Es Don Antonio para mucha gente y no solo pacientes, también para algunos compañeros, aunque escuchar esto le haga ruborizarse. Antonio Pablo Martínez (Zaragoza, 1956) es uno de los dos médicos de Albalate del Arzobispo desde hace 23 años y prefiere menos formalismos. Toda su vida, crianza y educación trascurrieron en la capital y sigue residiendo en pleno centro desde donde todos los días se desplaza a su puesto de trabajo.
No le preocupan los 160 kilómetros diarios, «eso está superado», dice. Le preocupa la falta de médicos. Sentado en el centro de salud de Híjar en el descanso de una guardia, reconoce sin problemas que él nunca pensó en ejercer en el medio rural. Pero por su caso y años de experiencia sabe cuál es una parte de la solución. «Igual que no te puedes enamorar de una persona si no la conoces, es imposible que te guste la medicina rural si no la conoces», dice. Este es el mensaje que lanza a los nuevos profesionales que ya son R3 y R4, los que están a punto de terminar el MIR: que se vayan a un pueblo y que prueben. «Estoy súper seguro de que muchos se acabarán enamorando como nos ha pasado a tantos», añade.
Su primer trabajo fue en Zaragoza «atendiendo en un consultorio a 60 personas en dos horas, una locura». Cubrir las vacaciones de una compañera es lo que le llevó al medio rural. En Jarque de la Val vio que aquello «no estaba nada mal» y era una época en los años 70 y 80 en la que había que vivir en los pueblos y no como ahora, que no es obligación. «He llegado a cobrar «Penosidad», un complemento anual muy escaso para médicos titulares que teníamos que residir en según qué pueblos… ¡No era para tanto! Cuando vi eso, llamé a preguntar qué era», recuerda sonriente. Después ejerció en tres localidades en Albarracín; en el Matarraña con La Portellada, Ráfales y Fórnoles y ya en la zona básica de salud de Híjar como médico en Albalate desde hace 23 años.
Aunque ha tenido muchas oportunidades de aceptar y ocupar la plaza en Zaragoza, nunca lo ha hecho. «Son muchas cosas que tiene de buenas la medicina rural, entre otras, que te da conocimiento profundo de la población y conoces a tus pacientes pero también a los del compañero y a sus familias. Somos una especie de referente en medicina en general porque nos ocupamos del seguimiento completo de la persona, que muchas veces es gente que pasa por muchos especialistas, así como de los crónicos y podemos hacer trabajo de prevención», enumera. «También hacemos y -deberíamos hacer más- trabajo educación sanitaria en el sentido de ayudar a la población a discriminar entre lo urgente y lo que puede esperar al día siguiente y no alarmarse», explica. «Todo es más humano, hay muchos factores que sopesar en una intervención. Por ejemplo, antes de enviar a un anciano que está en su casa al hospital tratas de resolverlo tú. Conoces su historial y sus circunstancias y haces lo posible por evitar movilizar a la familia a no ser que sea estrictamente necesario, y eso en Zaragoza se soluciona con un taxi que lleva a la persona y la devuelve a casa en un mismo día», señala.
Celebra que desde hace tres años cuenten con residentes, una figura que solo había en Andorra y que es algo que contribuye a que los jóvenes prueben. «Vamos a intentar que se rote también por el medio rural pero no solo haciendo urgencias sino también en cupo y que puedan ver así lo que es esto de verdad», desea.
Es también presidente en Aragón de Semergén (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria). Respecto al déficit de médicos, asegura que la situación no es nueva, que era algo que se preveía porque las promociones entre 1975 y 1985 fueron muy amplias y son las que se están jubilando. Las previsiones apuntan a que a corto y medio plazo el 30% de los médicos en general se van a jubilar en Aragón y a nivel nacional. «Egresados habrá entre 8.000 y 9.000 médicos cada año pero el embudo del MIR con 5.000 plazas como mucho hace que no haya posibilidades de cubrirlo todo. Esto provoca a su vez que no haya tutores porque los mayores nos vamos jubilando. Tengo compañeros que están esperando a retirarse a que su residente R3 sea R4 y termine».
Habría que poner sobre la mesa asuntos como una modificación del mapa sanitario con la redistribución de médicos, -un paso harto complejo-. También invita a pensar en medidas como las que den flexibilidad que facilite la conciliación, así como un cambio de mentalidad que no denoste ser médico de pueblo frente a la ciudad. «De propios compañeros me he escuchado algunas cosas que no me gustan y por eso creo que el médico de familia, a pesar de que siempre sacamos muy buena puntuación, está un poco denostado. Yo soy médico rural y lo digo siempre así», añade.
En la actualidad son 8 médicos en la zona básica de salud de Híjar (2 en Albalate, 2 en Híjar, 1 en Vinaceite que cubre dos pueblos más, 1 en La Puebla y 1 en Samper de Calanda que cubre dos pueblos más. Martínez también va camino de la jubilación próxima en una zona básica en la que desde mayo cubren entre los 8 el hueco de Urrea de Gaén, que sigue descubierto tras la jubilación del médico, además de la plaza de pediatra que desde el año pasado está de baja y no se ha cubierto «porque no hay».
Ve una media de 50 pacientes diarios, lo que se traduce en uno cada 6 minutos ya sea presencial o telefónico. «Tenemos el tiempo tasado», dice, y aunque ve que hay cosas que han cambiado respecto a cuando llegó como esto del tiempo, no cambia su plaza por nada.
Olé por él y por los que no reniegan de los pueblos
Q tome nota la señora q quiere unificar centros para q sean los enfermos los q se desplacen a ella, y no ella a ellos.
Bueno …bueno….tengamos la fiesta en paz . Son de Agradecer las formas y el tono , sincero de este Sr Doctor .
Una gran persona y un gran profesional
Muy buena persona y muy buen medico
Te comprendo perfectamente compañero, yo pasé 27 años de mi vida profesional en el ámbito rural, entre Borja y Altas cinco villas. pero a pesar de todas las dificultades y adversidades, tanto climáticas y medioambientales, como medios adecuados para ejercer esta noble profesión, no la cambio para nada con el medio urbano, que estuve 12 años, porque en el medio rural se ejerce la pura y dura carrera de medicina, atiende a pacientes conocidos, con nombres y apellidos, convive con ellos, no solo en la consulta ,sino, los ve en la calle, en la panadería, en el bar o en la tienda de al lado, conoces sus costumbres y sus buenos y malos hábitos y que les pueden afectar, les llama por sus nombres e incluso por sus apodos y no a numeros 50 / ******como en las urbes que solo los ve en consulta para patologías banales y si hay alguna duda o complicación los manda al hospital que en un taxi o ambulancia en 5 minutos llega, sin embargo en el medio rural, el médico es el héroe y es él quien tiene que resolver la mayoría de los casos, por muy difíciles que sean, como salvar un infarto de miocardio o atender un parto, sabiendo que no va a poder llegar al hospital . además en el medio rural el cariño y el afecto que recibes de la gente, no tiene nada que ver con los de la ciudad, y eso creo que lo habrás notado en el verano cuando vienen los desplazados, (no coment). Animo compañero y lo que tu dices ,»Para amar algo hay que conocerlo».
Un cordial saludo.
O. Tibi 50/09608