La procesión del Silencio recorrió las calles de Caspe este Miércoles Santo de la mano de la cofradía El Cristo de la Buena Muerte. Este paso visitó todas las ermitas de Caspe, lo cual lo hace único y lo diferencia respecto al resto de procesiones de la Semana Santa caspolina. Durante todo el recorrido, los más de 100 cofrades fueron en silencio. Unos se encargaron de llevar la imagen de Cristo, otros portaron unas velas y los restantes se encargaron de los tambores, los bombos y las cornetas.
A pesar del riguroso silencio que cofrades y asistentes guardaron durante todo el recorrido, en cada estación se hizo un toque de instrumentos. Es decir, cada vez que la procesión pasó por una de las ermitas o por las capillas que se esconden en algunos rincones de Caspe, se hicieron sonar los instrumentos. «Esta procesión es muy especial porque se vive desde el más riguroso silencio, junto a la gente que nos acompaña, algunos de ellos rezando«, señaló Pilar Redondo, presidenta del Cristo de la Buena Muerte.
Así, durante más de una hora, se recorrió todo el casco histórico de la localidad pasando por cada una de las ermitas. «Tenemos que agradecer que nos hayan abierto estas estancias porque sabemos que supone bastante trabajo para el poco tiempo que paramos en ellas, pero nos parece fundamental para que cobre sentido esta procesión», indicó Redondo.