Recorrer una vía verde es una de las opciones más elegidas por el público que busca disfrutar de un entorno de naturaleza de una manera pausada y a golpe de suela. Caminando o en bicicleta, e incluso a caballo, la vía verde Val de Zafán es una de esas seleccionadas. Si bien sus momentos dorados son otoño o primavera, en verano e invierno también son paseos agradables eligiendo bien las horas.
El camino se puede hacer de muchas formas. También sintiendo la historia que se despliega bajo los pies del senderista porque antes que a caminantes, estas vías fueron las conexiones por ferrocarril de diferentes pueblos y comunidades y, por consiguiente, las vías de desarrollo económico y social de los territorios que atravesaba. Así se intentó al menos en la Val de Zafán que como vía verde conecta La Puebla de Híjar en el Bajo Martín, con Tortosa en Tarragona. En medio queda el Bajo Aragón y el Matarraña antes de adentrarse en Cataluña, las zonas donde la vía verde hace años que es un reclamo turístico.
Este año se cumplen 50 desde el cierre del ferrocarril que trató de unir al Bajo Aragón con el mar Mediterráneo. Aunque no fue el motivo esta efeméride sí le vino al hilo a Juan Carlos Juárez Giménez para publicar ‘Historia del ferrocarril de Val de Zafán. De un camino de hierro a una vía verde, 50 años del cierre de una mítica línea’. En algo más de 200 páginas hace un repaso del devenir de los acontecimientos del tren del que quedan algunos vestigios en el recorrido. Como bien explica, fue un proyecto originado en 1863, año en el que se realizó su primera solicitud a las Cortes del gobierno del momento y su objetivo era unir el Bajo Aragón y el Matarraña, en la provincia de Teruel, con San Carlos de la Rápita en Tarragona para llegar al mar Mediterráneo. Ese proyecto quedó inacabado, y se inauguró de forma tardía. Como avanza el autor, «tuvo un cierto protagonismo en la Guerra de España y se cerró definitivamente en el año 1973». En la actualidad su trazado se ha transformado en una vía verde.
Juárez es barcelonés aunque conoce muy bien el Matarraña, y más concretamente Beceite donde pasa algunas temporadas. Dio con la zona por un programa de televisión sobre vías verdes y en 2005 hizo una excursión con su familia de las muchas que hace en relación con los trenes. Quedó maravillado con el territorio y con la historia de este trazado. Comparte su pasión por lo ferroviario con su profesión como farmacéutico de hospital, algo que le lleva a escribir a menudo y a impartir charlas y realizar investigaciones. «No soy hijo del territorio», reconoce. «Lo conozco desde 2005 cuando vi con mi familia un documental en el que hablaban de la Val de Zafán y nos atrajo mucho. Eso se conjugó con mi afición al ferrocarril y mi graduación en Humanidades, y el embrión de este libro es el Trabajo Fin de Grado que hice y lo dediqué a la Val de Zafán», explica.
Formado en el humanismo
Asegura que le gustó la carrera de Humanidades, unos estudios que realizó porque considera que su formación científica como Doctor en Farmacia se debe complementar con la humanística. Para el TFG recopiló la historia y a partir de ahí, con todo el material en la mano, pensó en ampliar y escribir un libro recopilando toda la información que existe publicada al respecto. El resultado es apto para variedad de perfiles, ya que tanto los expertos como los no iniciados en el mundo de los trenes, encontrarán alicientes para acudir a él. Aunque como insiste el autor, está escrito de una manera accesible a todo el mundo. Es un libro de consulta porque está plagado de datos, fechas, fotografías y planos. Esto hace que sea un buen compañero de viaje a la hora de echarse a andar por la Val de Zafán reconvertida en vía verde.
Las viejas estaciones aguantan de pie, algunas de ellas reconvertidas en servicios de hostelería o albergues pero otras en situación de abandono severo. Reseña a todos los historiadores que antes que él han aportado datos y eso hace que el libro cobre tantas vidas como nombres aparecen. «Al igual que yo he tirado de otros autores que me han ayudado como bien pongo en los agradecimientos, si alguien más quiere seguir o busca algún fleco creo que lo puede hacer. O incluso si alguna vez quiero hacer una reedición o una segunda parte, también», añade.
