Es difícil resumir todo lo que el CRIET de Alcorisa supone para quienes han pasado por allí. Cuando este Centro Rural de Innovación Educativa-que este año celebra su 40 aniversario– se puso en marcha en 1983 cambió el paradigma educativo para muchos niños, especialmente aquellos de los pueblos más pequeños en los que clases enteras apenas se componían de cuatro compañeros. Con su llegada no solo se les ofrecía la oportunidad de aumentar ese número. «Era mucho más…Salíamos desde el pueblo como si de un viaje a París se tratara. Me regocijaba al pensar cómo les iba a contar esto a mis amigas de las ciudades, quienes durante los veranos siempre bromeaban con el hecho de que en una misma clase tuviéramos que estar tres cursos con el mismo profesor», confiesa Marian Pérez. Natural de Oliete, ella fue una de las primeras en asistir al CRIET. Lo hizo durante el año de su inauguración, aunque los aprendizajes y sentimientos de aquellos días le acompañan todos estos años después. «Participar en el CRIET nos hacía sentir importantes», añade.
Su testimonio ocupa una de las 291 hojas del nuevo libro de Salvador Berlanga, ‘¡Bravo por la imaginación!’, la historia de este Centro Rural de Innovación Educativa entre 1985 y 2005 partiendo de la mirada de los entonces niños-hoy adultos-que pasaron por allí. En él, el antiguo director del CRIET ha logrado reunir a 400 exalumnos provenientes de 92 pueblos diferentes, siendo el 95% de ellos de la provincia de Teruel. Tras presentarlo en Zaragoza, el autor hizo lo propio este fin de semana en Valderrobres, el sábado, y Alcorisa, el domingo. «Ha sido un proceso de diez años. Siempre he guardado relación con mis exalumnos, por lo que cada vez que nos encontrábamos siempre les pedía un correo electrónico. ‘Algún día escribiremos entre todos el mejor libro del pequeño mundo del CRIET Alcorisa’, les decía», cuenta Berlanga.
Y así fue. Tras reunir 1.000 correos, el exdirector lanzó la propuesta. Primero solicitó un documento con algunos recuerdos desarrollados, aunque pronto comenzó a recibir un diluvio de artículos. «Descubrí que una de las palabras más repetidas siempre era ‘convivir’. Y también que para casi todos el CRIET había supuesto la primera vez de muchas cosas: ver un microscopio, un ordenador o una película en el cine Caracas de Alcorisa. Incluso la primera vez en jugar un partido de fútbol con dos equipos completos de la misma edad», destaca.
En el libro todas estas vivencias se ven completadas con las respuestas del formulario de Google que Berlanga ideó. En él, definir el CRIET en solo una palabra, destacar un taller que te impactó o escribir el momento más divertido que recuerdes eran algunas de las preguntas. «Todos recuerdan las actividades que realizaban, la mayoría adelantadas a aquella época. Las aulas se llenaban de innovación, incluso llegamos a hacer una conferencia con la base militar española en la Antártida».
Aunque la pregunta más importante del formulario, sin duda, era qué es lo más importante que los alumnos aprendieron del CRIET. «Hubo muchas respuestas. Pero en casi todas se repetía una enseñanza clave que hoy en dia muchos trasladan a sus hijos: el sentimiento de pertenencia a la zona rural», afirma Berlanga.
La recaudación de la venta de los libros será donada de forma íntegra al Museo de la Escuela Rural de Teruel.