La Plataforma de las Subcontratas y el Futuro de la Comarca toma la iniciativa por el futuro y llama a una masiva manifestación el día 12
Todos los miércoles desde hace tres salen a la puerta de la Central Térmica. Lo hacen de 9.30 a 10.00 coincidiendo con la hora del almuerzo y así piensan seguir haciéndolo. Siempre salen con la pancarta que les identifica como Plataforma de las Subcontratas y el Futuro de la Comarca. Unas enormes letras sobre fondo blanco que les desvinculan de marcas de ningún tipo porque, como apuntan, «somos trabajadores que quieren seguir trabajando en su territorio, ni más ni menos».
La lista de las empresas auxiliares que trabajan para la Central Térmica de Andorra es larga. Más de una decena en las que se emplea a más de 400 personas que no saben qué será de ellas en un año y medio. Abarca electricistas, hasta fontaneros, pintores, jardineros, mecánicos, conductores de camión, metalurgia, etcétera. Piden que tanto Gobierno de Aragón como el Central los tenga en cuenta y por eso decidieron agruparse. «Queremos que se nos escuche, son muchos años dando servicio a la Térmica y no se cuenta con nosotros para nada, no somos trabajadores de segunda», lamentan.
Han decidido organizarse pero dejan claro que no van en contra de nadie ni de nada. «Necesitamos a todo el mundo que sume fuerzas porque nos jugamos el futuro de esta tierra y todos, no solo los trabajadores», añaden. El día 12 a las 12 del mediodía han convocado una manifestación en la plaza del Regallo de Andorra que esperan que sea «masiva».
La convocan personas con nombres propios y con vidas y familias en manos de esta incertidumbre. Nicolás Bespín (Alloza), Serafín Escuín (Calanda), Ángel Villén (Andorra), José Ángel Cubero (Andorra) e Inocencio Lorenz (Alloza) encarnan perfiles que se repiten entre los trabajadores. Tienen 48, 56, 52, 51 y 53 años respectivamente y todos llevan en sus empresas unos 30 años. En algunas de estas casas hay más de un hijo en edad adolescente o que ya está cursando estudios superiores. «Lo viven con preocupación en casa y sufren porque sus padres con estas edades se van a quedar en la calle», dicen.
«A mí me gustaría que ellos que estudian fuera se quedaran en su pueblo o que si se tienen que ir, que sea por decisión propia y no por obligación», reflexiona Cubero. «Si los jóvenes no tienen futuro… ¿Qué nos espera a nosotros con 50 años?», se pregunta Ballespín. Reside en Alloza, un pueblo donde el censo va en picado. «¿Esto es luchar contra la despoblación? Lo que hacen es empujarte a marchar», añade.
Asiente con la cabeza Raúl Aglio. A sus 39 años encarna otra realidad: la del joven que se compra una casa en su pueblo porque es donde trabaja y porque es donde quiere y le gusta vivir. Desde hace doce años descarga carbón de los vagones y no le salen las cuentas si piensa en un futuro en Zaragoza. Eso implicaría mantener una hipoteca en Andorra, un alquiler en la ciudad y todos los gastos. Alquilar la suya no es una opción. «¿A quién? Si cada vez hay más carteles de ‘se vende’ en los balcones», dice. «Somos mileuristas y eso, en el mejor de los casos. Trabajar en la Central no es sinónimo de grandes nóminas», coinciden.
Quieren trabajo y en el sector que sea pero en el territorio donde poder vivir como hasta ahora. Por eso, su reivindicación desde la plataforma es que se invierta en la Central para que se alargue su actividad unos años y, mientras, se trabaje en ofrecer alternativas reales.
Echan la vista atrás pero prefieren no hacerlo demasiado pues «no merece la pena lamentarse». Lo hacen lo justo como para preguntarse el motivo por el que no se ha hecho nada para paliar los efectos de una muerte anunciada. «Todos tenemos parte de culpa pero vamos a mirar hacia adelante porque nos lo jugamos todo», apunta Lorenz.
Efectos en todo el territorio
La convocatoria del 12 de enero está enfocada a toda la ciudadanía de todos los pueblos que se quieran sumar. «Ya se están notando los efectos», advierten. Y vendrán más y a varios kilómetros a la redonda, como por ejemplo en Alcañiz, donde «la gente de esta zona usamos muchos servicios o incluso el coche nos lo compramos allí», o en todas las localidades de la cuenca del Guadalope, cuyos regantes sin Endesa afrontarán el triple de costes.
El cierre no se ha consumado pero la incertidumbre que se adhirió hace años al sector del carbón ha hecho mucho daño. Ya se está notando en los censos, en las matrículas de colegios e institutos y en la sanidad, «no tenemos ni pediatra en Andorra», inciden. Y es que este sector ha ido de más a menos, con un goteo continuado de pérdidas.
«Nosotras estamos seis en la parte de limpieza y hace años éramos más de 20», apunta Nati Pérez. La andorrana, a sus 50 años es, entre los que hablan, la que más tiempo lleva vinculada a la Central a través de su empresa. Toda una vida laboral en la que también hay y hubo muchas mujeres, garantía de fijación poblacional de tantas familias.
«Antes había sitios para elegir y si no salía un trabajo, había otra opción, te podías mover pero ahora mismo no hay alternativas», añade. Los compañeros asienten y reafirman sus palabras pues en todas sus empresas las plantillas han ido disminuyendo de número. «En la nuestra estábamos ocho por turno y ahora, cuatro», «nosotros éramos más de 80, pasamos a 57, a 37, a 16…», aportan unos y otros.
En este punto echan la última reflexión porque la experiencia del descenso de personal de los últimos años les hace mirar con recelo a la fecha marcada de junio de 2020. Dudan de que cierre de «golpe», así que, imaginan que los despidos irán llegando antes y poco a poco, languideciendo al tiempo que lo hace la propia Central.
Necesitan el apoyo de todos. El día 12 , todos con ellos
No solo son trabajadores de las localidades que se nombra tambien hay de Alcañiz ,Caspe,Calanda, Castelseras, Alcorisa, Hijar, Albalate, Samper, Puigmoreno, Escatron como veis nos afecta a todo el Bajo Aragon Historico y lo normal seria que todo el mundo ayudara y fuese a la convocatoria