El olor a sofrito, a la carne dorándose o el barullo de la gente no pasaban desapercibidos para cualquiera que se acercase hasta Maella durante el XVIII concurso de la Sartanè, celebrado este sábado. Hasta 61 cuadrillas plantaron su sartén en el campo para elaborar su mejor cocido a fuego lento. Entre amigos, música, viejos conocidos, y siempre con algo que beber en la mano, los maellanos fueron preparando sus exquisitos platos. Javier Mas, junto a su cuadrilla, ganó este año el certamen. Eufóricos subieron todos los integrantes cocineros de este grupo a recoger el galardón cuando la comisión lo anunció en el escenario.
Para entonces, el resto de sartenadas ya reposaban en el estómago de los presentes. Después de horas de elaboración y preparación, había llegado el momento de la cata más difícil, la de la propia cuadrilla. No obstante, cada una de las peñas llevó un plato al jurado para que sus miembros dieran el veredicto final. El sofrito, la costilla de cerdo, la carne de conejo, pollo o cordero, la patata y el arroz no podía faltar en ninguna de las sartenadas, así lo establecían las bases del concurso. Sin embargo, cada chef añadió sus ingredientes secretos que hacían cada elaboración diferente.
Por ejemplo, la cuadrilla de Alex Porta, ganadora de la anterior edición, echó «de todo» a su receta. Todavía no saben cómo ganaron aquel concurso en el que reprodujeron «la receta de toda la vida». Otros grupos, como el de Esteban Errando, aseguran que no acaban de «dar con la clave» para seducir al paladar de los nueve miembros del jurado. De hecho, la mayoría de los maellanos destacaba la experiencia de los más mayores como herramienta perfecta para hacerse con el premio.
A través de un descarte primero, y mediante una cata a ciegas después, sin conocer el cocinero del plato, los nueve integrantes del jurado seleccionan a la mejor Sartanè. «No suele ser muy difícil, porque cuando llegamos a la cata siempre hay alguno que destaca«, señaló José Luis Liarte, miembro de la comisión y presidente del jurado. Estos paladares buscan la máxima similitud entre el plato tradicional que los vecinos maellanos del siglo pasado preparaban en el campo con los que en este día se presentan. En aquel momento, el aprovechamiento de lo que se tenía en casa era fundamental, por lo que a día de hoy estos platos tienen cabida para multitud de combinaciones.
Así, se mantiene esta tradición gastronómica año tras año y de la mano de una gran fiesta. De hecho, hasta 2.000 personas participaron en un primer momento en la celebración (1.460 repartidos entre las cuadrillas y más de 600 entre quienes eligieron comer del cocido común que organizó el Ayuntamiento). Además, en la tarde de este sábado se unieron a la fiesta todavía más vecinos y amigos de las localidades cercanas, lo cual hizo que el entorno de las afueras de este municipio quedara abarrotado y con un gran ambiente.
La familiaridad y la buena relación entre los vecinos y amigos que allí se instalaron durante toda la jornada quedó presente en todos los momentos. Tras la comida, y una vez el estómago ya estaba lleno, pocas sillas quedaban ocupadas, pues la gran mayoría se desplazaba para saludar a unos y otros. Amigos de toda la vida o visitantes conocidos, quienes visitan de vez en cuando la localidad y quienes no se pierden ni una celebración. Para todos ellos era un momento de reencuentro. Además, personas de Caspe, Fabara o Nonaspe tampoco quisieron perderse esta fiesta. Tanto es así que incluso cuadrillas de estos municipios vecinos también se presentaron al concurso para tratar de acertar con la receta maellana. Asimismo, multitud de políticos del territorio o de ámbito provincial tampoco quisieron perderse la cita.
La música tampoco faltó en ningún momento. De hecho, cuando en las mesas ya no quedaba ni una miga y habían cesado las pequeñas gotas que habían caído en algún momento, el Trío Royal arrancó con las melodías. Antes de ello, ya se habían congregado todos los maellanos y visitantes frente al escenario para atender al bingo.