Ana Asión presenta su libro el miércoles 13 en La Central del Museo Reina Sofía en Madrid y el jueves proyecta su corto en Birmingham
Ana Asión Suñer (La Puebla de Híjar, 1989) publica «El cambio ya está aquí. 50 películas para entender la Transición Española» (Ed. UOC Colección Filmografías Esenciales). Este miércoles 13 de marzo lo presenta en la Central del Museo Reina Sofía en Madrid, y el 3 de abril, en FNAC Triangle en Barcelona. En medio, Asión viajará a Birmingham donde proyectará «El sueño de Ezequiel», su cortometraje rodado en La Puebla.
Es Licenciada en Historia del Arte, máster en Estudios Avanzados e integra el Proyecto I+D del Departamento de Historia del Arte del «Estudio de la cultura audiovisual del tardofranquismo (1970-1975). Proceso de modernización y transiciones en cine, fotografía, televisión, cómic y diseño». Su tesis doctoral la dedicó al estudio del cine de la Tercera Vía, investigación de base para este libro y también para el segundo. Ha visto la luz recientemente pero de momento se centra en el primero, un libro que recibió todos los parabienes en la presentación en Zaragoza el mes pasado además del premio de los críticos de arte aragoneses.
¿Cuál es la intención de «El cambio ya está aquí. 50 películas para entender la Transición española»?
Romper con la idea tradicional de la Transición como solo la transición política y abarcar los cambios y las transiciones en plural. Fue muy importante la política pero también otras muchas cosas que pasaron con anterioridad y por eso el listado empieza tan pronto con «Calle Mayor» (1956). La película intenta romper con lo impuesto y hacer una crítica hacia el estereotipo de la mujer que intentaba promover el Régimen Franquista. La mujer tenía que estar en su casa, cuidar de su marido e hijos y en este caso muestra cómo una mujer soltera con 35 años es objeto de todo tipo de burlas. Plantea si realmente se quiere seguir ese prototipo de mujer o plantearse por qué una persona con esa edad no puede estar soltera. Se trata de hacer ver que las cosas no cambiaron al día siguiente de la muerte de Franco.
¿Cómo empezó la investigación?
Hice mi tesis doctoral sobre la Tercera Vía, una corriente cinematográfica del último Franquismo, de los años 70. Son la mayoría comedias a medio camino entre un cine comercial y uno más intelectual de Arte y Ensayo que reflejan a la sociedad de aquellos momentos, la mayoría a la nueva clase media. Encaja muy bien en el concepto que quiero tratar en este libro y por eso hay varias películas que pertenecen a la Tercera Vía. Algunas como «Los nuevos españoles» (1974) que habla de los nuevos métodos laborales que llegan de Estados Unidos. Todo trabajador de una empresa que fuera absorbida por una multinacional se vería reflejado.
¿Por qué estas 50 y no otras?
Primero porque la colección de la editorial son 50. Elegí en base a tener una lista variada en géneros y temáticas y busqué la aportación sociológica por encima de la calidad cinematográfica. La emigración está tratada en drama y en comedia en «Españolas en Paris» (1971) y en «Vente a Alemania, Pepe» (1971). Acabo con «Ópera Prima» (1980), un buen comienzo de lo que será la etapa de los 80. Es un indicio de que las cosas estaban cambiando pero al mismo tiempo está también «El crimen de Cuenca» que se rodó en 1979 y se estrenó en 1981 porque la secuestró un Tribunal Militar. Ahí vemos que el camino de la evolución no es recto y que hay cierto retroceso. Se incide en que hay que estar siempre alerta porque ahí ya estamos en Democracia y hay una película que hace una crítica a estamentos como la Guardia Civil o la Iglesia y está secuestrada.
¿Ahora vivimos en autocensura?
Llama la atención que hay películas que no te explicas cómo salieron en su momento porque ahora mismo no se emitirían. En «Mi querida señorita» (1971) se censuró un pecho en una película que está hablando de la transexualidad. Sin embargo, lo hace con un tono cómico y con ese matiz que siempre ha tenido la comedia que por serlo no trata temas serios y ¡vaya que si los trata! El camino no era de rosas, se boicotearon muchos estrenos. Se buscaban las maneras de burlar la censura, de conseguirlo y además hacer películas increíbles. «La caza» (1966) y tantas otras están hechas a base de metáforas. Entonces también se autocensuraban, se hacían el ejercicio de a ver hasta dónde podían llegar y cómo hacerlo. Ahora creo que la censura la tenemos como sociedad, somos nosotros los que terminamos juzgando.
Creo que este estudio dignifica nuestro cine que sigue con el estigma de la «españolada» ¿Coincide?
Es la eterna lucha. Me quedo con algo que dijo Antonio Resines hace años en Zaragoza sobre la equivocada equiparación con el americano. Allí se hacen mil millones de películas y nos llegan las cien mejores. Aquí si se hacen cien nos llegan las cien y hay de todo. Oigo bastante lo de «españolas no veo en el cine» pero no oigo argumentos. Hay películas maravillosas.
La Asociación Aragonesa de Críticos de Arte (AACA) le entregó el premio a la «Mejor publicación sobre arte contemporáneo» por este libro. ¿Cómo está siendo la acogida?
La gente lo está recibiendo muy bien, los medios os habéis interesado mucho y recibir este premio ya era algo impensable, son palabras mayores. ¡Estoy feliz!