Un campo de trabajo internacional revitaliza el pueblo colaborando con Apadrina un Olivo
La media de edad de Oliete ha caído en picado durante las últimas dos semanas. Justo lo contrario ha sucedido con la diversidad de nacionalidades, que se ha disparado momentáneamente. Estos fugaces cambios demográficos han llegado gracias a un campo de trabajo internacional del Instituto Aragonés de la Juventud. 17 jóvenes de cuatro continentes han revitalizado el pueblo de la mano de Apadrina un Olivo, entidad con la que han colaborado durante 15 días.
Su estancia, que terminó este lunes, les ha servido para conocer el olivar centenario, sus características principales y trucos para su cultivo: los jóvenes se han puesto en la piel de los agricultores construyendo muros de piedra seca o desbrozando la maleza. También han fotografiado los olivos o actualizado las etiquetas y códigos QR de los árboles, que sirven para que los padrinos los identifiquen en la aplicación.
Sin embargo, su visita tuvo también un apartado educativo, si se le puede llamar así, ya que desde el primer momento se hizo mucho hincapié en la despoblación. Los jóvenes se convirtieron en emprendedores del medio rural para solucionar la pregunta «¿cómo te ganarías la vida para quedarte a vivir en Oliete?», a la que respondieron con motivo de la visita del bus de la repoblación.
El proyecto más destacado abogaba por convertir Oliete en una especie de centro social juvenil para atraer niños y adolescentes cada verano. El espacio se lograría rehabilitando viviendas y también se desarrollarían actividades de ocio atractivas (un circuito de bicicleta de montaña) para que esos jóvenes se encariñaran con el pueblo verano tras verano y, en un futuro, regresasen a él para vivir. Otros proyectos estuvieron relacionados con la universidad a distancia y la convivencia con personas mayores; la apicultura; o generar sentido de pertenencia a Oliete.
Feedback muy positivo
Taiwán, México, Colombia, Francia, Serbia… Son algunos de los lugares de procedencia de los asistentes, entre los que también hubo jóvenes de toda España. Como no podía ser de otra manera, casi ninguno había pisado Teruel y la impresión ha sido muy positiva. «Les ha encantado la provincia y la acogida del pueblo. Se van muy contentos después de una convivencia en la que todos hemos compartido mucho», explica Alberto Alfonso, cofundador de Apadrina un Olivo.
Como no todo iba a ser trabajo también hicieron varias excursiones (a Alacón, a la sima y al cabezo de San Pedro…) y se divirtieron con una gymkhana en la que participaron los vecinos de Oliete.