Los cretenses han vivido intensamente las fiestas de su patrona, las primeras que estrenan la iglesia recién rehabilitada
¡Viva Santa Águeda!, ¡Viva Cretas!, ¡Vivan las Mujeres!». Así concluyó el domingo el pregón de las aguederas de Cretas, que este fin de semana han vivido sus fiestas en honor a la santa con mucha intensidad. Fue la primera fiesta patronal que se celebró en la iglesia parroquial, inaugurada hace quince días por el Cardenal Juan José Omella, y el último año en el que Belén Salvador tomó el mando de la localidad. Y es que, como es tradición en la comarca del Matarraña, la celebración de Santa Águeda destaca porque las mujeres toman el consistorio por un día.
«Es una experiencia muy positiva. Es la segunda vez que soy la alcaldesa y lo pasamos muy bien. Además tenemos el orgullo de que es la primera fiesta que se hace en la iglesia después de tantos años cerrada», dijo Belén Salvador, que animó a las mujeres de Cretas a participar activamente en la celebración para no perder la tradición. «Cretas es el municipio del Matarraña en el que primero se realizó este acto y no lo podemos perder», dijo tras recibir el bastón de mando y la banda por parte del alcalde, Fernando Camps.
También destacado fue el papel de Mercé Pallarés, que se convirtió en la jueza de paz. «La experiencia es formidable porque, además, toda la junta somos muy amigas», destacó.
Mamelletes de chocolate
Los actos comenzaron el sábado por la tarde con el encendido de la hoguera y una merienda popular a base de longaniza y embutido. Después hubo baile hasta la madrugada.
El domingo fue el día grande. La jornada comenzó por la mañana con café y pastas que ofreció la junta para todos los que acudieron al acto de toma de posesión de la nueva corporación.
El alcalde y los concejales cedieron sus puestos a las mujeres cretenses e, inmediatamente después, tuvo lugar un pequeño pregón de la alcaldesa. Después, una pequeña procesión amenizada pro la charanga y con las tradicionales mamelletes de chocolate como protagonistas, la comitiva se dirigió a la plaza de la iglesia para asistir a la eucaristía.
Tras la misa baturra hubo suelta de vaquillas en la plaza y una comida en la que se dio paso a una nueva junta de mujeres cretenses que estará a la cabeza de la fiesta durante los próximos dos años.
Amor por una tradición centenaria en la Cañada de Verich
El volteo de campanas el pasado sábado en la Cañada de Verich anunció la llegada de una de la festividad más importante del mes de febrero: la celebración de Santa Águeda. Durante dos días, las vecinas de la localidad tomaron las calles y la fiesta para mantener una tradición que data del siglo XVIII, fecha en la que los habitantes de la localidad encontraron coplas antiguas alabando a la santa patrona de las mujeres.
Con el paso de los años, la festividad, en su mayoría religiosa, ha ido adquiriendo un carácter más festivo. Por ello, el sábado, el encendido de la hoguera y la posterior actuación de la orquesta sembraron la diversión hasta la madrugada entre jóvenes y mayores.
El domingo el cielo se abrió para dar paso a los rayos de sol que iluminaron el día más especial de esta celebración centenaria. Todavía con nieve en los tejados, las cañadinas, ataviadas con sus trajes populares, portaron sus bandejas repletas de tetillas para que fueran bendecidas. A la una del mediodía y con una iglesia con más afluencia de lo habitual, «normalmente estamos seis y hoy somos casi 40», como comentó el párroco orgulloso, comenzó la eucaristía. Las mujeres fueron las encargadas de finalizar la liturgia alzando sus voces para entonar una versión de la canción 'Amor de hombre' de Mocedades que fue redactada hace 20 años por las cañadinas y que cantan cada año desde entonces. «Hoy Señora mía, muchas mujeres rezarán con devoción. Oye su voz, y en sus labios es canto de amor, aunque lejos estemos, Cañada llevamos en el corazón», son parte de los versos de canción de Mocedades que causó emoción entre las protagonistas.
A las dos de la tarde, con el toque de campanas y el ritmo de los dulzaineros de Más de las Matas, arrancó la procesión. En esta ocasión el recorrido se acortó debido a la posibilidad de encontrar placas de hielo en zonas de umbría. Una veintena de mujeres portaron la peana con la santa y el estandarte con las cintas de colores para procesionar a lo largo de las calles del municipio.
Los pasos desembocaron de nuevo en la plaza de la Iglesia entre alabanzas a la santa por parte de los asistentes que dieron lugar al momento más dulce de la celebración: el reparto de las tetillas. En ese instante, las dulzainas comenzaron a sonar y, de manera espontánea, las mujeres empezaron a bailar los ritmos tradicionales. Así, con alegría y amor por la tradición y al pueblo 45 mujeres de todas las edades se despidieron de su patrona.