Los regantes bajoaragoneses encaran el nuevo año hidrológico con un balance moderadamente satisfactorio respecto a la campaña de riegos que acaban de cerrar, con unas perspectivas, sin embargo, de incertidumbre ya que serán necesarias abundantes lluvias para que los embalses vuelvan a almacenar el volumen de agua necesario para la próxima campaña. Los cultivos de regadío no han tenido déficit pero sí el secano, en muy mala situación hasta las lluvias de los últimos días.
Esta nueva temporada se volverá a mirar al cielo y que estará marcada especialmente porque, con el cierre de la Central Térmica de Andorra en junio, Endesa ya no aportará un millón y medio de euros para gastos la cuenca. Se trata de una carga económica muy elevada totalmente inasumible para los cercad e 2.000 regantes del Sindicato Central de Regantes del Guadalope y por la que ninguna administración está mostrando interés.
Los regantes han enviado varias cartas desde hace un año tanto a la CHE como al Ministerio de Agricultura y a la consejería del área en DGA sin obtener ni siquiera una respuesta. De hecho, no se les está teniendo en cuenta como afectados por la transición energética y no fueron invitados a la macroreunión con alrededor de medio centenar de asistentes que tuvo lugar el pasado lunes en Zaragoza presidida por la ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera.
Con el cierre de la Térmica el sindicato calcula que los precios que pagan por regar cada hectárea se multiplicarán por tres, un coste inasumible. La llegada de Endesa a Andorra en 1980 se tradujo en un capítulo de grandes inversiones por parte de la empresa que beneficiaron a los regantes de la cuenca del Guadalope. La Central precisaba de un bombeo de agua procedente del pantano de Calanda de 18 hectómetros anuales y, a cambio, se comprometía a asumir diferentes gastos para mejorar infraestructuras de riego. Endesa se comprometió a costear el 48% de las inversiones, a pagar el 45% del canon exigido por la Confederación Hidrográfica del Ebro y a sufragar el consumo eléctrico para bombear agua desde el embalse de Mequinenza por la acequia del Civán, un suministro eléctrico que, además, ayudó a hacer posible la ampliación del canal de Caspe.
En la macroreunión por el plan de transición se anunció por parte de la ministra que se iba a cambiar la ley para que la concesión de agua que recibe la Térmica del embalse calandino se quede en Andorra para que puedan ser aprovechados de forma sostenible en Andorra para nuevas actividades empresariales. «Solo recibimos buenas palabras pero ninguna concreción ni se cuenta con nosotros para nada. Desde noviembre estamos remitiendo cartas y ni siquiera nos contestan. Hemos pedido una reunión urgente porque el dinero que dejará de pagar Endesa es inasumible para nosotros», apunta el presidente de los regantes del Guadalope, José Fernando Murria.
El alcañizano apunta que los 18 hectómetros que ahora pasarán a ser de Andorra según se anunció en la reunión del lunes son mucha más que suficientes para la llegada de nuevas empresas pero lo más beneficioso para los regantes es seguir bombeando agua porque Mequinenza es «más seguro» que el Guadalope.
Balance de Guadalope y Matarraña
En cuanto al balance del año hidrológico que terminó a finales de septiembre prácticamente todas las estaciones se quedaron considerablemente por debajo de la media. La de la Confederación Hidrográfica del Ebro en la Estanca de Alcañiz cerró el año hidrológico con tan solo 302 litros por metro cuadrado, cuando la media está en torno a 400. En el embalse de Gallipuén se recogieron 437 litros, cuando lo normal es superar los 500. Y el pluviómetro del embalse de Pena en Beceite tan solo se recogieron 467 litros cuando la media está en torno a 650 litros. Todo ello, cabe recordar, después de un octubre de 2018 -el año hidrológico se computa de octubre a septiembre del siguiente año- que fue extremadamente lluvioso en muchos lugares, una tendencia que sin embargo se rompió con un invierno, primavera y verano muy secos.
Para el Sindicato Central de regantes del Guadalope se ha vivido una campaña «normal» marcada porque el embalse de Santolea ha estado vacío por las obras para su recrecimiento -lo que supondrá un auténtico balón de oxígeno para los regantes una vez termine- pero aún así no se han producido problemas de agua, que ha sido «suficiente». Entre el puente y Calanda y el bombeo de Caspe no se han producido problemas de suministro; y lo ideal es que de cara a la primavera la presa calandina se llene.
Respecto a los del Matarraña los principales problemas se han dado en el río Algars, que durante gran parte del verano ha permanecido prácticamente seco en buena parte de su recorrido, llegándose a tener que cortar el suministro de agua de boca durante varias horas en poblaciones como Cretas y en la vecina localidad tarraconense de Horta de Sant Joan.
Por su parte, en el Matarraña la disponibilidad de agua para riego y boca se ha visto garantizada gracias a las reservas del embalse de Pena y de las balsas laterales. Sin embargo el intenso calor provocó numerosos daños en los árboles frutales. «Hemos tenido un verano extremadamente cálido y se han quemado muchos frutos por las altas temperaturas; en cuanto al secano se ha acusado enormemente la falta de lluvias», explicó Jose María Puyol, presidente del Sindicato Central de Regantes del Matarraña.
Daños estructurales en el almendro
Por su parte, desde UAGA precisan que el inicio de la campaña está siendo muy bueno a nivel de pluviometría por las últimas lluvias, unas precipitaciones que, sin embargo, no veían desde el pasado otoño. «Las precipitaciones se concentraron en un mes y medio y hasta ahora, nada salvo alguna tormenta aislada», comenta David Andreu, secretario provincial de UAGA- Teruel. Los regadíos no han tenido déficit pero sí el secano, en muy mala situación hasta esta semana. «Este verano lo han pasado muy mal, los almendros se han secado y hasta han sufrido daños estructurales. En los olivos ha caído fruto», apunta Andreu.