De hecho, en los encuentros con los primeros lectores y a la hora de recopilar la información, se encontró con historias de vida que se fueron construyendo en torno al Val de Zafán. Muchas familias de los pueblos por los que discurre tienen algo que contar al respecto, ya que en la casa en la que no había un familiar que trabajó en la construcción, hay historias de reencuentros propiciadas por el ferrocarril. «En esta parte no he profundizado pero da para mucho, en torno al ferrocarril se despiertan muchos sentimientos», apunta.
En cuanto a la investigación, asegura que del siglo XIX hasta la guerra civil existe bastante información, aunque no así a partir de ahí. Fue tirando del hilo atraído además por estar a una zona próxima como es la Batalla del Ebro en Fayón y aparecieron algunas acciones de maquis relacionadas con sabotajes entre otras cosas. «Realmente tiene una historia que para mí es muy muy interesante, e incluso es paralela a la historia de nuestro país con la guerra, los maquis, el accionariado o la legislación ferroviaria, algo que a principios de siglo fue muy variopinta permitiendo la inversión extranjera con poco control estatal. Esto se modificó hasta que finalmente se convierte en vía verde», apunta. Para Juárez la vía verde «ha revitalizado aún más el territorio». También hay fotografías suyas, porque el propio autor se toma su tiempo cuando recorre la vía y toma notas y fotos. Revela en el libro algunas marcas muy significativas en la estación de Bot.
O aporta documentos como el telegrama que en la posguerra remitió el jefe de estación de Torre del Compte en el que se comenta una incidencia en la línea por la explosión del petardo y relata la presencia de más explosivos. También relata las pistas a seguir para comprobar el paso de las tropas italianas.
El momento del libro
El libro llega también en un momento en el que los pueblos que todavía conservan su tren de viajeros se han manifestado en varias ocasiones en contra de recortes que amenazan con cierres. «El tren siempre ha sido una herramienta de comunicación muy importante, y en aquella época además no todo el mundo tenía acceso a un automóvil y las carreteras estaban emergiendo», reflexiona. Analizando lo sucedido, reconoce que orográficamente tampoco era una línea con un recorrido muy sencillo porque abarca zonas montañosas con un gran número de túneles. «La excusa para el cierre fue esa, el derrumbe de un túnel que ya se había derrumbado en otras ocasiones. Entre eso, y el poco uso del momento por el que ya se habían cerrado varias líneas, decidieron ya clausurarla también y fue una pena», añade. «Pero dejar a una de las ciudades más importantes de la provincia de Teruel como es Alcañiz sin ferrocarril, no sé si fue buena idea», reflexiona.
El prólogo del libro lo firma el director del Museo del Ferrocarril de Madrid, una de las muchas fuentes a las que acudió para conseguir documentación. Asegura que no tuvo ningún impedimento a la hora de acceder a ello, ya que mucha parte está digitalizada y en el tiempo de la pandemia pudo dedicarle más horas. También ha recibido la buena disposición de organismos a los que ha cursado cualquier petición al respecto. Incluso recopila y plasma algunas imágenes procedentes del Archivo Estatal de Bolzano en Italia.
No resultó sencillo publicar y al final recurrió a la autoedición. De todo el proceso se encargaron en Uno Editorial, una firma manchega que pone a disposición los servicios que desee el autor para ver culminada su obra. Están presentes en la red y han cuidado cada detalle y en este caso eran muchos con el material gráfico. Ya ha realizado presentaciones en el territorio y fuera de él. El libro sobre la Val de Zafán se encuentra disponible en estos encuentros y también en las librerías locales como Miguel Ibáñez en Alcañiz o en Octavio Serret en el Matarraña. «En Asturias he vendido muchos, no preguntes cómo pero son aficionados al ferrocarril», ríe. «Aunque insisto en que este libro no es solo para los aficionados, es para todo el púbico e incluso a modo de guía se puede emplear», añade. Mantiene su perfil en redes sociales, más concretamente en Instagram, una de las redes de comunicaciones por excelencia.