Terry Noble lleva casi tres décadas al frente de una pizzería que supuso toda una innovación en los años noventa
El encuentro con Terry Noble se produce junto al calor del horno, la gran terraza y el elegante comedor, con ese toque moderno y «casual» que caracteriza a Pizzería Esencia de Valderrobres.
Nacido en Londres, el pizzero más conocido y veterano del territorio reconoce que encontró hace ya 27 años la forma de vida que buscaba, en pleno contacto con la naturaleza. Desde muy joven sintió la necesidad de salir de la Inglaterra rural, donde, recuerda, se comenzó a vivir una atmósfera muy conservadora y la siempre abierta y frenética Londres, donde nació, le privaba de estar en contacto con su amada naturaleza. Nada más finalizar sus estudios recorrió medio mundo como mochilero hasta que decidió establecerse en una zona rural.
Tras vivir un tiempo en una zona rural del Sur de Francia, decidió venir a España, donde ya estuvo por primera vez a los 18 años. Se estableció en Barcelona a finales de los «80 donde trabajó como uno de los pocos mensajeros en bicicleta de la ciudad. «Ahora está muy en auge, pero en aquellos años creo que fui el único», explica. La llegada de su hijo Nicky hizo que Terry y su entonces mujer tuviesen claro que querían proporcionar un ambiente rural y en contacto con la naturaleza para su hijo. Por ello se sintieron atraídos por la franja aragonesa más próxima a Cataluña y tras recorrer otras comarcas como la Ribagorza, encontraron en Valderrobres el lugar perfecto para abrir su negocio. «Nos sentimos muy acogidos desde el primer momento.
El Matarraña era exactamente lo que buscábamos para vivir», añade. Poco después se establecieron en el Mas de Vinyols de Beceite, cumpliendo así su sueño. Terry junto a su entonces pareja estuvieron a punto de hacerse cargo de Fonda la Plaza, pero a última hora, explica, no pudo ser. Finalmente encontraron otro local en el que decidieron apostar por un concepto muy novedoso entonces. «En aquellos años la oferta gastronómica era mucho más tradicional y reducida. La gente salía más pero también había muchos menos turistas», explica. Tras un duro año de trabajo en el que encontró la colaboración de otros vecinos y del entonces alcalde, Luis Gascón, pudo poner en marcha la primera pizzería del Matarraña. Terry recuerda las largas veladas de los años «90 que protagonizaban personas de todo tipo y no oculta la satisfacción de haber acogido a clientes muy variopintos. «Me encanta en este espacio informal, estar rodeado de jóvenes, mayores, estudiantes, mochileros, políticos, guardias civiles, alcaldes, curas, rockeros, turistas… », explica.
Reconoce que la naturaleza, la posibilidad de estar en contacto con ella y el misticismo y espiritualidad que le transmitió el Matarraña desde el primer instante, fueron decisivos para elegir el lugar para establecerse. Con un carácter abierto, afable y siempre sincero, Terry supo ganarse rápidamente a los matarrañenses. Explica que lo abierto de la gente y lo «anárquico» de los españoles le encanta, lejos de otras culturas más lineales o cuadriculadas.
Pese a que tiene claro que no volvería a Inglaterra, reconoce que echa de menos el palpitar de Londres por la libertad, la diversidad cultural y el pulso que ofrece la capital británica. «Mi sitio está junto a la naturaleza y en esta pizzería, que es mi casa. Pero a veces también echo de menos Londres. Por lo menos la ciudad que recuerdo», añade.