Desde su taller en Menorca en plena Ciutadella, Blanca Alcañiz Martín (Alcañiz, 1987) dedica su tiempo y su esfuerzo a crear segundas oportunidades. Lo hace poniendo el alma a través de sus manos para dar una nueva vida a objetos tan cotidianos como los cubiertos. Reside en la isla a la que le une una estrecha relación desde que la descubrió hace años especialmente gracias al mercado Costa Marina. Este año Blanca volverá a estar en los puestos del mercado en la bajada al puerto de Ciutadella desde junio y a lo largo de cuatro meses.
Con una cita así es importante disponer de stock y la producción no para nunca pero bien es cierto, que aunque hay dos épocas punteras como verano y Navidad, tener abierta la puerta digital hace que el pico de trabajo se mantenga todo el año. «Me dedico al reciclaje y recuperación de cubiertos antiguos a los que les doy una nueva vida transformando la funcionalidad principal con la que fueron creados, para hacer piezas únicas con esencia ‘handmade’ (artesanal) y de una manera muy consciente», se presenta. Cuchara o Tenedor es su sello, una joyería con mensaje que busca concienciar «en la importancia del reciclaje», apunta.
Es a través de www.cucharatenedor.com y su Instagram (@cucharaotenedor) donde muestra sus creaciones y recoge encargos. Dato importante, ya que cada vez se anima más gente a darle una segunda vida a sus antiguas cuberterías ya sea para sí misma o como regalo. Algunas son heredadas y otras, especiales por cualquier otro motivo. «En lugar de tenerlas guardadas en un cajón, puedes convertirlas en algo que poder emplear y lucir, es el mejor homenaje para esa pieza especial», dice quien toma el relevo en esta sección de Sandra Lahoz, alcañizana que también se está labrando un camino en este caso en fotografía. En cuanto a sus creaciones, Blanca adquiere la materia prima principalmente en rastros y hace varios años que descubrió los ‘flea markets’ (mercadillos ambulantes) en Alemania, donde su riqueza se refleja en los propios cubiertos hechos de materiales más complejos y con más detalles en la decoración. Debido la situación actual lleva varios años sin viajar allí, por lo que los cubiertos vienen de clientes y anticuarios de Menorca y la península.
Suele crear una colección por año y en junio, coincidiendo con la apertura del mercado en Menorca, presentará «Origen», sucesora de «Equilibrio» que creó el pasado año en el confinamiento. En ese periodo de encierro estricto, también le dio tiempo a adelantar el lanzamiento de su web, algo en lo que llevaba tiempo enfrascada. Sus diseños están también en puntos de venta físicos y uno de ellos está tan cerca como en la tienda El Callizo, en la calle del Carmen de Alcañiz.
Aprendiendo de los maestros
Fue en la capital bajoaragonesa donde empezó todo y es que Blanca creció rodeada de artesanía y más en concreto de la forja en el taller de su padre. Fue él, Pepe Alcañiz, quien con un gesto tan sencillo como entregar un regalo consiguió todo esto. «Un día nos regaló a las tres mujeres de casa un brazalete que hizo con tenedores antiguos. Yo ya estaba estudiando en Barcelona Arte y Diseño pero eso me llamó mucho la atención y me seguí interesando. Mi padre me fue explicando y guiando mientras pasábamos tiempo juntos en el taller», explica. «No lo inventó pero yo descubrí este arte por él, es mi mentor totalmente», apunta. Ella le fue «dando más espacio a lo que era una afición», tanto, que al acabar diseño de interiores en Escuela Massana y con una crisis económica de por medio por la que no abundaba el trabajo en el sector, decidió hacer de esa afición su vida.
Se siguió formando de una manera bastante autodidacta bajo la tutela de quienes ya sabían combinando esto con mercados desde Barcelona hasta Menorca o Alcañiz en algún medieval. Si los primeros pasos los dio con su padre, años más tarde durante un viaje a la India tomó clases con varios joyeros autóctonos y allí aprendió a soldar y engarzar piedras a sus diseños.
A su regreso siguió con más cursos de joyería en Mahón para perfeccionar su técnica mientras la esencia de la marca se iba construyendo. Un sello cada vez más reconocible y en el que no deja nada al azar. Para ello, se rodea de un equipo de profesionales en cada área como es la web o las fotos. «Cuando emprendes tienes que saber de todo pero llega un punto en que hay que aprender a delegar y lograr el equilibrio entre eso y seguir formándote. Yo elegí este proyecto porque me permitía tener calidad de vida y en ello estoy, creando mi camino», sonríe.
El proceso en plena transformación en el taller. / Cristina Luis Lozano Momento de la transformación de una cuchara en una de sus piezas más icónicas. / Cristina Luis Lozano Colgante de cola de ballena y fase lunar. / Benjamin Riquelme Varios diseños de Blanca Alcañiz. / Cristina Luis Lozano La bajoaragonesa trabaja en una colección anual y es fija en el mercado de verano en Cuitadella, Menorca. / Cristina Luis Lozano Blanca Alcañiz transforma cubiertos en piezas únicas. / Benjamín Riquelme Anillos, brazaletes, colgantes… La gama es amplia. / Benjamín Riquelme Parte del proceso de la conversión de cubertería en piezas de joyería. / Cristina Luis Lozano
Gracias por la oportunidad ♥️