Familiares, vecinos y grandes voces participaron en el homenaje a la soprano más internacional
Los restos de Elvira de Hidalgo descansan ya en su localidad natal, Valderrobres. Ayer, se les dio sepultura en un mausoleo del cementerio ante la atenta mirada de familiares, vecinos y admiradores de la genial soprano. El entierro sirvió para poner fin a un homenaje que comenzó el sábado y que trató de poner en valor y ensalzar la figura de la valderrobrense más universal. La Fundación Valderrobres Patrimonial y el Ayuntamiento del municipio organizaron una serie de actos para dar a conocer su legado y popularizarlo, al menos entre los vecinos de la localidad. Y lo consiguieron. «Nos han ayudado a todos los valderrobrenses a ser conscientes de la importancia que Elvira de Hidalgo tuvo en el mundo de la música», dijo el alcalde, Carlos Boné.
Conseguir que los restos descansen en Valderrobres fue una tarea ardua, complicada y llena de escollos burocráticos. «Hace dos años nos pusimos en contacto con su familia, discípulos y amigos en Italia. Nos informaron de la situación. Supimos que en 2020 los restos iban a ser trasladados a una fosa común y, ante esto, decidimos iniciar los trámites para comenzar la repatriación», explicó Manuel Siurana, director de la Fundación. Tras un año y medio de tramitación, cuyos costes asumió Valderrobres Patrimonial, los restos mortales llegaron al fin a Valderrobres. «Pero todo aquello que cuesta es lo que más satisfacción da conseguirlo», añadió.
La jornada comenzó con la colocación de una placa conmemorativa en el edificio natal de la artista, en la calle Santiago Hernández Ruiz. Después, se inauguró la sala dedicada a la soprano ubicada en el Museo de Valderrobres. Se trata de un espacio que aglutina trajes, documentos, pertenencias, libretos e imágenes de la artista que han ido llegando a la Fundación. Además, este fin de semana se han sumado nuevos elementos a la colección: varios discos inéditos donados por el musicólogo, tenor y presidente de la Asociación de Amigos de la Música de Zaragoza, Miguel Ángel Santolaria y una serie de cartas que De Hidalgo escribió a sus familiares y a su discípula María Callas.
Todos los actos contaron con el apoyo y agradecimiento de la familia de la artista. Sus sobrinas, Raquel y Elvira Sala, con 92 y 95 años respectivamente, no pararon de agradecer el trabajo de la Fundación y del Ayuntamiento y destacaron la figura de su tía. «Era una mujer con mucho carácter, pero muy buena. De hecho, le pagó la carrera de canto a la Callas, algo que siempre le agradeció», dijo Raquel. Al no tener hijos, sus dos sobrinas fueron sus «ojitos derechos» e incluso intentó que una de ellas, Elvira, hiciera una carrera musical. «Pero no lo hice. Ahora tengo una nieta, Isabela, que sí estudia canto», señaló Elvira orgullosa, quien quiso destacar el papel de la madre de su tía, Miguela Roglán, «fundamental para que triunfara porque creyó en ella y la apoyó».
Después de la inauguración, se celebró una misa funeral en la Iglesia presidida por los restos de la soprano, que concluyó con una gala lírica titulada «Antología de la ópera y la Zarzuela» ofrecido por la Asociación de Amigos de la Música. En concierto contó con un elenco de excepción que cautivó al público. La soprano Laura Úbeda, el tenor Miguel Ángel Santolaria, el barítono Pascual León y el pianista Oier Arce arrancaron emotivos aplausos. El pequeño ataúd de la artista salió de la iglesia acompañada por los toques de tambor y corneta dela Cofradía del Santo Entierro.