Iván Calvo Calvo es subcampeón nacional en su nivel de cálculo mental.
Suma este título al de campeón regional en 2016 y 2015 y al de campeón de España también en 2015. Divide sus genes entre La Puebla y Vinaceite.
En las reflexiones de Iván no hay lugar para la duda. Al menos, en lo que le apasiona. Es madridista orgulloso y probablemente uno de los pocos que no sufrió en la final de la Undécima. Y no pasó nervios porque sencillamente «sabía que iba a ganar». Quizá sea esa confianza en las cosas en las que cree la que le hace no dudar tampoco cuando se sienta a la mesa de una de las competiciones, que a ojos de la mayoría de adultos, más complejas a las que una persona se puede enfrentar. No se trata de matar osos en un cuerpo a cuerpo pero las matemáticas suelen dar mucho miedo.
El sábado Iván puso a prueba su capacidad de cálculo mental completando 70 operaciones en cinco minutos con la única ayuda de un ábaco. Miles de niños practican este deporte mental en el programa educativo Aloha. Se oferta en centros escolares al margen de las clases.
Iván Calvo Calvo (Zaragoza, 2006) es zaragozano con sangre de Vinaceite y de La Puebla. A sus 9 años acaba de conquistar el subcampeonato de España de Aloha en Santiago de Compostela donde (hay que recordar) participó como campeón de Aragón. «Salvo alguna multiplicación, casi todo lo hago mental», dice. Se cumple uno de los objetivos del programa que dice que, a medida que según ejercitan la mente, llegan a prescindir del ábaco, un instrumento de cálculo complejo por sí mismo.
Compitió en nivel 5 defendiendo sumas, restas, multiplicaciones y divisiones repartidas en 70 operaciones a resolver en cinco minutos. «El año que viene no sé qué me espera pero creo que llegan raíces cuadradas», apunta sin inmutarse. Sus padres, Esther (Vinaceite) y José Antonio (La Puebla), han visto que lo del año pasado no fue casualidad. Apuntaron a Iván a Aloha pensando en los beneficios de la actividad y a él, además de gustarle, le llevó a conquistar el campeonato de Aragón y el de España. «No hay que decirle nada porque él mismo se lo toma muy en serio y cuando se acerca la competición se preocupa de hacer su ficha diaria», explica su madre quien da fe de que a pocos adultos se les ocurriría retar a un niño de Aloha. «Solo aprender el ábaco es un logro», ríe.
El próximo año se sumará a probar la experiencia su hermana Sandra quien el año pasado, con 5 años, celebró los logros de Iván entonando una buena jota.
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