Del Mundo al Bajo Aragón: Bruce Taylor encontró hace 45 años en Belmonte de San José el lugar al que regresar
Bruce camina por las calles de Alcañiz con su cartera al hombro. Termina unos días de descanso y está a punto de regresar a Madrid después de pasarlos en Belmonte de San José. «Estoy más ajetreado de jubilado», ríe. Así es y parte de ese ajetreo lo lleva en la cartera.
Carpetas que ha puesto a punto para la vuelta a la actividad. Está en 5º de Humanidades en la Universidad de Mayores Comillas-ICAI-ICADE, de Madrid y al mismo tiempo preside la asociación de alumnos y antiguos alumnos. «Este es el último curso y no sé qué haré cuando termine. Me lleva tiempo pero tengo que estar haciendo algo», resopla divertido.
Más que al curso en sí, se refiere a la asociación. Está al frente desde hace tres años con una junta de catorce personas. «Hemos hecho muchas cosas, lo más importante, incorporar colaboradores que se implican mucho y que hacen que al final sea algo de todos», dice. Hay que organizar viajes, visitas culturales, ponencias y un sinfín de actividades además de mantener vivo el boletín de noticias.
No le gusta mucho pensar en lo que vendrá y, aunque tampoco suele visitar mucho el pasado, no le queda más remedio que hacer una incursión para explicar por qué es un apasionado de Belmonte de San José. «Mi suegro -Roberto Bayod- me hablaba con tal entusiasmo que conocía el pueblo antes de visitarlo», cuenta. El otro motivo por el que lo adora es que es el único sitio fijo de referencia al que volver.
Bruce se crió en Inglaterra, cerca de Oxford, pero nació en Norteamérica, en un pueblo de origen indio en el Estado de Virgina. Conoció Zaragoza porque al terminar la Universidad se le presentó la oportunidad de viajar a Colombia pero tener pasaporte norteamericano fue un inconveniente ya que viajaba con un programa del Gobierno de Inglaterra.
Decidió unirse a dos amigos que viajaban a Zaragoza a dar inglés en la Escuela Oficial de Idiomas. «Me quedé sin Colombia pero conocí a Mari Carmen», ríe. Regresó a Inglaterra y comenzó a trabajar en la Oficina Nacional de Turismo Británico hasta que en 1972 lo destinaron a Madrid donde se reunió con la belmontina y al poco se casaron. «Llevo casi 45 años como socio de Belmonte», bromea.
Fe ciega en el potencia de esta tierra
Los 70 fueron los años del despegue del turismo. De ahí, la importancia de las oficinas. En 1977, Bruce fue nombrado director y comenzó una vida en Europa. Llegó el traslado a Dinamarca y después, a Ámsterdam, París y Bruselas. Ha dedicado su vida a promocionar Reino Unido a través de campañas y de diversas acciones en función del mercado del país de destino.
En este tiempo nacieron sus dos hijos. Ellos viven en Inglaterra pero el matrimonio regresó a Madrid en 2012 por el trabajo de Mari Carmen, el mismo motivo por el que antes hubo parada en Burdeos. «Aunque hacía alguna cosa de periodista para publicaciones especializadas, necesitaba más. Me hablaron de la Universidad y me apunté».
Disfruta en Belmonte, en Alcañiz y en la comarca que recorre siempre que puede con amistades a las que invita. Ve el territorio con muchas posibilidades y señala la desestacionalización del turismo como futuro.
«Semana Santa debe ser un motivo de atracción de un público al que saber explicarle que hay una tierra maravillosa durante todo el año, lo mismo con Motorland, una gran oportunidad», reflexiona.«Hay potencial humano muy grande y, en turismo el contacto con la gente local es crucial», dice convencido.