El CEIP Juan Lorenzo Palmireno forma parte del proyecto «Escuelas Creativas»
Juguemos con nuestra imaginación. Haga uso de su memoria y sitúese en su niñez, cuando tenía, por ejemplo, ocho años y estudiaba segundo de primaria. Faltan quince minutos para que comiencen las clases y su padre le acompaña al colegio, le despide con un beso en la mejilla en la puerta de la escuela, saluda a sus compañeros y se dispone a entrar en clase. Abre la puerta y se encuentra con una habitación vacía, ni mesas ni sillas. Solo están el profesor y la pizarra. Mira a sus colegas de clase, tienen la misma cara de sorpresa que usted. ¿Y ahora qué?, se pregunta.
Volvamos al presente y dejemos la ficción a un lado. Este es tan solo uno de los ejemplos que expuso Ferran Adrià a los colegios seleccionados para el proyecto 'Escuelas Creativas' de la Fundación Telefónica que se dieron cita en su Laboratorio de elBulli de Barcelona hace unas semanas. En esa reunión estuvo presente el Colegio Bilingüe Juan Lorenzo Palmireno de Alcañiz, uno de los 19 centros seleccionados para participar en esta nueva iniciativa que basa su idea en la búsqueda de un nuevo modelo educativo innovador que apuesta por la reflexión y el análisis como la mejor manera de aprender.
Carmen José Giner, directora del colegio alcañizano, y Laura Giner, secretaria del centro, acudieron hasta Barcelona para presentar su proyecto, que tiene el objetivo de utilizar la música para potenciar la creatividad de sus alumnos, y recibir una sesión de formación en la que se les explicó cómo se iba a desarrollar esta fase final de la iniciativa de la Fundación Telefónica.
Ya disponen de los materiales, tienen un tutor personalizado y ahora solo falta culminar el proyecto de la mejor manera posible. El 24 de mayo será el momento de presentar el trabajo realizado durante estos meses y de conocer el nombre del colegio más innovador de España.
Un nuevo modelo educativo
El proyecto de 'Escuelas Creativas' que ha apadrinado el prestigioso cocinero Ferran Adrià está basado en la idea de crear un nuevo modelo educativo, en conseguir que los colegios se salgan de la norma. Se trata de una apuesta por la reflexión, por sacar las aulas fuera de los centros educativos y conseguir que los alumnos se planteen el porqué de todas las cosas.
La sociedad en la que vivimos actualmente ha cambiado de manera extraordinaria en los últimos 20 años, sobre todo con la llegada de internet y la gran revolución tecnológica. Conocemos el pasado, estamos aprendiendo del presente, pero el futuro es muy incierto.
La irrupción de la tecnología ha cambiado la sociedad, las personas ya no consumen igual, no se relacionan igual e incluso muchos oficios han tenido que reinventarse con el objetivo de no quedar en el olvido. Pero en el ámbito de la educación no se han visto grandes avances. Se podría decir que todo sigue igual que hace dos décadas. Por tanto, ¿convendría darle una vuelta al actual sistema educativo?
Carmen José Giner, directora del Palmireno, opina que sí. «Nosotros formamos parte de los colegios que, por decirlo de alguna manera, se salen de la norma. Pensamos en que quizás los libros de texto tendrían que desaparecer, que los horarios podrían ser más flexibles y que las aulas podrían estar abiertas a la sociedad».
Estos son algunos de los motivos por los que Giner decidió que el Palmireno debía presentarse al proyecto «Escuelas Creativas». A través de la música, este centro alcañizano quiere innovar en la forma de dar clase y en la manera de educar a sus alumnos.
«La neurociencia ha demostrado que la música activa partes del cerebro que son esenciales para el aprendizaje. Nosotros lo que queremos es que la música sea una puerta por la que entre la creatividad en las aulas», explica la directora del centro.
La música como excusa
El Palmireno no ha esperado para innovar y hace unos meses puso en marcha una iniciativa novedosa a través de su proyecto «Entramos Cantando». El colegio ha cambiado el mítico sonido del timbre que marcaba la entrada y salida de la escuela, y también del recreo, por canciones. Durante los dos primeros meses que lleva funcionando esta propuesta, los alumnos han entrado a clase a ritmo de Grease, Bob Marley o Mozart y la idea ha tenido grandes resultados.
Ahora el objetivo se centra en continuar innovando, «con la música como excusa», y el centro tiene pensado crear una pizarra gigante en una de las paredes del patio del colegio. La idea se centraría en utilizar ese espacio para que los alumnos plasmaran, en forma de palabras o dibujos, lo que les sugiera la canción que está sonando. Estas percepciones de los alumnos se podrían extrapolar a otras áreas de la educación. Por ejemplo, la palabra que les haya venido a la mente escuchando la música puede llevarse a la clase de lengua, donde tendrán que realizar un cuento creativo en base a ese escrito.