísimo en los primeros años de la Academia Aragonesa de Gastronomía», dijo Carmen Abad. En esta línea, María Luisa Safont recordó que Vidal «puso todo su corazón en este proyecto». «Entristecido por tan dolorosa pérdida transmito, en nombre de la Academia Aragonesa de Gastronomía y en el mío propio el más sentido pésame a su familia, amigos y señores académicos», dijo el presidente, Ángel González. «Lo recuerdo como una buena persona y amigo, del que fui, ocasionalmente, su director general de Patrimonio Cultural cuando fue nombrado Consejero de Cultura por Hipólito Gómez de las Roces», añadió Manuel García Guatas.
Por su parte Fidel Messeguer, quien mantuvo con Darío Vidal una «muy buena relación» a su regreso desde Barcelona, ha destacado su «admiración» por su figura. «No solo por su carácter afable, sino porque era ingenioso, tenía mucha chispa», ha resaltado. Como Miembro de la Real Academia de la Gastronomía, Vidal concedió el Primer Premio a la Academia de la Gastronomía al Restaurante Messeguer, «un hecho que le hizo tanta ilusión a él como a mi», ha explicado Messeguer. «En muchas ocasiones estando en el Casino nos hemos ido incluso a dar la vuelta los dos por hablar de nuestras cosas. Dio nombre a nuestro ‘abadejo albardado de verduras’, que en la carta se llamaba ‘rollito’. ‘¿Cómo llamáis rollito a esto?, es mucho más’. Y le puso definición como buen maestro gastronómico», ha recordado.
Otra de sus «amistades de siempre» ha sido Vicentina Calvo, propietaria del Restaurante Guadalope. «Hemos tenido mucha relación, desde hace muchos años estaba muy relacionado con nosotros. Teníamos aprecio y un cariño recíproco de dos vecinos que vivían en la misma casa. Ha sido una persona muy inteligente y muy alcañizano, siempre a la labor por hacer cosas por su pueblo», ha destacado.
Vidal también será recordado como un «grandísimo periodista y escritor«, en palabras de su compañero de profesión Ramón Mur. «El cariño que yo he llegado a tener por Alcañiz se lo debo a Darío Vidal, un gran amante de su pueblo y un buen escritor que sabía meterse en la idiosincrasia y en el alma del bajoaragonés«, ha explicado. Le conoció en el corto periodo en el que estuvo dirigiendo el Periódico La Comarca, en el que tuvo la oportunidad de contar con su «apoyo incondicional». En una época en la que apenas había periodistas en el territorio, Vidal dio oportunidades a muchos profesionales. «Siempre me decía, en Alcañiz necesitamos un periódico y eso nos animaba para hacerlo bien», ha destacado Mur. De él pudo aprender y entender lo que es un bajoaragonés. «Contaba muchas anécdotas del bombardeo del 3 de marzo, tenía tres años, pero se acordaba de los montones y del polvo». Un «conversador único» que tenía sus peculiariudades, tal como ha recordado su amigo periodista. «Le gustaba mucho conducir, y yo le he visto ir por las curvas del Bajo Aragón escribiendo en el blog mientras lo hacía». Era una persona de las que «ha dejado huella» y para la que pide «una plaza o una calle» con su nombre.
Caballú: «Fue maestro, hermano, fuente de ideas y sonrisas»
El Caspolino Miguel Caballú ha escrito este pequeño obituario sobre Vidal, su amigo desde hacía años…
Para mí, Dario Vidal, era extraordinario, premium como ahora se dice a todo lo muy bueno. Era para mí un maestro, hermano, contertulio, fuente de ideas y sonrisas. Compartíamos mesa en la Real Academia de San Luis y en la Academia Aragonesa de Gastronomía. Fui su enlace en Zaragoza cuando los años le impedían venir a ambas instituciones, donde era querido y respetado. Y admirado. Comulgábamos con muchas ideas románticas y a veces poco realistas. Nos apasionaba el Bajo Aragón. Muy alcañizano. Competíamos en maravillas sobre su Alcañiz, grande, potente y más universal y mi Caspe mas menguado, conflictivo y más encerrado en sus murallas mentales. Amábamos a la gente de nuestros pueblos, a pesar de todos los pesares, y sobre todo nos queríamos de verdad nosotros. Me dedicó alguna columna, me hizo algún prólogo y yo le dedique más de un escrito y le presenté algún libro. Para mí era un referente de la amistad. Le envidiaba su agudo criterio y su fácil redacción. No hacía falta que nos abrazáramos, costumbre que tenía muy a gala, para que estuviéramos unidos. Cuando La Comarca le hizo Bajoaragonés de Honor le dije queriendo poner solemnidad: “Se honran los que te honran”. Y cuando me hicieron a mí me dijo una palabrota sincera y “Ahora ya nos podemos morir los dos”. Era muy listo, irónico, mordaz pero noble y agradecido. A alguno se le atragantaba porque solía decir la verdad, sin embelecos. El me propuso para la Academia de Gastronomía. Guardé varios años sus columnas en ABC hasta que un el año pasado cosidas con grapas, se las llevé a Alcañiz para darle una alegría. Se alegró, me alegré y esas últimas alegrías quiero recordar hoy. Siempre nos abandonan los mejores.
Miguel Caballú Albiac.
Miguel Ibáñez: «Darío Vidal fue uno de los grandes, uno de los nuestros»
Son días tristes, estos que nos rodean. Pero este sábado 16 de mayo más si cabe, puesto que Alcañiz ha despedido a uno de sus mejores hombres. Darío Vidal fue uno de los grandes, uno de los nuestros: gran periodista, gran literato, gran intelectual, gran lector, gran amigo… No me acuerdo de sus muchos méritos, premios, honores, cargos… (han sido tantos). Me acuerdo de momentos felices y creativos, junto a Trullenque, Micolau, Escuder, Edilio… Me acuerdo de largas conversaciones en la Librería de literatura, de cocina, de política… Me acuerdo de su ímpetu, de su sonrisa, de su amabilidad, de su cerebro en constante ebullición, de su tozudez… Fue un gran hombre, un hombre bueno. Y estoy seguro que si hubiera vivido en tiempos de Juan Ramón Jiménez, éste lo hubiera incluido en sus «Españoles de tres mundos». Y estoy también seguro que ahora está ya al lado de Dios, mareándole la cabeza con un montón de proyectos para hacer en el Cielo. Sólo espero que el Ayuntamiento de su ciudad sepa darle el homenaje que merece.
Hoy es un día triste. Ha quedado un vacío en Alcañiz difícil de llenar.
Descansa en paz, amigo Darío.
Miguel Ibáñez, librero.