Ramona García cuenta cómo el hecho de superar un cáncer ha cambiado su forma de ver la vida
Ramona García Carceller tiene 56 años y puede decir bien alto que ha dejado atrás un cáncer de mama que le detectaron hace seis. Socia y voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer en Alcorisa, a día de hoy continúa medicándose con tamoxifeno, un tratamiento hormonal para reducir las posibilidades de que el cáncer vuelva a aparecer. Nos recibe en la cafetería del Valero Lecha con una sonrisa sincera y amable para contarnos su experiencia.
¿Cómo es el momento en el que te dicen que tienes cáncer?
Impacta muchísimo. Automáticamente piensas que te estás muriendo y que es el final de todo. Te planteas un montón de cosas: todo lo que no has hecho, lo pequeños que son tus hijos…
Cuéntanos tu caso particular.
Para mí fue una sorpresa y llegó tras una revisión, no me esperaba nada. Me hicieron una punción y yo me quedé muy tranquila hasta que un día me llamaron y me dijeron: «Mañana a las 08.30 en cirugía». Me explicaron que tenía un cáncer de mama muy avanzado y que me iban a hacer la biopsia allí mismo porque era muy urgente.
¿Cómo afrontas cada día cuando estás en pleno tratamiento?
Siempre pensaba que cada día de tratamiento era un día menos de enfermedad y un día superado, me lo planteé así. «Puedo con el siguiente y mañana será mejor». Esa era mi meta, y el hecho de superarlo porque mis hijos eran muy pequeños (12 y 17 años) y quería estar con ellos.
Pensaba que cada día de tratamiento era un día menos de enfermedad y un día superado. «Puedo con el siguiente y mañana será mejor»
En esos momentos el apoyo de familia y amigos es fundamental.
Fue importantísimo. Sobre todo el hecho de que tu familia te apoye y te diga que no te preocupes, que mañana estarás mejor. Fueron momentos muy duros y lo pasaron todos muy mal, pero mis hijos estaban ahí y me apoyaron en todo. Si veían que estaba mal me decían «no te preocupes, ya hacemos la comida. ¡Vamos a preparar algo muy rico!» (ríe emocionada).
Parece que hoy en día está prohibido decir la palabra cáncer.
Nosotros nunca lo ocultamos. Lo hicimos como algo muy natural, sin crear grandes montañas ni tampoco quitarle importancia a la enfermedad. Lo vivimos de forma normal, tratando al cáncer como una enfermedad como cualquier otra. Le dije a mi hijo que iba a intentar superarla con todas mis fuerzas y que procuraría estar a su lado el mayor tiempo posible.
El cáncer cambia a las personas. ¿Qué ha cambiado de la Ramona de hace seis años a la de ahora?
Muchas cosas. Valoras el día a día de todo. Un día que sale soleado y bonito, por ejemplo, lo valoras muchísimo. Cualquier cosa se agradece, hasta una sonrisa. Valoras todas esas pequeñas cosas que antes pasabas por alto y también se vive más en el aquí y ahora. Te olvidas de hacer tantos planes a largo plazo y de anclarte en el pasado, vives el momento. Si vives el momento eres feliz con poca cosa.
Cuando estás bien haces una montaña de cualquier chorrada. Ahora vivo con una actitud mucho más positiva y valoro lo que verdaderamente merece la pena.
¿Algo que ahora valores especialmente?
La familia la valoro muchísimo, ¡y ahora también la salud! (ríe). Son las pequeñas cosas del día a día. El hecho de vivir con una actitud mucho más positiva, no darle mucha importancia a cosas que no la tienen y valorar verdaderamente las que sí. Cuando estás bien le das mucha importancia a cualquier chorrada y haces una montaña. Ahora ya no, intento que esas cosas no vayan conmigo en la medida de lo posible.
¿Qué consejo das a alguien a quien le acaban de detectar cáncer?
Que no se cierre y piense que eso es el fin. En ese momento hay que buscar ayuda de personal especializado, como las psicólogas de la asociación que ayudan a canalizar esas emociones. Todo se puede superar y siempre hay una salida por muy duro que parezca.
¿Cómo trabajáis en la Asociación Española Contra el Cáncer en Alcorisa?
Se hacen muchas cosas para recaudar fondos que puedan financiar la asociación: manualidades, una marcha senderista, una cena, a veces el teatro colabora con nosotros, alguna tarde saludable con sesiones de yoga, mindfulness o zumba… Cobramos un precio simbólico y todo lo que se recauda es para la AECC.
No es ninguna vergüenza pedir ayuda. Es importante poder hablar con una persona sin tener que reprimirte por nada.
¿Un mensaje final a quienes padecen cáncer?
Que no se rindan. La vida es muy bonita y merece la pena aunque pasen una mala temporada para seguir adelante. Y si necesitan ayuda no es ninguna vergüenza pedirla, ¡que parece que a veces nos da mucho apuro! Tenemos magníficos psicólogos que nos ayudan muchísimo y es muy importante poder hablar con una persona sin tener que reprimirte por nada. Al final con la familia te guardas muchas cosas para que no sufran, y a la psicóloga puedes decirle lo que piensas o sientes sin ningún tapujo. Que no tiren la toalla, que el sol sale todos los días y siempre hay una solución para todo.