Raúl Panillo es el presidente de Cooperativa Ganadera de Caspe, la empresa líder de la Red Ganadera Caspe. La cooperativa se fundó en 1985 y desde entonces ha crecido exponencialmente, cerrando 2020 con un volumen de facturación de casi 174.000.000 euros y dando trabajo a 146 empleados.
Antes de hablar del sector ganadero en general, analizamos la evolución de la Cooperativa, ¿cómo ha sido?
La cooperativa se formó en el año 1985 con unos pocos ganaderos, desde entonces hemos crecido muy rápido, aunque tenemos una historia relativamente corta. Poco a poco nos hemos consolidado como empresa, buscando siempre la máxima eficiencia en la alimentación del ganado y en la sanidad de las granjas. Además la cooperativa ha invertido en empresas ganaderas, lo que le ha permitido lograr un crecimiento más dinámico. Actualmente no solo fabricamos pienso, también damos servicios y criamos animales con otros socios. En cuanto a datos, a día de hoy se está trabajando con más de 30.000 cerdas, que han necesitado que en 2020 se produjeron 230.000 toneladas de pienso.
Muchos sectores se vieron y se están viendo afectados por la pandemia, ¿cómo ha repercutido en el sector ganadero?
Primero quiero agradecer a todos los trabajadores el compromiso ejemplar que adquirieron cuando comenzó la pandemia. No hemos dejado de abastecer al mercado, ni ha habido problemas en los mataderos en todo este tiempo. Hemos demostrado la solidez, madurez y responsabilidad del sector para no dejar ningún mercado desabastecido. Sin embargo, ahora estamos sufriendo ciertas consecuencias de la pandemia a nivel europeo, porque en Alemania parece que la vacunación se ha estancado y han tenido bastantes problemas con trabajadores de los mataderos y las salas de despiece, tienen mucho trabajo pendiente, y no pueden completar los objetivos de matanza previstos. Esta situación ha obligado a reubicar ese ganado en otros sitios. También hay que sumar la falta de exportaciones a China, que ha provocado una sobreoferta que a su vez ha conllevado una bajada considerable de los precios. Pero sobre todo lo que más está afectando es la crisis de cereales y de materias primas para la fabricación del pienso, que provoca un encarecimiento del producto. Y es que debemos tener en cuenta que hoy el 70% del coste del cerdo es la inversión que hace el ganadero en el pienso que necesita para alimentarlo. Este es hoy el reto al que se enfrenta la Cooperativa y su Departamento de Compras, garantizar el suministro y controlar el precio para sus socios. Además somos conscientes que muchos sectores están sufriendo también diferentes consecuencias tras la pandemia, y solo podemos seguir trabajando hasta que se estabilice todo de nuevo.
El sector ha sufrido una gran impulso en los últimos años a nivel de tecnificación, ¿cómo han vivido ese desarrollo?
Las granjas son mucho más técnicas que antes. Yo empecé a trabajar de muy joven y entonces la maquinaria que había era un carretillo una pala y poco más. Hoy en día gran parte del trabajo se basa en inseminaciones artificiales, atención a partos y vacunaciones, al tiempo que todo se registra informáticamente. Es increíble lo que se ha mejorado en poco tiempo, lo que ha provocado que los animales estén más sanos y por tanto los productos que llegan a los mercados sean mejores. Todo este avance lleva a un bienestar animal en cuanto a limpieza, sanidad y condiciones térmicas. Gracias a todo ese trabajo hemos conseguido que la cooperativa haya obtenido un reconocimiento europeo que avala las buenas prácticas llevadas a cabo en materia de bienestar animal, sanidad, bioseguridad, manejo de animales y trazabilidad. Es decir en todos los eslabones de la cadena de valor del porcino. Se trata de un sello de bienestar animal denominado IAWS, del que estamos muy orgullosos. Para conseguirlo hemos tenido que seguir un proceso complejo porque hemos tenido que auditar cada granja y demostrar que todo lo que se plasmaba en el papel se cumplía. Y es que la transparencia es imprescindible en todo el proceso, y para lograrla hace falta inversiones y mano de obra cualificada. Este sello permite al consumidor reconocer que el producto se ha elaborado con las máximas garantías en materia de bienestar animal y seguridad alimentaria.
El año pasado se implantó en la Comunidad la Formación Profesional Dual especializa en el sector porcino, y el IES Mar de Caspe es uno de los centros en los que se imparte, ¿qué cree que va a suponer para la zona las promociones de alumnos que se graduarán de este ciclo de FP?
Creemos que la formación en el sector es fundamental. Y este tipo de cursos va a potenciar que muchos jóvenes incluyan a este oficio como una opción más entre las posibilidades que se planteen cuando tengan que elegir en que quieren formarse de cara a su futuro laboral. Queremos que el sector se vea como algo atractivo, como una oportunidad para que una persona joven pueda desarrollar un trabajo con proyección, porque el porcino se merece el impulso que se le ha dado en inversión e infraestructuras en los últimos años y por lo tanto precisa de gente capacitada. Creo que con el FP de Cape se conseguirá un gran avance. Además la comarca es una zona agrícola y ganadera mayoritariamente. La ganadería y la agricultura, en el entorno en el que estamos es muy viable y genera empleo firme. Es esencial que se sume gente joven al sector no solo para luchar contra la despoblación, sino también para que se produzca el relevo generacional que en unos años hará falta que se realice.
¿Cuál es el reto al que se enfrenta el sector de la ganadería a corto plazo?
El objetivo del sector es conseguir ese nivel de transparencia y credibilidad para que cuando alguien compre carne de ganado de España sepa que hay un sector comprometido con la sostenibilidad alimentaria, y los estándares de bienestar animal y respeto medioambiental. Porque nos hace mucho mal a los ganaderos que cumplimos con todas las medidas sanitarias y de seguridad, las noticias que llegan a los consumidores sobre casos de malas prácticas en algunas granjas que les hacen desconfiar. Debemos trasmitir la realidad a los consumidores para que no tengan dudas de que la ganadería del porcino, en nuestro caso, sabe lo que tiene que hacer. Y esa transparencia debe traducirse en que sepan cómo gestionamos los purines, las relaciones laborales o la seguridad alimentaria. Todo para generar ese vínculo de confianza. Por otro lado, el sector español se encuentra actualmente en un pulso por lograr ser un referente en la producción y los mataderos. Somos prácticamente el primer país productor de cerdos de Europa, y entre los cuatro mayores productores de mundo pero además en los últimos años en Aragón y Cataluña se han ampliado e instalado nuevos mataderos, y se está trabajando por alcanzar la primera posición también en esa parte de la producción. Tenemos que conseguir que la gente vincule el concepto de carne de cerdo automáticamente con España. Precisamente eso, creo que es la otra parte del reto al que se tiene que hacer frente desde el sector.